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Reportaje:¿POR QUÉ SIGUEN IMPUNES KARADZIC Y MLADIC?

Ni busca ni captura

Ramón Lobo

El general serbobosnio Ratko Mladic, acusado de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra en Bosnia-Herzegovina, es en realidad una pequeña bola escondida debajo del cubilete de un trilero. El trilero desplaza el recipiente junto a otros dos vacíos para evitar que el timado gane la partida. El problema de la metáfora es que no existe consenso sobre el papel de los actores: para unos, el embaucador es Serbia, y el engañado, la llamada comunidad internacional, más empeñada en apostar dónde está la bolita que en detener un juego ilícito. Para otros, los dos anteriores están en el mismo bando, y las víctimas son la justicia y las personas que padecieron los delitos más graves en suelo europeo desde la II Guerra Mundial: 150.000 muertos y más de 20.000 mujeres violadas.

Carla del Ponte, fiscal jefe del TPIY, parece cansada de luchar contra molinos de viento
"Hasta 1998, mucha gente sabía dónde estaba Karadzic", dice un superviviente de Srebrenica
De Prado: "La justicia total es imposible en una situación como la vivida en los Balcanes"
Numerosas noticias han situado a Karadzic y Mladic en decenas de lugares durante estos años
Fuentes de la UE: "De los 166 buscados por el tribunal de La Haya, 160 están o han estado a su disposición"
El 26 de abril de 2006, Mladic estaba en un cuartel cerca de Kalinovik. Escapó por diez minutos
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Mladic se mueve impune por Belgrado

Mladic se esconde en el municipio de Belgrado, según el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). Cuenta con la protección de un sector de los servicios secretos militares, de ex compañeros de armas y de una parte importante del espectro político, es decir, del aparato ideológico que sobrevivió casi intacto a la caída, el 5 de octubre de 2000, de Slobodan Milosevic y que condiciona el acercamiento de Serbia a la Unión Europea. Para muchos, su captura sería más valiosa que la de Radovan Karadzic, líder político serbobosnio, y la comparan con la de Augusto Pinochet en Londres en 1998, que provocó el inicio de la verdadera transición en Chile.

Karadzic, de 62 años, jefe de Mladic durante la guerra, acusado de los mismos delitos y cuyo rastro se ha perdido desde 1998, es un caso diferente: se mueve por una zona fronteriza entre Serbia, Montenegro y la República Srpska (entidad serbia de Bosnia), amparado por la Iglesia ortodoxa y las redes del narcotráfico, y fuera, en teoría, del control de las Fuerzas Armadas serbias. No emplea radio ni teléfono, pero ha escrito una obra de teatro, Sitovacija (La situación), todavía sin estrenar. Podría ocultarse en cualquiera de los miles de monasterios o en una casa rural, como el que fuera jefe de la Mafia Bernardo Provenzano, que se mantuvo en la clandestinidad durante 43 años. Según una fuente de los servicios de información bosnios, Karadzic se comunica con su familia a través de la policía serbobosnia, que le sirve de correo. Por la captura de ambos, EE UU ofrece cinco millones de dólares, cinco veces menos que el precio que puso por Sadam Husein.

En Bozinovici, a 80 kilómetros al sur de Sarajevo, el paisaje es lunar, de los que esculpen el carácter: mucho granito y un viento fuerte y gélido. No son más de una docena de habitantes recelosos los que viven en él. Los hombres labran las tierras y pastorean las ovejas embutidos en viejos uniformes del Ejército y de la policía serbia. Una de las últimas viviendas de la derecha pertenece a la familia Mladic. "Estuvo por aquí hace un par de días", bromea Dusko Mladic, de 52 años y primo del general. "No se entregará jamás. Lo de Srebrenica es falso. Nadie cuenta que dio de comer a los niños durante varios días. Aquí todos le quieren, hasta los musulmanes de allá [señala la ladera opuesta del valle] tienen fotos suyas colgadas en el salón. No está enfermo. Aún puede hacer 50 flexiones diarias. Muchos tenemos la tensión alta en Bozinovici y no pasa nada. Yo mismo, si no estoy en 180-90, no me siento bien".

