_
_
_
_
Reportaje:

Abrazados al tiburón

Un grupo de escolares pasa la noche en el acuario de A Coruña

El pequeño de cuatro años despidió el lunes a su hermana Ana, de nueve, convencido de que quizás no volvería nunca de esa extraña excursión que tenía ilusionada a la niña desde hacía días: pasar la noche en el acuario de A Coruña rodeada de peces y tiburones. "Se cree de verdad que en vez de darle yo de comer a los tiburones, me comerán ellos a mí", comenta entre risas Ana.

¿Miedo al escuálido más voraz y tema central del exitoso programa de actividades nocturnas infantiles que organiza el Aquarium Finisterrae en esta semana de vacaciones escolares? Ni pizca. La imagen del tiburón come hombres es para Ana y sus 19 compañeros de grupo, de entre 7 a 11 años, ficción, historia de cuentos o de películas de terror. Ellos viven entusiasmados la experiencia de pasar la noche hablando de estos peces, aprendiendo a reconocer las distintas familias que habitan en la costa gallega, dándoles de comer y rodearse de ellos para dormir -o al menos intentarlo- en la Nautilus, la sala sumergida en el mar que recrea el famoso submarino de la novela de Jules Verne.

El momento esperado de la noche es cuando darán de comer a los alitanes negros

Las estrellas de la noche son Gastón y Hermosa, la pareja de tiburones toro, los más grandes del acuario coruñés (más de tres metros de largo) y omnipresentes, pues dan vueltas sin cesar. "Saber que están en una pecera cambia la cosa", apunta con picardía la pequeña Claudia.

Hay lista de espera para participar en el programa Durmiendo con tiburones que organiza desde hace dos años Museos Científicos Coruñeses durante las vacaciones del curso académico. Las inscripciones, por teléfono, se agotan en un par de horas. Durante esta Semana Santa, 160 niños, en grupos de 20 cada noche, lograron plaza para vivir 16 horas, de siete de la tarde a 11 de la mañana, en un mundo submarino. Para muchos es la primera vez que duermen fuera de casa.

Ganan por goleada en número las niñas. Marta, una de las dos monitoras, confirman que ellas "arrasan en todas las convocatorias". "Es que las chicas son más animadas", explica el pequeño Luis. Él y su amigo Ricardo fueron los únicos de sus amigos de colegio que prefirieron los tiburones al fútbol o al cine. Sofía, "nacida en el 2000", es la más pequeña del grupo. Como la casi totalidad, es una niña urbana de la costa que conoce el mundo marino a través del acuario, al que vino múltiples veces. "Mira, ahí tienes una manta raya. ¿No sabes? Son esos que se esconden en la arena", explica.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Esta vez tiene al fin ocasión de estar en contacto con tiburones sin vidrio de por medio. Y a Sofía, como a los demás, sin excepciones, es lo que más ilusión le hace: el momento más esperado de la noche es cuando darán de comer a pequeños alitanes negros, una de las especies más comunes en aguas gallegas, que fueron, para la ocasión, llevados a una pecera en la zona de cuarentena del acuario, normalmente vetada al público. Primera parada en la cocina para recoger el pescado fresco que luego echarán a los tiburones. Los pequeños se agolpan dentro de la cámara frigorífica "que huele a pescadería de verano", para ver la cabeza "feísima" y enorme de un marrajo, "el tiburón más rápido". A Manuel, el fuerte olor le produce náuseas. Sale escopeteado "para no vomitar".

La desilusión se desvanece rápido. Un taller para fabricar un diente de tiburón en yeso que se llevarán de recuerdo y una película sobre estos escuálidos preceden a la acampada nocturna en las profundidades marinas de la Nautilus. Entre peces y risas, apenas hay tiempo para dormir.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_