_
_
_
_
Reportaje:

La realidad del sueño americano

Caixafòrum presenta 483 obras en la mayor retrospectiva nunca dedicada al fotógrafo estadounidense Lee Friedlander

"Mucho antes del debate actual sobre la fotografía, Friedlander borró los límites entre la invención y la reproducción de la realidad. Ha estado renovando la tradición durante 50 años y sigue haciéndolo". Lo afirmó Peter Galassi, conservador jefe de fotografía del Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York y comisario de la exposición dedicada a Lee Friedlander, que recala en Caixafòrum, la sede de la Fundación La Caixa en Barcelona, tras su estreno en el MOMA, y su paso por Múnich y París. La exhibición, abierta hasta el 24 de junio, reúne 483 obras, realizadas entre 1956 y 2006, todas en blanco y negro, excluido un pequeño conjunto de retratos en color para portadas de discos de jazz, recuerdo de cuando se ganaba la vida haciendo fotos para revistas y publicidad.

La irrupción de Friedlander (Aberdeen, Washington, 1934) en una escena marcada por el grave humanismo de los autores posbélicos, fue un soplo de aire fresco. Su voluntad de inmortalizar "el paisaje social estadounidense" y los aspectos más épicos de la cotidianidad, no le impidieron añadir a su mirada una buena dosis de ironía y humor.

Hay muchos ejemplos en la serie que le hizo célebre, Los monumentos americanos, de mediados de la década de 1970, como el caballo sin caballero de Arizona en homenaje a un prohombre de ficción, Tom Mix, el héroe de las películas del Oeste, y Father Duffy, el caballero sin caballo, perdido en el tráfico de la neoyorquina Times Square. "Aunque viajó mucho, siempre fue mejor fotógrafo en Estados Unidos. Según él, sólo Cartier-Bresson se sentía en casa en todo el mundo", indicó Galassi.

Lo que más captura la atención en medio de tan prolífica producción es la interacción del conjunto de los elementos que componen la foto: espejos, ventanas, puertas, escaparates, marcos y pantallas televisivas, en una alternancia obsesiva entre interior y exterior, que crea un curioso efecto de imágenes concatenadas. Friedlander funde la lección del francés Eugène Atget y del neoyorquino William Klein en lugares enigmáticos en medio de la nada, carreteras, esquinas, cruces y panoramas fragmentados por tendidos eléctricos, que demuestran su asombrosa capacidad de "trasformar los errores fotográficos en aciertos seductores".

"Friedlander es como Balzac, quiere incorporar a su obra todos los personajes de la comedia humana, por eso hace series de muchas fotos que ha reunido en más de 20 libros", explicó Galassi, quien excusó la ausencia del fotógrafo, que se encuentra en Barcelona, pero que rehúsa cualquier contacto con la prensa desde hace años. "Dice que lo ha dejado todo menos el trabajo", precisó el comisario.

A lo largo del recorrido, el cuerpo humano va ganando presencia con las imágenes de los obreros de las siderúrgicas de Pensilvania; los desnudos femeninos, a menudo abiertamente sexuales y ejemplares de su nula preocupación por lo políticamente correcto; varios autorretratos y retratos de amigos y familiares, donde destaca su esposa italiana, Maria, y su hijo Erik, músico de jazz y virtuoso del violonchelo, que tocará en Barcelona el mes que viene.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tras haber trabajado desde 1955 con una Leica de 35 milímetros, pequeña y resistente, a principio de 1990 su creciente deseo de fotografiar los paisajes del mítico Oeste le llevó a cambiarse a una Hasselblad Superwide de objetivo gran angular, capaz de abarcar porciones de realidad mucho mayores. "Descubrir que la nueva cámara expande el espacio y da al espectador la sensación de poder penetrar en la foto y agarrar sus elementos, le impulsa a retomar todo su trabajo para renovarlo", aseguró Galassi, y añadió: "Sabe que trabaja con una tecnología en vía de extinción, seguro de que si fuera joven estaría utilizando técnicas digitales".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_