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Más del 30% de los jóvenes de 14 y 15 años que bebe es adicto al alcohol de adulto

El consumo de alcohol por los adolescentes es mucho más que un problema de botellones o resacas. El impacto de la bebida en unos cerebros que están todavía en periodo de formación hará que al menos uno de cada tres jóvenes que empieza a beber a los 14 o 15 años tenga en el futuro que enfrentarse a una adicción a la bebida.

El dato, presentado ayer en Madrid por Aaron White, de la Universidad de Duke, puede ser aún peor: en el alcoholismo influyen aspectos biológicos y también sociales. Si en la familia del menor hay antecedentes de alcoholismo, la proporción de futuros adictos llega al 48%.

Los resultados en otros tramos de edad son coincidentes. Para los que empiezan a beber a los 13 años o antes, las proporciones de futuros alcohólicos son del 26% si no hay antecedentes familiares, y del 57% si éstos existen. La tendencia disminuye con la edad.

La causa es que, en contra de los que se creía hasta hace poco, el cerebro sigue formándose durante la adolescencia. En ese periodo (que los expertos sitúan entre los 10 y los 20 años) el cerebro es muy plástico, dijo ayer White en Madrid. Se redefinen las conexiones sinápticas -el cableado de las neuronas- y se ve afectada la memoria, la capacidad de realizar tareas y la posibilidad de prever consecuencias. Estudios presentados por la psicóloga Susan Tapert, de la Universidad de California en San Diego, confirman que hay varias zonas del cerebro -el lóbulo frontal, pero también el hipocampo o las zonas parietales- que cambian cuando el adolescente consume alcohol.

Pérdida de memoria

La prueba del nueve de este efecto son las pérdidas de memoria temporal que hacen que la persona que ha bebido no se acuerde, en todo o en parte, de lo que le pasó mientras tomaba alcohol, dijo White. Además, la afectación del lóbulo frontal hace que el adolescente tome riesgos de todo tipo (al volante, sexuales, económicos).

La solución, coincidieron los expertos, es prohibir la publicidad de alcohol y su venta y consumo por menores de edad. Según los cálculos de las autoridades sanitarias estadounidenses, pese a la prohibición, más del 20% de los 120.000 millones de dólares (89.000 millones de euros) en bebidas alcohólicas que se facturan en el país lo gastan los adolescentes, lo que arroja unos 20.000 millones de dólares (15.000 millones de euros) de ventas a menores. El tratamiento de sus efectos cuesta el triple.

La ministra de Sanidad, Elena Salgado, ahondó en el tema. Antes, en España, los adolescentes se iniciaban en el consumo de alcohol de manera paulatina dentro de la familia. Este modelo mediterráneo se ha perdido, y el consumo se concentra en los fines de semana y sin supervisión de adultos, dijo Salgado.

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