_
_
_
_
Reportaje:NI BUSCA NI CAPTURA

Mladic se mueve impune por Belgrado

El Gobierno serbio no hace nada por capturarle. La consigna oficial es: "No sabemos dónde está"

Ramón Lobo

La vivienda que Ratko Mladic, jefe militar serbobosnio, compró en Belgrado tras los acuerdos de Dayton en 1995 está en el 117 de Blagoja Paovica, una zona residencial a las afueras de la ciudad. Allí vivió protegido por sus hombres hasta el verano de 2000, antes de que Slobodan Milosevic fuera apeado del poder. Se mudó entonces al cuartel de Topcider, donde estuvo bajo la protección del Ejército hasta mayo de 2002, cuando el Gobierno firmó un acuerdo de colaboración con el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). Desde entonces, y sobre todo desde el asesinato en marzo de 2003 del primer ministro reformista Zoran Djindjic, la tesis oficial tiene sabor a consigna: no sabemos dónde está Mladic.

La UE suspendió las negociaciones con Serbia como presión para obtener la entrega de Mladic
Kostunica dice que no sabe dónde está porque no quiere preguntar a quienes lo saben
Más información
Ni busca ni captura

El juicio que desde septiembre se desarrolla en Belgrado contra 11 personas acusadas de esconder al general ha sacado a la luz algunas de las direcciones en las que estuvo escondido. Los apartamentos se hallan en barrios habitados por militares retirados y en edificios-colmena con frecuentes cambios de vecinos y en los que resulta sencillo pasar desapercibido. En el proceso se ha logrado reconstruir parte de sus peripecias hasta febrero de 2006.

"[El primer ministro Vojislav] Kostunica dice que no sabe dónde está porque no quiere preguntar a quienes lo saben. Para arrestarle, tendría que enfrentarse a sus servicios de espionaje. Sería un suicidio político", asegura Dejan Anastasijevic, periodista de la revista Vreme (Tiempo). "En 2002, cuando el Ejecutivo decía que no se sabía dónde estaba, Mladic se hallaba en Valjevo, a 500 metros de la dacha del ministro de Interior".

"El juicio es una operación deliberada para evitar su captura. Kostunica hace lo justo para dar la impresión a la UE de que está haciendo algo", añade Anastasijevic. "Los detenidos pertenecen a la vieja red. Ya existe otra que no se sienta en el banquillo. El cerebro de la seguridad de Mladic es Zdravko Tolimir [experto en contrainformación buscado por el TPIY]. Al proteger a su jefe se protege a sí mismo".

"Kostunica es un nacionalista que nunca entregará a Mladic porque él es uno de los que le apoyan. Debería estar en el juicio de los 11 porque ha violado la ley que obliga a colaborar con La Haya", asegura Goran Petrovic, jefe de los servicios de información del Ministerio de Interior en 2001. "Desde mi departamento advertimos al Gobierno de que Mladic estaba protegido por el Ejército, y desde la oficina de Kostunica, entonces presidente federal, me recomendaron que me olvidara del asunto".

En las direcciones en las que estuvo Mladic hay dos tipos de reacciones entre los vecinos. Unas, de sorpresa ("lo leí en los periódicos; parece increíble"); otras, de desprecio al extranjero. Delante del número 24 de la calle Vladimira Popovica, Petar, de 78 años, un alto cargo del Ejército de Josif Broz Tito, da la respuesta inesperada: "Si es valiente debería entregarse. El pueblo está sufriendo por su culpa".

No es el único en pensar de este modo. El ministro de Defensa, Zoran Stankovic, médico militar, era íntimo de Mladic. Estuvo en Sarajevo con él en 1992 y fue el encargado de realizar la autopsia a Ana, la hija de Mladic que se voló la cabeza en 1994 con la pistola favorita de su padre. "Sbrebrenica me hizo hablar. Está acusado de crímenes muy graves por un tribunal reconocido por la comunidad internacional. Tiene que comparecer ante él y responder a esa acusación. Su obligación como ciudadano y militar es ir a La Haya y explicarse".

El cuartel de Topcider tiene un anexo que desde fuera parece un aparcamiento. Su nombre oficial es objeto para usos especiales y en él ha estado Mladic antes de 2002 y quizá después de esa fecha. Miroslav, que conduce el coche, sostiene que debajo se esconde una red de búnkeres. El 5 de octubre de 2005, los jóvenes soldados Dragan Jakovljevic y Drazen Milosavljevic se encontraban de guardia cerca de la puerta de esa instalación secreta cuando aparecieron muertos. La investigación del Ejército concluyó que se habían suicidado. Una segunda encuesta civil reveló que los soldados presentaban disparos en la espalda.

El factor Kosovo y el deseo de ayudar a los reformistas serbios ha llevado a Estados Unidos y a la UE a tomar algunas decisiones criticadas por la fiscal del TPIY, Carla del Ponte. La primera, invitar a Serbia a formar parte del Programa de la Asociación para la Paz de la OTAN, una antesala para su incorporación futura. La segunda, el indisimulado deseo de la Unión Europea (todos menos Holanda, Bélgica y los países escandinavos) de reabrir las negociaciones con Belgrado, suspendidas en octubre de 2006, para lograr un acuerdo de estabilización y asociación.

"Sería una decisión muy equivocada", dice la fiscal jefe del TPIY. "La UE suspendió las negociaciones con Serbia como medida de presión para obtener la entrega de Ratko Mladic. Cambiar la decisión ahora afectaría a la credibilidad de la Unión, que un año impone una condición y al otro se olvida de que la ha puesto. No es que Belgrado no esté cooperando plenamente con este tribunal, es que no está cooperando en absoluto desde octubre. El mensaje para Kostunica sería claro: basta con sentarse y esperar a que pase la tormenta".

<b><i>Cascos azules</b></i> franceses en Sarajevo cubren del fuego de los francotiradores a un padre con su hijo en brazos, en marzo de 1995.
Cascos azules franceses en Sarajevo cubren del fuego de los francotiradores a un padre con su hijo en brazos, en marzo de 1995.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_