Un kilómetro más abajo está Kalinovik, de 5.000 habitantes antes de la guerra. La gente mira con recelo el todoterreno foráneo. No hay musulmanes. Mataron a 150 en 1992 y nadie se atreve a regresar. "Aquél es el jefe de la policía, uno de los que le protegen", apunta el guía que nos acompaña. "Aquí todos son espías. Nadie pisa la comarca sin que se sepa en el acto". Kalinovik tiene seis caminos para entrar o salir apresuradamente. Cinco de ellos de tierra. Es un área de montañas y bosques con aserraderos ilegales que forman parte de la trama que financia al huido. Según la fuente de los servicios de información bosnios, Mladic se mueve por el lugar en visitas breves: "Le gusta cazar. Conoce la región, está rodeado de su gente, y la frontera de Montenegro está muy cerca. En el parque Zelengora no lo atraparían ni 3.000 soldados de la OTAN".

Carla del Ponte, de 60 años y fiscal jefe del TPIY desde 1999, parece cansada de luchar contra molinos de viento. En la pared de su oficina cuelga un cartel con las fotografías de los últimos seis fugitivos, todos serbios: Vlastimir Dordevic, Goran Hadzic, Radovan Karadzic, Ratko Mladic, Zdravko Tolimir y Stojan Zupljanin. Quiere tenerlos en La Haya antes de septiembre, cuando finaliza su mandato. "Dordevic está en Rusia, y no nos lo van a entregar. Los otros cinco se esconden en Serbia. Sabemos en qué apartamentos de Belgrado estuvo Mladic hasta febrero de 2006. [Vojislav] Kostunica [primer ministro serbio] dice que han perdido la pista. No le creo. En 2006, él y [su jefe de seguridad, Rade] Bulatovic creían que le convencerían de que se entregara. Prometieron que lo tendríamos en abril. Pero fracasaron. Karadzic es diferente. Ningún servicio de información me ha pasado datos, y eso me preocupa. En realidad, nadie le está buscando. Sólo mi oficina y mi equipo de rastreo [seis policías que se mueven por el territorio como loberos solitarios]".

"Hasta 1998, mucha gente sabía dónde estaba Karadzic. Incluso concedió entrevistas a periodistas. Visitaba Pale de día y con pocos guardaespaldas. Habría sido fácil. Deberíamos hablar con Richard Holbrooke [enviado especial de EE UU a Bosnia] y con Carl Bildt [alto representante de la UE entre 1995 y 1997], que son los que debieron de alcanzar algún pacto con él", afirma Emir Suljagic, superviviente de la matanza de Srebrenica, periodista y autor del libro Postales desde la tumba, que en España publicará Galaxia Gutenberg.

Tras los acuerdos de Dayton, firmados el 14 de diciembre de 1995 en París, la OTAN lideró una fuerza que llegó a contar con 60.000 soldados para aplicar el plan de paz. Pese a que Karadzic y Mladic estaban reclamados desde julio por la justicia internacional y que por primera vez desde 1992 había considerables medios militares sobre el terreno, no se consideró su captura. Mladic siguió al mando del Ejército serbobosnio hasta finales de 1996 y fue el encargado de aplicar la parte militar de Dayton. Se movía por la República Srpska en todoterreno con una radio para las consultas con los mandos de la OTAN. "Su captura no vale la vida de tres soldados", afirma una alta fuente.

El Gobierno holandés, traumatizado por el genocidio de Srebrenica (sus cascos azules daban protección en teoría al enclave seguro), propuso en junio de 1996 al director de la CIA, John Deutch, la creación, junto al Reino Unido, Francia y Alemania, de una unidad especial formada por decenas de comandos. La misión secreta consistiría en localizar y capturar criminales de guerra en una operación relámpago. La negativa fue rotunda. Deutch argumentó que la acción pondría en peligro la aplicación de los acuerdos de paz, revelan Cees Banning y Petra de Koning en Het Joegoslavie-Tribunnal (El tribunal de Yugoslavia).

