Sarkozy y Royal disputarán la segunda vuelta
La verdadera batalla empezó ayer. El candidato conservador a las elecciones presidenciales de Francia, Nicolas Sarkozy, y la socialista Ségolène Royal, disputarán el duelo final por el Elíseo el próximo 6 de mayo tras quedar los primeros en la primera ronda electoral, convertida en una gran fiesta democrática, con una participación casi récord. Con más de un 80% de los votos escrutados, Sarkozy alcanzaba anoche el 30,7% de los votos frente al 25,2% de su rival socialista. La participación superó el 84,5%, una cifra récord en los comicios celebrados durante la V República, y muy por encima de la registrada en 2002.
Los resultados jubilan a Le Pen, que deja el Frente Nacional a su hija para que lo convierta en un partido 'respetable'
El centrista Bayrou no logra dar la gran sorpresa, pero se convierte en un elemento clave en la segunda vuelta
Sarkozy roza los 11 millones de votos y se presenta como el candidato que mejor va a proteger a todos los franceses
Con los datos oficiales de esta madrugada, Sarkozy alcanzaba anoche el 31,2% de los votos frente al 25,7% de su rival socialista. La participación superó el 84,6%, una cifra casi récord en los comicios celebrados durante la V República, y muy por encima de la registrada en 2002.
Sarkozy, que supera con creces el 19,9% obtenido por el aún presidente Jacques Chirac en la primera vuelta de hace cinco años, interpretó los resultados como la voluntad de los franceses de enfrentar "dos ideas de la nación, dos proyectos de sociedad, dos sistemas de valores y dos concepciones de la política". Y manifestó su deseo de que el debate en la campaña de segunda ronda sea "un debate de ideas". Un debate cara a cara enfrentará al líder conservador y a la aspirante socialista el próximo 2 de mayo.
El tercero en discordia, el centrista François Bayrou, quedaba por debajo del 19%, y se ponía al servicio de una "política nueva" tras despertar un nuevo sueño de alternativa. Por su parte, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen (10,5%) se convertía en el gran derrotado, muy lejos de repetir la sorpresa de hace cinco años, cuando logró pasar a la ronda decisiva a costa del socialista Lionel Jospin.
Este resultado configura una segunda vuelta clásica entre la derecha y la izquierda, y restablece de alguna manera la normalidad interrumpida hace cinco años, pero los comicios de ayer tienen una lectura mayor, pues han cambiado sustancialmente el mapa político francés. No hay más que contemplar las cifras. Si Jacques Chirac conseguía algo más de cinco millones de votos en 2002, Sarkozy se lleva ahora el apoyo de cerca de 11 millones de franceses; y si el socialista Lionel Jospin no llegaba a los cuatro, Royal habrá conseguido ser votada por más de nueve.
Sarkozy, el candidato que mejor y más profundamente controla los medios de comunicación, no dejó pasar el tiempo. Fue el primero en asomarse a las pantallas de televisión. No eran aún las 20.30 cuando llegaba a una sala de conciertos cercana a la sede de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) para dirigirse a su gente y a todos los franceses. "Mis queridos compatriotas", dijo eufórico, emulando el estilo de Chirac, "los franceses se han expresado con claridad; ésta es una victoria de la democracia. Los franceses han dejado muy clara su decisión de no dejar a nadie que hable por ellos".
E inmediatamente, estableció las reglas de la segunda vuelta, lanzando un llamamiento a su rival para que la nueva campaña sirva para hablar "con claridad". "Situándome en primer lugar y a Royal en segundo, los franceses han señalado que quieren un debate entre dos modelos de la sociedad, dos formas de ver el futuro", dijo. "Quiero decir a Royal que le respeto, que respeto sus convicciones. Los franceses esperan desde hace tiempo este debate".
Transformismo
Sarkozy aprovechó para iniciar su enésima operación de transformismo y desprenderse de su careta de hombre inquietante, de su fama de nervioso y agresivo. "Quiero decir a todos los franceses que tienen miedo, que tienen miedo del futuro, que yo les voy a proteger contra la violencia, contra la delincuencia, contra la competencia desleal, contra la degradación de las condiciones de trabajo". Sarkozy explicó que quiere una Francia que sea "como una familia". Y apurando el límite de las referencias poéticas y sentimentales de la izquierda, el ex ministro del Interior anunció "un sueño francés", el de "una República fraternal en la que nadie tendrá miedo del otro".
El problema de Royal en la segunda vuelta, una vez el electorado se ha desplazado claramente hacia la derecha, es cómo intentar conquistar el centro. Toda una novedad en Francia. El Partido Socialista (PS) no tiene más remedio que mirar hacia su derecha, como han señalado estos días el ex primer ministro Michel Rocard y Bernard Kouchner. En cualquier caso, la pregunta de si la izquierda volvía a congregarse en torno al PS, olvidando el fracaso protagonizado por Lionel Jospin en 2002, ha obtenido una respuesta positiva.
Bayrou se ha quedado lejos de dar la sorpresa, pero ha logrado introducirse en el sistema y está por ver en qué medida puede forzarlo a transformarse. Ayer, en el cuartel general de la Unión Democrática Francesa había una euforia contenida, mezcla de sentido común y convicción de haber hecho bien el trabajo. Bayrou dijo que pondría sus votos al servicio del cambio. Si consigue articular un auténtico partido centrista, a modo de una peculiar bisagra -dado el modelo francés-, el sistema político se habrá transformado y las legislativas adquirirán una importancia mucho más decisiva.
Fue en este sentido en el que se pronunció el gran derrotado de la noche, Jean-Marie Le Pen, que acusó a Sarkozy de haber entrado a saco en su electorado. Pese a lo que había insinuado durante la campaña, no llamó a votar por el candidato de la UMP, sino que pidió a su electorado que se confabule para conseguir entrar en el Parlamento en las elecciones legislativas. Queda la duda de si Le Pen se esfumará o conseguirá dejar una herencia significativa a su hija Marine, de modo que le permita pactar con la derecha democrática y clásica, un poco al modo que el posfascista Gianfranco Fini hizo con la Alianza Nacional en Italia.
Tras conocerse los resultados, institutos de opinión como BVA, CSA e Ifop hicieron públicos sondeos para la segunda vuelta. Todos daban a Sarkozy vencedor con entre el 52% y el 54% de los votos, frente al 46% o 48% para Royal.
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