Ellas toman El Prado
En noviembre de 1991, el Museo del Prado abría sus puertas a 12 artistas contemporáneos. Era la primera vez que el gran templo de la pintura antigua dejaba traspasar el genio de creadores contemporáneos. Alfaro, Arroyo, Barceló, Chillida, Gaya, Gordillo, Pérez Villalta, Ràfols-Casamada, Rivera, Rueda, Saura y Torner expusieron creaciones inspiradas en obras maestras del museo. Dieciséis años después, la iniciativa se repite, pero sólo con mujeres. Doce artistas, todas ellas nombres indispensables en la creación contemporánea y pertenecientes a distintas generaciones y estilos, protagonizan la exposición que a partir del 9 de mayo se inaugura en las salas de exposiciones temporales del museo. Son Isabel Baquedano, Carmen Calvo, Naia del Castillo, Cristina García Rodero, Cristina Iglesias, Carmen Laffón, Ouka Leele, Eva Lootz, Blanca Muñoz, Isabel Quintanilla, Soledad Sevilla y Susana Solano.
Los artistas tenían que dialogar con los grandes de la pintura antigua en un lenguaje rompedor
"La mirada de los niños en Valázquez que impresiona. Mi nieta tiene esa misma expresión" (Quintanilla)
La propuesta de convertir el Prado en un territorio de mujeres surgió de la Fundación de Amigos del Museo del Prado hace menos un año a propósito de conmemorar su cuarto de siglo de existencia. Y lo más especial que se les ocurrió fue invitar a 12 artistas españolas a exponer su obra en el Prado (en la colección del museo figuran pocas pintoras, entre ellas, Clara Peeters y Artemisia). El profesor y crítico Francisco Calvo Serraller fue el encargado de elaborar esta delicada lista. Tenían que estar representadas el mayor número de tendencias y formas de expresión de las muchas artistas que hacen que el arte español viva un momento especialmente dorado. Y hay muchos nombres. Más de los que están.
El desafío fue acogido con gran entusiasmo por todas. Se trataba de dialogar con los dioses de la pintura antigua con el lenguaje más rompedor del siglo XXI. Los grandes maestros tenían que servir de inspiración para unir el pasado con el presente. Litografías, aguafuertes y fotografías han sido el soporte utilizado. Velázquez, Goya, el Greco y Murillo son los que más obras han inspirado a las mujeres.
Ouka Leele (Madrid, 1957) ha escogido Las meninas, de Velázquez, para retratar unas esplendorosas bailarinas. La fotógrafa se emocionó ante la idea de trabajar en el Prado y exponer en él, un sentimiento que comparte con las otras artistas. "Muy pronto descubrí el Prado y sus misterios, su vida intensa y, para mí, contemporánea. Aprendí y vi y sentí que en esos cuadros podía encontrar la libertad de sentirme cerca de personas que se habían atrevido a cruzar al otro lado, para visitar el mundo intangible, donde habitan la belleza, la música, la armonía, la poesía".
La fotografía realizada por Ouka Leele lleva el título de La menina ingrávida: "La menina salta a través de su ventana y se encuentra con los que la contemplamos. Ya nunca podremos mirar Las meninas sin preguntarnos cómo estará pintando Velázquez su menina y por qué ha esperado tantos años para verla volar".
Soledad Sevilla (Valencia, 1944) porta dos litografías coloreadas en torno a la fiesta nacional. Su modelo ha sido Hipómenes y Atalanta, de Guido Reni. "Me impactó desde que lo descubrí en el museo, me atrajo por esa posibilidad de desarrollo sin límites que es la pintura cuando estimula. Establecí una relación entre los personajes del cuadro y una fotografía que capta un instante de una verónica, donde la postura del torero se corresponde con la de Hipómenes en el cuadro. La tela que envuelve el cuerpo desnudo del héroe mitológico y la del capote del torero tienen una equivalencia, así como las figuras del toro y Atalanta. Hipómenes, con ayuda de Venus, lanza durante la carrera unas manzanas de oro y de esa manera consigue vencer. También el torero con inteligencia y el recurso de una tela subvierte la lógica de la situación, venciendo a la fuerza y evitando la muerte".
Eva Lootz (Viena, Austria, 1942) presenta dos fotografías en color inspiradas en los bodegones holandeses. Aves, lustrosos gallos de corral, que llevan impresas las iniciales del virus de la gripe aviar: H5N1. Eva recuerda sus "conversaciones" entre los muros del Prado con toda suerte de animales. Después de todo, dice, lo primero que pintaron las manos humanas fueron los animales. Para ella son imborrables las imágenes del jilguero de El jardín de las delicias, San Jerónimo sacando la espina de la pata del león, los perros de Tiziano o el cordero de Zurbarán. Y la caza, siempre la caza y su anuncio de los placeres de la mesa. Los gallos que protagonizan sus fotografías son de un mercado de Damasco. "Proceden de una sociedad pre-informatizada y en gran medida incluso pre-industrial, y que aun estando presos por un cordel que les sujeta la pata, conservan algo de la belleza y dignidad de ser criaturas, aunque sean prisioneras".
Carmen Calvo (Valencia, 1950) recrea La maja y los embozados de Goya en una versión cuajada de ojos. Su segundo trabajo también se inspira en los desastres de Goya y representa un albañil herido, ayudado por sus compañeros de tajo. "Tras indagar entre las grandes obras que se encuentran en el Museo del Prado, elegí a Goya como pintor que refleja la crítica social y el humor sarcástico que influyó a Buñuel. Mi propuesta es la fotografía llevada al negativo creando el efecto trompe l'oeil al superponer unos ojos en volumen. Es la mirada sobre la propia mirada".
Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) recrea la Villa Médicis de Velázquez en sus dos trabajos. Dos paisajes oscuros con figuras ocultas e inquietantes ocultas tas unas verjas de cáñamo. Recuerdan las esculturas e instalaciones para espacios públicos que esta artista ha instalado en numerosas ciudades europeas.
Isabel Baquedano (Mendavia, Navarra, 1936) se fija en La expulsión del paraíso de Fra Angelico. Prefiere que su trabajo se explique solo y, enemiga de teorizar, confiesa que siempre ha admirado a Fra Angelico por su simplicidad de medios. "Me interesan los protagonistas de un diálogo esperanzador que en actitud reverente crean una atmósfera de insólita belleza".
Cristina García Rodero (Puertollano, 1949) hace un doble retrato de visitantes del Prado. Son dos versiones de espectadores ante la radiografía de un cuadro de Rafael que figuraba en la exposición El trazo oculto. El visitante es un protagonista deslumbrado ante los tesoros que contempla.
Isabel Quintanilla (Madrid, 1934) ha utilizado sus buriles para un peculiar bodegón en el que junta agua y ajos con un reloj de impronta surrealista. Pero el paso del tiempo lo recoge mejor el retrato de una niña, nieta de la artista, que ofrece agua en un vaso de Duralex. "Me he inspirado en Las meninas de Velázquez. La mirada de los niños en su obra siempre me ha impresionado. Mi nieta Anabela [Ana Isabel] tenía esa misma expresión cuando hice el grabado".
Blanca Muñoz (Madrid, 1963) se ha fijado en las gorgueras de los personajes de los cuadros del Greco para unas esculturas planas con adornos metálicos. "Me inspiré en el sobrio Retrato de caballero de Maino (1600-1605) y en la exuberante toca de viuda de María de Médicis pintada por Pourbus en 1617. Ambas obras, como cualquiera de las otras muchas con estas características, me atraían y me hacían imaginar de repente como si los ilustres retratados estuvieran ensalzados y sostenidos por una suerte de pedestales blancos, ligeros e inmaculados, volátiles y caprichosos".
Susana Solano (Barcelona, 1946) aporta la fuerza de sus esculturas en dos composiciones de suaves colores que semejan puros estudios de un cuadro. Solano ha optado por la abstracción para hablar de la majestuosidad del Prado.
Carmen Laffón (Sevilla, 1934) ha trabajado frente a dos fragmentos de El sueño del patricio de Murillo. En el primer trabajo retrata un cesto; en el segundo, una mesa. "Murillo", dice, "me resulta muy familiar: nací, crecí y vivo en la proximidad de los lugares donde él vivió".
María del Castillo (Bilbao, 1975), posiblemente la creadora emergente del grupo, expone dos grandes fotografías. En la primera reproduce una medalla sobre la piel de una modelo. En la otra se introduce junto a santa Bárbara en una peculiar versión de un díptico del primitivo flamenco Robert Campin, Heinrich von Werl y San Juan Bautista. "Me han interesado aspectos diferentes de cada uno de los cuadros: la historia de santa Bárbara y el espejo convexo en Von Werl y San Juan Bautista. Juego con elementos de la representación pictórica y con elementos reales, uniendo así fantasía y realidad, pasado y presente".
La exposición 'Doce artistas en el Museo del Prado' podrá verse desde el próximo 9 de mayo hasta el 15 de julio.
El arte de las mujeres
Por Francisco Calvo SerrallerCuando hace poco más de quince años, en 1991, el Museo del Prado abrió por primera vez sus puertas a doce de los mejores artistas españoles vivos para que reinterpretaran los cuadros que la pinacoteca atesora, no había ninguna mujer entre ellos. Dieciséis años después, el museo y la fundación de amigos de la institución han decidido repetir la experiencia, pero en esta ocasión los artistas invitados son únicamente mujeres.¿Sólo premeditadamente mujeres? ¿Estamos, pues, ante un nuevo caso de lo que se ha dado en llamar ?política de género?? Pues no. En el terreno del arte, por ejemplo, el cambio que se ha producido en los últimos años es de tal dimensión y calidad que entre los artistas españoles más reconocidos nacional o internacionalmente, una mayoría abrumadora son del género femenino. En este sentido, si comparamos la representatividad y, por supuesto, la calidad de las dos experiencias consignadas, la de 1991 y la de ahora, resulta que es difícil o muy poco ponderado afirmar que las artistas que exhibirán su obra en el Museo del Prado no estén sobradamente legitimadas para hacerlo al margen de su sexo, o, lo que es lo mismo, que se lo merecen. En esta exposición hay artistas veteranas y jóvenes, pero quién, analizando objetivamente su trayectoria, su obra y los resultados de esta experiencia específica de su soberbio diálogo con los grandes maestros antiguos del Prado, podría discutir que no han respondido con creces, se mire por donde se mire, a tan alto desafío. Veteranas o jóvenes, han llegado a la cima con mucho esfuerzo y merecimientos propios, y en casi todos los casos con manifiesta revalidación internacional. Sin necesidad de hacer distingos sobre los valores y peculiaridades de unas u otras, quien visite la exposición y contemple las obras que han realizado se dará cuenta de la extraordinaria calidad de sus trabajos y descubrirá no sólo cómo un artista actual mira a sus colegas de antaño, sino cómo el buen arte salta sin problemas por encima del tiempo. Ante esta evidencia, en España el mejor arte parece cada vez más una cuestión de mujeres.
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