La maja de Kansas
Le echa valor a la vida la mezzosoprano estadounidense Joyce DiDonato. Porque hay que tener agallas, para presentarse en un ciclo de lied, frente a un público "especializado", sin una sola canción en alemán, y un punto de osadía para comparecer en Madrid con un recital basado en obras emblemáticas de Granados, Falla y Montsalvatge. Calentó motores, en francés, con Bizet y se lució, en italiano, con Rossini, dejando bien claras desde el principio sus dotes comunicativas y su irresistible simpatía. Hasta aquí no había sorpresas, claro, ya que la mezzosoprano es una intérprete consumada de Rossini, con una componente operística de muchos quilates, que lo contagia todo. Pero, ¿y lo español? ¿Cómo se iba a desenvolver la sonriente cantante de Kansas ante los fantasmas de iconos de referencia como Victoria de los Ángeles o Teresa Berganza, que merodeaban a sus anchas anteayer por el teatro de La Zarzuela?
DiDonato comenzó con la Elegía eterna y las Majas dolorosas, de Granados, conteniendo la sonrisa, acentuando la faceta expresiva y mostrando una pronunciación, una dicción absolutamente impecables. Las Siete canciones populares de Falla eran la prueba definitiva. DiDonato diferenció cada una de ellas con una caracterización precisa e imaginativa. Sin imitaciones, a su manera. Pero con una fuerza, una sensibilidad y un empuje extraordinarios. No recuerdo a ningún cantante extranjero en la actualidad con tanta soltura en este repertorio. Sopló un segundo después de Falla, para ver qué sucedía. La reacción del público subrayó que había triunfado y, así, en Montsalvatge se mostró más relajada si cabe. Sus dos rossinis ofrecidos como propinas fueron fantásticos y libérrimos, y su Canción de cuna para dormir a un negrito, el broche de oro de un recital arrollador. DiDonato y Drake salieron en Madrid por la puerta grande.
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