El asunto se discutió de nuevo en septiembre de 1996, en la cumbre de la OTAN en Bergen (Noruega), y continuó hasta junio de 1997. El entonces fiscal jefe del TPIY, Richard Goldstone, había introducido una ligera modificación en su función que le permitía solicitar ayuda a las tropas internacionales en la captura de criminales y que había pasado inadvertida para la prensa. EE UU mantuvo su negativa, y el Reino Unido y Francia esgrimieron razones legales (podría violar la soberanía de la ex Yugoslavia, dijeron), de seguridad para las tropas de la OTAN y prácticas, como la ausencia de datos sobre el lugar exacto donde se hallaban los acusados. Sólo Alemania mostró interés.

Numerosas noticias han situado a Karadzic y Mladic en decenas de lugares durante estos años. Muchas de ellas han sido filtraciones de sus redes de apoyo. Pero el hecho es que, pese a estar supuestamente perseguidos por la OTAN, la organización militar más poderosa y con la tecnología más avanzada, el único sitio donde no están es en La Haya, ante el tribunal que los debería juzgar y cuya extinción está prevista para 2010, salvo que el Consejo de Seguridad (Rusia tiene derecho de veto y está en contra de nuevas prórrogas) decida lo contrario. "¿Qué pasaría si en esa fecha aún no los han detenido?", se pregunta Del Ponte. "¿Cerraríamos el tribunal sin ellos? ¿Sería eso impunidad?".

"Cada vez que un convoy de Eurofor [que sustituyó a la OTAN a finales de 2004 y cuenta con 2.500 soldados, frente a los 60.000 de la Alianza en 1996] sale de su base de Sarajevo para realizar una operación en Pale, a 16 kilómetros, lo saben. No es sólo la policía serbobosnia la que informa, también lo hace la viejecita que observa desde casa", dice una fuente europea. "Es una farsa", responde otra fuente que vive en Bosnia. "Las operaciones son para dar la impresión de que se hace algo o para acallar las críticas de Del Ponte. Eurofor ni siquiera tiene una unidad de espionaje en Sarajevo. La única que hay es norteamericana y está para prevenir el terrorismo islámico. Sólo la casualidad permitiría detenerles", añade.

"Ésa es la palabra clave: pretender que se toma acción", apunta Joris Voorhoeve, ministro de Defensa de Holanda en 1995. "En política existen las decisiones farol, que se adoptan sin que exista una voluntad ni los medios para llevarla a cabo. Hay resoluciones de la ONU que caen en esta categoría. Ahora está sucediendo en Darfur", asegura. "El hecho de que Karadzic y Mladic no hayan sido detenidos demuestra que la voluntad de la comunidad internacional ha sido limitada, y esa falta de voluntad dificulta la transición de Serbia y de la República Srpska hacia la democracia e impide que la gente se libere de un nacionalismo patológico que niega los crímenes".

"Las críticas son injustas. De los 166 buscados por el tribunal de La Haya, 160 están o han estado a su disposición. Las fuerzas de la OTAN en Bosnia han logrado capturar a 39. No se puede decir que no se ha hecho nada", asegura una fuente de la UE.

En julio de 1997, 18 meses después de la llegada de las tropas de la OTAN, un comando del Ejército británico trató de detener a Dimo Draljaca, ex jefe de policía de Prijedor. En el forcejeo, Draljaca, que dormía armado, perdió la vida. Esta acción unilateral rompió un acuerdo tácito entre los cinco países que estudiaban la creación de una fuerza y puso en fuga a otros acusados. La mayoría pasó a la clandestinidad. Se había perdido una oportunidad extraordinaria para capturar a Radovan Karadzic y Ratko Mladic.

