El peligro, cada vez más cerca
Bin Laden no encontrará en nosotros más que oído y obediencia, y de nosotros no verá más que aquello que le produzca alegría, si Alá el altísimo así lo desea", escribió el 13 de septiembre Abu Musab Abde I Wadud, emir del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), en el comunicado en árabe que colgó en la página web de este grupo terrorista argelino. Un mensaje con el que anunció su alianza con Al Qaeda. Desde entonces, los salafistas argelinos, escindidos del antiguo Grupo Islámico Armado (GIA), sólo han dado alegrías a Bin Laden: un reguero de asesinatos que culminó el día 11 con la explosión en el centro de Argel de varios coches bomba. Una ola de violencia aparentemente más organizada que la de los suicidas de Casablanca.
La alianza de fidelidad es firme y los resultados de estos primeros siete meses de campaña son estremecedores. Pero a la inquietud que produjo en el CNI que el GSPC, con numerosos militantes en España, se uniera a Al Qaeda se añade el comunicado con el que este grupo reivindicó la matanza en Argel. "No pararemos hasta liberar la tierra del islam desde Palestina hasta Al Andalus", advirtió.
Los analistas del CNI respiraron en septiembre cuando estudiaron el comunicado del emir argelino, ya que en aquellos dos folios y medio no había referencias a Al Andalus, pero la semana pasada quedó claro que el GSPC se ha empapado de todas las obsesiones de Al Qaeda, entre las que figura desde hace una década la recuperación de los territorios "perdidos" y la creación de un nuevo califato. Ayman al Zawahiri, el pediatra egipcio y brazo derecho de Bin Laden, ha citado a España en sus cuatro últimos comunicados y define Ceuta y Melilla como ciudades "ocupadas" que hay que recuperar. Nunca los hombres de Bin Laden habían mostrado tanta fijación por España. Los foros yihadistas en Internet señalan estas dos ciudades como objetivo. Hace un año, un grupo radical colgó un comunicado desde un cibercafé en Argel en el que pide una guerra "larga y duradera" para recuperar Ceuta y Melilla, dos ciudades que según los informes confidenciales del Ejército y el CNI tendrán una mayoría musulmana en una década. La oleada de ataques en Marruecos y Argelia responde a la iniciativa de dos grupos distintos y sin coordinación alguna, con medios y resultados diferentes, pero en ambos casos el trasfondo y el objetivo es el mismo: extender la yihad por el norte de África y derribar los Gobiernos "corruptos" para implantar regímenes islámicos que conformen un nuevo califato.
Las redadas masivas, más de 2.000 detenidos, tras los atentados de Casablanca en 2003, los secuestros de la DST, las torturas y cárceles secretas sólo han generado odio y resentimiento entre un sector marginal de la población que ve con simpatía al movimiento yihadista. Uno de los últimos suicidas había sido detenido en una de esas redadas. "Las autoridades se han dado cuenta de su error. Esas redadas fueron negativas. Esto les ha pillado por sorpresa", señala una fuente diplomática en Rabat. La huida del GSPC hacia el Sahel, la franja desértica de Malí, Mauritania, Chad y Níger, donde entrena a militantes reclutados en España y otros países de Europa, no ha impedido que desmuestre su arrojo criminal en el corazón de Argel, una ciudad blindada. "Aquí, a quien tememos de verdad es al GSPC", confiesa un jefe policial.
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