Vigo hace el 41% de los barcos de España
Los astilleros gallegos viven una nueva etapa dorada, 20 años después de su quiebra
Los astilleros de la ría de Vigo tienen firmados contratos para construir 44 buques que suman casi 385.800 toneladas CGT, las homologadas internacionalmente al peso y valor del barco. La cifra representa un 41% de los pedidos de todos los astilleros españoles y, lo que es más importante, más de la mitad de la cartera ha sido firmada en 2006. En los cuatro meses de 2007, las empresas viguesas han contratado cuatro buques más.
En el último ranking de astilleros elaborado por el Ministerio de Industria, Vulcano aparece como el líder naval español, con nueve buques de 142.300 toneladas; Barreras ocupa la tercera posición, Rodman la séptima y Freire, la undécima.
El nuevo bum de la construcción naval gallega sólo es comparable al de la década de 1960, cuando Astano era la mayor compañía de Galicia y Barreras, la segunda. Hoy Astano no puede hacer barcos y Barreras sólo cuenta con una plantilla de 200 trabajadores. Lo mismo sucede en los demás astilleros gallegos: entre los 9 principales no suman 500 empleos.
Cuando entre 1984-87 los astilleros gallegos empezaron a quebrar (Barreras y Astano ya lo habían hecho en 1972 y los asumió el Estado), el sector naval gallego empleaba a 30.000 trabajadores y en cada barco que se botaba perdía dinero. Ése ha sido el principal cambio.
José Luis Cerezo, secretario técnico de la Gerencia del Sector Naval, explica que "en los últimos años se han reducido en un 93% las plantillas fijas de los astilleros". Pero hay otros cambios que explican la boyante situación. La Asociación del Cluster del Naval Gallego (Aclunaga) considera que la enorme demanda mundial de barcos ha atraído a Galicia "una carga de trabajo que hacía años que no se producía".
El presidente de Uninave y Pymar, las patronales españolas de astilleros, el gallego José Francisco González Viñas, completa la visión: "Hemos convertido a los astilleros en fábricas de síntesis, como las plantas de automóviles; todos traemos piezas de alto valor de Noruega y componentes intensivos en mano de obra de China como escaleras, anclas, cadenas... La clave está en que sigamos ganando dimensión para que en Galicia vuelva a hacerse el corazón del barco, los motores".
El resultado es que los astilleros gallegos de hoy están alcanzando niveles de rentabilidad (beneficio neto sobre facturación) superiores al 11%, un excedente inimaginable hace muy pocos años.
Si se analiza la actual cartera de pedidos, de 44 barcos que se están haciendo en Vigo se detecta un denominador común: la capital mundial de la pesca sigue haciendo barcos, pero ya no construye buques pesqueros.
Construcciones Navales P. Freire, astillero pionero en construir los buques a trozos en Indonesia para luego montarlos en Vigo, ha logrado firmar 11 barcos. Su principal cliente es un grupo holandés conocido internacionalmente como el Grupo de los Siete. Freire les fabrica barcos de pesca que no usan redes para la captura de pescado. Se trata de buques con una quilla que se abre para tragar toneladas de peces que son transformados en pienso para animales, especialmente para piscifactorías.
Barreras hace transbordadores, transportadores de coches, portacontenedores y buscadores de gas y petróleo (sísmicos). Vulcano y Rodman Metalships también se están especializando en buques sísmicos y quimiqueros, lo mismo que la Factoría Naval de Marín.
Los únicos astilleros gallegos que continúan construyendo pesqueros como centro de su actividad son Cardama y Astilleros M. Cíes, y este último ha escindido su accionariado para dedicarse a la construcción de grandes yates de recreo.
El segundo factor común de los astilleros gallegos es que no les caben los pedidos. Vulcano acaba de comprar a la SEPI los astilleros Juliana de Gijón y tiene previsto ampliarlos para dar cabida a nuevos clientes. Barreras se ha visto obligada a alquilar el astillero portugués de Lisnave, en Setúbal, para montar un buque de 193 metros de eslora. La Factoría Naval de Marín, recién adquirida por el dueño de Corporación Dermoestética y Pablo Comesaña (ex Astilleros M. Cíes) también está ampliando instalaciones y quintuplicando pedidos.
Si el punto fuerte de los astilleros es su histórica cartera de pedidos de buques de alto valor añadido, su punto débil es la situación laboral. El sector es una bomba que, cada año por estas fechas, estalla en movilizaciones y huelgas.
Según explicaron los propios empresarios a este periódico, por cada puesto de trabajo fijo, cada astillero tiene subcontratado el trabajo de otros diez operarios. El resultado es que la mayoría de las personas que trabajan en una grada son contratos basura. La mayor parte de las compañías auxiliares se han especializado en contratar a inmigrantes, fundamentalmente africanos y portugueses. Incluso hay empresas de subcontratación en Portugal específicamente dedicadas a enviar a Vigo a operarios a bajo coste.
La presión sindical ha logrado, por ejemplo, que este mes actuara la Inspección de Trabajo en algunas subcontratas, detectando una bolsa de fraude laboral que afecta a más de 200 operarios portugueses. Trabajaban en España pero con convenios de Portugal.
Los sindicatos consideran que la situación es insostenible, ya que la dura patronal viguesa del metal (Asime es la más importante de las asociaciones empresariales de Galicia) ni siquiera cumple el convenio que hace un año costó sangre, despidos y detenciones.
"La solución", dice el presidente de Barreras, "pasa por caminar, paso a paso, hasta alcanzar la madurez del sector naval en la Ría de Vigo". González Viñas considera que astilleros e industria auxiliar deben colaborar con contratos estables de suministros, servicios y trabajos, que permitan condiciones laborales también más estables. "Pero sin dejar de hacer barcos".
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