En el cementerio de Lucavica, un barrio serbio al sur de Sarajevo, hay actividad. Decenas de personas se arremolinan en torno a un altar para rezar un responso. Una cuadrilla de sepultureros prepara a lo lejos tumbas para los futuros difuntos. El camposanto está en una hondonada y tiene una ruta de escape. "Detrás de esos árboles, al otro lado de la carretera, había una posición francesa", asegura la fuente de los servicios secretos bosnios. "Les advertimos de que Mladic iría en septiembre de 2003 a visitar la tumba de su madre [fallecida en agosto]. Llegó a las cinco y media de la tarde, después de que pasara la última patrulla de Sfor [Fuerzas de Estabilización de la OTAN]. La policía de la República Srpska le dio cobertura. Estuvo 20 minutos y nadie hizo nada".

"Hubo otra ocasión el 26 de abril de 2004. Mladic estaba en el cuartel que existía cerca de Kalinovik. Pero descubrieron al topo y escapó por 10 minutos. Desde que comenzó [en septiembre] el llamado juicio de los 11 en Belgrado [contra parte de la red de apoyo], Mladic ha regresado a Bosnia. Se ha movido por Nevesinje, Cajnicde, Foca, Visegrad y Gacko. Ha estado en el hospital de Valjevo [Serbia], donde le tratan su problema renal y de la próstata", dice la fuente del espionaje bosnio.

"Con Karadzic también hubo dos oportunidades. Una en otoño de 2000 cerca de Tjentiste. Le estábamos esperando con las tropas alemanas, pero alguien le avisó y su coche dio media vuelta a Montenegro. Los alemanes son los únicos serios, pero cada seis meses les cambian y tenemos que volver a explicarles todo. La otra fue en 2003, cuando la OTAN asaltó una iglesia en Pale. Tenían información de que Karadzic estaba en la casa del cura protegido por 20 hombres armados. Por eso volaron la puerta con una cantidad de explosivo cinco veces superior a la necesaria. Hirieron al sacerdote y a su hijo, pero no encontraron nada. Karadzic se escondía a 150 metros. El soplo pretendía enfrentar a la OTAN con la Iglesia ortodoxa".

"No creo que Mladic esté en Bosnia. Hace años que no va por allí. Es muy peligroso. Puede que en Kalinovik se sienta a salvo, pero su problema es llegar hasta allí, porque tiene que atravesar un territorio hostil en el que se mueven las tropas internacionales. Mladic está en Belgrado cambiándose de apartamento. ¿Para qué modificar un sistema que ha funcionado desde 2002?", pregunta Dejan Anastasijevic, periodista de la revista Vreme (Tiempo).

Mladic se siente atraído por los retos. En 2001, cuando Del Ponte almorzaba en la Embajada de Suiza en la calle de Bircaninova tras haber viajado hasta Belgrado para exigir su captura, el general comía en un restaurante situado a 30 metros de distancia. "Está confirmado", dice la fiscal jefe del TPIY. "¿Se imagina? Podría haber ido yo misma a detenerle".

"Ahora, el gran juego es el futuro Kosovo y tratar de integrar los Balcanes en la UE para lograr una estabilidad a largo plazo en la región, y no Karadzic y Mladic", asegura la alta fuente. "Durante mucho tiempo se optó por no atacar a las redes de apoyo con la esperanza de que no supieran que sabíamos que eran el apoyo. Nos equivocamos. Desde hace dos años presionamos a esa red y a las familias de los fugitivos para forzarles a cometer un error. Pero se ha perdido mucho tiempo", añade.

"La justicia total es imposible en una situación como la vivida en los Balcanes", dice el juez español José Ricardo de Prado, uno de los magistrados internacionales en el tribunal de crímenes de guerra en Sarajevo, que juzga casos que no están en La Haya (hay 10.000 criminales de guerra en Bosnia). "Pero es necesario lograr la suficiente aplicación de justicia para que no quede la sensación de que ha prevalecido la injusticia, por eso es importante la captura de Karadzic y Mladic".

"Un genocidio es irreversible. No se puede negociar porque la gente está muerta. Europa cambia valores y principios por estabilidad. Grave error. No habrá estabilidad en Serbia y los Balcanes si se mantiene lo que creó Milosevic y sostiene Kostunica. ¿Qué sería la UE sin esos valores?", pregunta Suljagic. "Nada se ha aprendido; lo prueba que siguen libres".

