El subtexto es la estrella
"De buen principio debo reconocer que, desde un punto de vista moral, no podemos fiarnos plenamente del testimonio de Sheba acerca de su conducta", afirma la narradora en las primeras páginas de la novela Diario de un escándalo, de la británica Zöe Heller. La frase alude a Sheba Hart, profesora de artesanía en un instituto londinense, cuarentona de clase muy pudiente, casada con su viejo profesor, madre de una adolescente en razonable estado de insumisión y de un niño con síndrome de Down. Para ella, la docencia sigue siendo inquebrantable vocación.
La narradora es Barbara Covett, una profesora solitaria y otoñal que ya no se autoengaña sobre la funcionalidad redentora de su oficio. Barbara acoge a Sheba bajo su protección, cuando estalla el escándalo que sacudirá su microcosmos docente: quizás convencida de que la transmisión de conocimiento puede ser, también, un acto erótico, Sheba es acusada de abusos deshonestos por mantener una relación con uno de sus alumnos. El lector de la novela de Zöe Heller va descubriendo, a medida que avanza en la trama, que de quien no puede fiarse plenamente es de Barbara. O sea, de la propia voz narradora, juez y parte interesada en esta crónica de una caída que no tarda en desvelar su segunda naturaleza: Diario de un escándalo es, también, el testimonio del imparable crecimiento de una obsesión monstruosa, casi vampírica, escrito con tinta de vitriolo desde la isla inexpugnable de la Soledad Absoluta.
DIARIO DE UN ESCÁNDALO
Dirección: Richard Eyre. Intérpretes: Judi Dench, Cate Blanchett, Bill Nighy. Género: Drama. Reino Unido, 2006. Duración: 92 minutos.
Patrick Marber, autor de la obra teatral Closer -llevada al cine por Mike Nichols-, firma la adaptación de la novela original en este pulcro trabajo de Richard Eyre, director de Iris (2003) y Belleza prohibida (2004). Como les ocurrió a los hermanos Jonathan y Christopher Nolan al adaptar la novela El prestigio, de Christopher Priest, en El truco final (2006), Marber se enfrenta aquí a un callejón sin salida: manejar una delicada estrategia narrativa que, al pasar del papel a la pantalla, puede ver evaporada su eficacia. Así, por su propia naturaleza de narración desgranada en imágenes (aunque con apoyo de voz en off interesada y culpable), la película desvela mucho antes que la novela de Heller su subtexto y sus corrientes secretas. Pero tanto Eyre como Marber parecen saber que lo que el cine pierde en sutileza y profundidad puede ser contrarrestado con sentido del espectáculo. Y, en este sentido, Diario de un escándalo no se anda con medias tintas y apuesta a una carta segura: el pressing catch interpretativo e intergeneracional entre Judi Dench y Cate Blanchett, perfectos rostros para esta turbia historia sobre la atracción de contrarios que esconde dentro un cuento de terror hiperrealista. Y, de propina, un inquietante discurso sobre la tensión de clase.
Leer la culpa en la mirada de la Blanchett, cuando su joven amante se prueba el sombrero con el que se disfrazará su hijo, o medir el índice de agresión que puede contener una caricia de la Dench... Éstos son los placeres que encontrará aquí el espectador, más allá de la excelencia de la obra original.
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