¿A qué distancia estamos de Virginia?
El mismo día en que un estudiante de la Universidad de Blacksburg en Virginia mataba a 32 personas, uno de mis alumnos de 1º de ESO en un instituto de Medina Sidonia, en la provincia de Cádiz, me enseñaba la foto de una de sus aficiones favoritas: un rifle. Yo le pregunté que si le parecía bien tener como afición matar animales simplemente por entretenimiento; él me respondió que como a otros les gusta el fútbol, a él le gustaba el rifle, "además tengo la licencia de armas, soy legal". ¿A qué distancia estamos de Virginia? Como es sabido, los estudiantes han sido tradicionalmente un barómetro del estado de la sociedad; los estudiantes protagonizaron el Mayo del 68; en Tiananmen los estudiantes cuestionaron el Gobierno de la República Popular China en el 89; y aquí, en suelo patrio, algunos adultos perfuman su biografía con el hecho de haber corrido detrás de los grises, la represiva policía de Franco, para acosar a la dictadura. Lo que ocurre en las aulas es siempre un síntoma de lo que ocurre en la sociedad; los asesinatos indiscriminados de Virginia revelan, probablemente, un malestar de una sociedad en crisis, que tolera las armas, ya sean cotidianas, ya sean de alta precisión, para la búsqueda de terroristas y ficticias armas de destrucción masiva, y que abandera valores manifiestamente equívocos: el éxito a toda costa o la creencia de que el individuo se basta para vivir, cuando, como sabemos, sólo el individuo alcanza sus éxitos con una adecuada socialización. ¿Estamos cerca de Virginia? La distancia la marcará, sin duda, la calidad que imprimamos a la sociedad que construimos viviendo.
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