Si Mladic es una bolita escondida en el cubilete de un trilero, y Karadzic, un émulo de Provenzano, Bosnia podría ser Filip Sovagovic, cuyo personaje en Tierra de nadie (Oscar en 2002 a la mejor película extranjera) queda tumbado sobre una mina. Artificieros, mandos de la ONU y periodistas se alejan de él pretendiendo que el problema dejó de existir. Ese artefacto, que podrían ser los acuerdos de Dayton que premiaron la limpieza étnica y el genocidio (Srebrenica quedó dentro de la República Srpska), sigue allí, debajo de Sogagovic, preparado para explotar.

El horror de las guerras en la antigua Yugoslavia, condensado en los gestos de refugiados musulmanes bosnios que huían de la localidad de Potocari en 1995.
Mladic (izquierda) y Karadzic, acusados de genocidio y crímenes de guerra, cuchichean cerca del feudo serbobosnio de Pale, en agosto de 1993.
El horror de las guerras en la antigua Yugoslavia, condensado en los gestos de refugiados musulmanes bosnios que huían de la localidad de Potocari en 1995. Mladic (izquierda) y Karadzic, acusados de genocidio y crímenes de guerra, cuchichean cerca del feudo serbobosnio de Pale, en agosto de 1993.REUTERS AFP
Gesto desafiante de Slobodan Milosevic en el banquillo del tribunal de La Haya, en febrero de 2002.
Gesto desafiante de Slobodan Milosevic en el banquillo del tribunal de La Haya, en febrero de 2002.REUTERS
Mladic (izquierda) y Karadzic, acusados de genocidio y crímenes de guerra, cuchichean cerca del feudo serbobosnio de Pale, en agosto de 1993.
Mladic (izquierda) y Karadzic, acusados de genocidio y crímenes de guerra, cuchichean cerca del feudo serbobosnio de Pale, en agosto de 1993.

La acusación de La Haya

La fiscalía del TPIY (Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia)acusó el 25 de julio de 1995 a Radovan Karadzic y a Ratko Mladic de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra en Bosnia-Herzegovina y del bombardeo de Sarajevo que causó la muerte a más de 10.000 civiles en los casi cuatro años de guerra.

El 16 de noviembre de 1995, el mismo tribunal les acusó por segunda vez de genocidio, esta vez por la matanza de Srebrenica. Las tropas serbobosnias asesinaron a más de 8.000 musulmanes. -

Entre los delitos

menores de los que se acusa a Karadzic y a Mladic se encuentran las deportaciones masivas, la toma de rehenes (cascos azules y observadores militares durante los bombardeos de la OTAN en el verano de 1995), la tortura, las violaciones de más de 20.000 mujeres en Foca, Visegrad y Prijedor y la destrucción de bienes para evitar el retorno de los desplazados.

El Tribunal Internacional de Justicia, que dirime asuntos entre Estados, eximió en febrero a Serbia de responsabilidad en la planificación de la guerra de Bosnia-Herzegovina. No afecta en nada al trabajo del TPIY, que dirime responsabilidades penales de individuos, no de Gobiernos.

Srebrenica: la hipocresía de un genocida

En el catálogo de atrocidades que se atribuyen a Ratko Mladic, la matanza de 8.000 varones musulmanes bosnios en Srebrenica, en julio de 1995, es la más espeluznante. El jefe militar serbobosnio brindó con el general holandés al frente de los cascos azules en la zona (que luego se cruzaron de brazos), y se hizo fotos mientras daba comida a los niños refugiados en el "enclave seguro protegido" por la ONU. "Cuando dejaban de enfocarle, les quitaba el pan", asegura un ex sargento holandés. Luego llegó el horror, lo nunca visto en Europa desde la II Guerra Mundial. Desde entonces no han dejado de aparecer fosas comunes. Y los musulmanes lloran a sus muertos y piden justicia.

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