Aragón continúa en alerta "porque el peligro no ha pasado"
Las inundaciones en los campos seguirán varios días, aunque se descartan daños en los núcleos urbanos de la Ribera Baja del Ebro
La punta de la riada alcanzó ayer por la noche el último pueblo de la Ribera Baja de Aragón. Aunque los diques aguantaron, los alcaldes de las localidades de El Burgo, Fuentes, Quinto y Pina de Ebro aseguraron que la altura del río era la misma que en 2003. "Quizá el río esté más sucio, pero la altura es la misma", remarcó Maria Pilar Palacín, alcaldesa de Fuentes. Las autoridades aragonesas acordaron mantener el nivel dos de alerta hasta el sábado, entre otras razones porque esta riada es más persistente que la de hace cuatro años y las tierras ya no pueden tragar más agua. Además, la de esta semana ha sido la tercera avenida de los últimos meses. "El peligro no ha pasado", aseguró ayer el consejero de Medio Ambiente, Alfredo Romé.
La riada es más persistente que la de 2003 y las tierras no pueden tragar más agua La rotura de las motas ha sido clave para evitar que el agua llegase a los pueblos
Por esa razón, la Guardia Civil recomendó ayer desalojar de forma preventiva varias urbanizaciones alegales en zonas próximas a Zaragoza, concretamente entre las localidades de Movera y Pastriz y en Alfajarín. Los desalojos se produjeron por miedo a que las casas quedasen rodeadas por el agua, como ocurrió.
Entre tanto nerviosismo, el mayor signo de tranquilidad lo daba ayer por la tarde Martín Llanas, diputado provincial que coordinaba los servicios de bomberos y las actuaciones de la diputación zaragozana. Llanas, como todos los Jueves Santos después de los oficios, se encerró en su domicilio a custodiar las llaves del sagrario. Hasta hoy por la noche. Una tradición de hace 400 años. "Si fuese necesario saldría antes, pero si no hay novedades es que todo está bajo control", explicaba.
La Diputación de Zaragoza y el Gobierno de Aragón han puesto estos días todos los medios al alcance de los vecinos. Desde el pasado lunes, se han empleado más de 500 vehículos, 100 de ellos en la zona de Pradilla, la más afectada. Los vecinos de esta pequeña localidad zaragozana llevan intranquilos desde el lunes. El miércoles por la noche, un centenar de personas decidió abandonar el pueblo ante el temor de que una mota se rompiese y el agua llegase al núcleo urbano. No hubo que lamentar males mayores, y los vecinos volvieron a sus casas a primera hora de ayer. La mayoría de ellos eran personas mayores y con problemas de movilidad.
Aunque nadie se atreve a hacer una previsión de los daños ocasionados por la riada, todo apunta a que la superficie anegada no llegará a las 25.000 hectáreas de 2003, cuando se perdió el 5% de la huerta de la comunidad y los sistemas de abastecimiento y riegos quedaron destrozados. Aquella riada también trajo consigo el desalojo de dos pueblos, Novillas y Pradilla, algo que no ha ocurrido en esta ocasión. Un portavoz de Protección Civil en la Ribera Alta recalcó ayer la importancia que ha tenido el haber roto las motas para que el agua llegase más laminada y no entrase a los cascos urbanos. "Es más barato reponer 100 hectáreas de campos de cultivo que una vida humana", aseguró.
La punta de la riada llegaba ayer por la tarde a Zaragoza sin causar grandes problemas. La avenida sostenida y en meseta -más ancha y más persistente que la anterior- no superó los 2.256 metros cúbicos por segundo ni los 5,13 metros de altura. Lejos de los 3.000 de caudal y los 5,73 metros de 2003.
A pesar de que los servicios de emergencia de la capital llevan en alerta varios días, los bomberos de Zaragoza apenas tuvieron intervenciones. Las pocas que hubo fueron "anecdóticas. La mayoría de los bajos que se inundan en la margen izquierda de la ciudad cuentan con sistemas de bombeo propios", afirmó un responsable de los bomberos. Hace cuatro años, el agua hizo estragos en los garajes de algunas zonas y cegó sistemas de abastecimiento. Ayer por la tarde, sin embargo, no se tenía constancia de problemas en la red de abastecimiento. Tan sólo hubo que cortar el agua en la localidad de Utebo. Había que evitar problemas de desagüe. El suministro se reanudó a primeras horas de la noche.
A su paso por la capital aragonesa, el río superó las obras de la Exposición Internacional de 2008 sin causar ningún desastre. Sólo se inundaron las zonas previstas. Francisco Pellicer, director de contenido de la Expo, recordaba que el parque fluvial, la zona más extensa del recinto, "es inundable". "Hay una mota que impide que el agua entre con energía y con residuos, porque la obra no está terminada. Además, un sistema de válvulas hace que el agua entre despacio por el freático. Los niveles de supresión del agua están controlados", explicó. La lluvia caída desde principios de semana ha frenado, eso sí, los trabajos de la Expo. El director general de Infraestructuras, Eduardo Ruiz de Temiño, cifraba el retraso en apenas tres días. Pese a ello, la obra sigue adelante y sus responsables recuerdan que el lugar se eligió sabiendo qué ocurría porque el lema de la muestra es "agua y desarrollo sostenible".
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