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Reportaje:

Pacificadores de aulas

Los tres institutos públicos de Burjassot movilizan a 45 alumnos para que ayuden a sus compañeros a arreglar sus conflictos

Ignacio Zafra

Durante décadas, los conflictos en los institutos se resolvieron aplicando el principio de autoridad. El profesor hablaba y su voz, salvo excepciones, era obedecida con la naturalidad con la que se acata una orden en un cuartel: el alumno recibía el castigo y la familia se alineaba con el profesor. Asunto arreglado.

Para bien y para mal aquella época ha desaparecido. Ha cambiado el alumnado, ha cambiado el modelo tradicional de familia y la relación de ambos con el centro. El principio de autoridad por sí solo ya no alcanza. Lo explica María José López, directora del instituto Federica Montseny de Burjassot: "Hasta ahora, los problemas de convivencia se resolvían con actuaciones punitivas. Pero es que la dinámica de funcionamiento era otra. Tenías un caso conflictivo o dos, como mucho tres en todo el curso. Pero cuando resulta que lo que hay es un problema de crisis de autoridad, cuando no se responde a la dinámica de tres alumnos, sino de 300, no puedes utilizar sólo un sistema punitivo. Hay que hacer que también los alumnos cambien, reflexionen, que establezcan otra escala de valores".

"Las sanciones no bastan cuando en vez de tres tienes 300 conflictos al año"

Los problemas de convivencia en los centros educativos, cuya máxima cota mediática son los casos de acoso escolar grave y las agresiones a profesores grabadas con teléfonos móviles, tienen que ver con el profundo cambio social experimentado en los últimos años. Intentar explicarlo daría pie a muchas discusiones, tratados sociológicos y a reflexiones sobre el posmodernismo.

En Burjassot, una población de 38.000 habitantes pegada por el noroeste a la ciudad de Valencia, reflexionan sobre ello, y también han empezado a utilizar nuevas herramientas. Una de ellas, la mediación, se ha extendido a los tres institutos públicos de Burjassot, en un proyecto financiado por el Ayuntamiento, el Centro de Formación, Innovación y Recursos Educativos, La CAM, La Caixa y las Ampas de los centros, en los que estudian 1.200 chavales de 13 a 18 años. Se han implicado 45 alumnos.

"Nos dedicamos a intentar resolver los conflictos que hay entre los alumnos", cuenta Mireia Sánchez, 16 años, estudiante de 4º de ESO del Federica Montseny. "Nosotros no somos jueces, ni decimos quién tiene la culpa y quién no. Solamente los sentamos, hacemos que se escuchen respetando unos turnos y que traten de alcanzar un acuerdo. Nosotros somos los árbitros, y lo supervisamos". Muchos conflictos empiezan con algo de poca monta, sigue Sánchez, "pero pueden crecer como una bola de nieve. Y nosotros somos el árbol que intenta pararla".

La figura del mediador puede ocuparla un profesor, un administrativo o una madre. "Pero nosotros pensamos que lo más interesante es que sea el propio alumnado. ¿Por qué? Porque hay conflictos a los que tú nunca vas a llegar. Porque no los conoces, aunque puedas tener indicios", explica López.

No es fácil que una profesora sepa que la razón por la que un chaval no puede ni ver a un compañero es que su ex novia lo es ahora del otro. O que, como le sucedió a Mireia en su primer caso de mediación, el odio entre dos antiguas amigas llegó al límite el día en que una de ellas suplantó en el Messenger a la otra, y se dedicó a ofender en su nombre a todos sus contactos.

La mediación, a la que las partes se someten de forma voluntaria, tiene sus reglas y exige formación. El Federica Montseny, el Vicent Andrés Estellés y el instituto Comarcal, tres centros que no son especialmente conflictivos, pero que ni quieren ni pueden poner trabas a la entrada de chavales con necesidades especiales en un área en la que no faltan (ahí al lado, enfrente de dos de ellos, se levantan las 613 viviendas); y que no acogen un número desproporcionado de alumnos inmigrantes, pero ahí están las aulas de Primaria para leerles el futuro, han organizado este fin de semana un curso para sus mediadores impartido por expertos.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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