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Análisis:Juicio por el mayor atentado en España | 11-M
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Sabe a cuánto está el kilo de Goma 2?

Tengo una pregunta para usted. ¿Sabe a cuánto está el kilo de Goma 2?

He hecho una encuesta de urgencia, nada científica, entre amigos y conocidos y ninguno ha sido capaz de aproximarse al precio, aunque también es verdad que ninguno de ellos ha tenido nunca que comprar explosivos. Seguro que si se lo hubieran preguntado en la tele a Zapatero o Rajoy tampoco hubieran acertado la respuesta.

Un abogado de la defensa se lo preguntó la semana pasada en el juicio por los atentados del 11-M a Jorge Luis de la Torre, jefe de contabilidad de la empresa Caolines de Merilles, propietaria de Mina Conchita, de donde salieron los explosivos utilizados en los atentados, pero el presidente del tribunal impidió que el contable respondiera porque, según adujo, los terroristas que adquirieron los explosivos no lo pagaron al precio del mercado para explotaciones mineras.

Toro y Trashorras vendían los 2,5 kilos a un millón de las antiguas pesetas

Pero el precio es importante, porque el hecho de ponerle precio a las cosas es el primer paso para saber que de verdad están en venta. La Guardia Civil lo supo un año antes de los atentados, cuando primero el confidente Rafá Zouhier y luego el también delincuente José Ignacio Fernández, Nayo, informaron a agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de que había dos asturianos, Antonio Toro y su cuñado, José Emilio Suárez Trashorras, que habían puesto a la venta 150 kilos de dinamita. Toro aceptaba un canje de cinco kilos de explosivos por uno de cocaína, droga en la que estaba muy interesado. No obstante, parece que Suárez Trashorras finalmente pactó con Jamal Ahmidan, El Chino, jefe operativo de la célula de los suicidas de Leganés que siempre había vivido del tráfico de drogas, que el trueque de la dinamita fuera por hachís.

Claro que 150 kilos de explosivo son muchos kilos y a los ciudadanos normales no les entra en la cabeza que se pueda distraer semejante cantidad del sobrante de una mina. Sin embargo, en Mina Conchita no se dio cuenta nadie. Lo explicó el contable en el juicio: durante el año anterior consumieron 17.000 kilos de Goma 2 en la explotación, es decir, entre 1.200 y 1.800 kilos al mes dependiendo de la dureza de la veta y de la demanda del mineral y de que en agosto cerraban por vacaciones. Por tanto, los 150 kilos suponían para la mina menos del 1 % del consumo anual si lo fueron sustrayendo poco a poco y por eso nadie vio anomalías. "No encontré en 2003 y los primeros meses de 2004 diferencias que me hicieran pensar que hubiera habido sustracción", aseguró en el juicio el contable de la mina.

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Ahora, les voy a proponer un pequeño ejercicio: imaginen que la Agencia Tributaria les avisase con antelación de que van a hacer una inspección. ¿A que el día anterior revisarían las facturas para que todo estuviera en orden?

Pues la Guardia Civil avisó a la empresa Caolines de Merilles, propietaria de Mina Conchita, tres meses después de los atentados, cuando ya se sabía que los explosivos procedían de allí, de que dos agentes iban a ir a la mina a buscar muestras de tierra y tornillería, porque se suponía que los explosivos estarían guardados en los minipolvorines. La inspección se efectuó el 18 de junio de 2004. Para su sorpresa, los guardias encontraron en la bocamina del nivel 1, ocultas por unos cartones, cuatro bolsas de dinamita, dos de Goma 2 ECO y dos de Goma 2 EC, en total, 10 kilos de explosivo y dos detonadores. En el exterior del nivel 4 había también cartuchos de Goma 2 EC pero en mal estado.

Si semejante desbarajuste fue descubierto después de que hubieran ocurrido los atentados, imagínense qué no habría pasado antes.

Y antes, lo que ocurrió es que había entre 150 y 200 kilos de Goma 2 en venta para el mejor postor, sustraídos de una mina que no tenía ninguna vigilancia durante los fines de semana.

¿Cómo es que nadie hizo nada si tenían el chivatazo?, se preguntarán. La explicación está en que la Guardia Civil nunca se creyó que aquella Goma 2 fuera a ser destinada al terrorismo. Es sabido que ETA no compra explosivos, los roba, como hizo en Soto de la Marina, en Cantabria, en los años ochenta, o en Grenoble (Francia) en los 90. Los GRAPO hace años que no usan explosivos y nadie pensó en el terrorismo islámico. El destino natural de aquellos 150 kilos era la delincuencia común y nadie se preocupó.

De nuevo vuelvo a la pregunta del principio. ¿Sabe a cuánto está el kilo de Goma 2?

Pues dependiendo de la cantidad que se adquiera, a las explotaciones mineras les cuesta en la fábrica entre 2,6 y 3 euros el kilo.

¿Sabe a cuánto la vendían Toro y Trashorras? A un millón de las antiguas pesetas los dos kilos y medio, es decir, a unos 2.400 euros por kilo. Un margen de 2.337 euros por kilo en el peor de los casos. ¡Menudo beneficio!

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