La mala educación cuesta dinero
Empresarios, educadores y políticos analizan la educación como herramienta de competitividad y desarrollo
Los países con mayores cotas de educación aumentan su competitividad y se desarrollan más. Los que no las tienen lo acaban pagando, bien como factura a cargo de la Administración o bien como pérdida de competitividad en las empresas. En esto coincidieron ayer empresarios, profesionales y políticos reunidos en una jornada sobre educación y competitividad convocada por Caixa Manresa.
Los empresarios dejaron patente que la mejora de la formación les preocupa porque afecta a sus empresas. La preocupación tiene base porque el nivel formativo flaquea: uno de cada tres jóvenes españoles no logra terminar la ESO y muchos acaban ocupando trabajos con baja cualificación.
El ex secretario general del Ministerio de Educación Francisco López Rupérez dio cifras estremecedoras: las autoridades de Canadá han calculado que rebajar del 34% al 10% la tasa de alumnos que no acaban el bachillerato hubiera tenido para el país un impacto de 20.000 millones de euros entre los años 1989 y 2000 en forma de mayores ingresos tributarios y ahorro de gastos para combatir la conflictividad social.
En España las deficiencias del sistema educativo suponen para las arcas públicas un coste de 1.000 millones de euros al año para atender a los alumnos repetidores, afirmó el secretario general del Ministerio de Educación y Ciencia, Alejandro Tiana.
La preocupación de los empresarios va por caminos paralelos. "Se necesita gente preparada, pero también con ganas de emprender", dijo el presidente de la empresa de ingeniería de sistemas GTD, Ángel Ramírez. "Faltan ingenieros y en nuestra empresa estamos trayéndolos de fuera", agregó Ramírez. Otro empresario, el presidente de Media Planning, Leopoldo Rodès, afirmó que hace tiempo que se acabó el periodo en el que España era "la fábrica barata de Europa".
Ponentes como la ex ministra de Educación del PP Pilar del Castillo y el ex presidente Jordi Pujol insistieron en la necesidad de vincular más la educación con el mundo económico.
Asistieron también los consejeros de Economía y Finanzas, Antoni Castells, y de Educación, Ernest Maragall.
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