Aferrados como un clavo
JOSE REINOSO | Pekín
Cuando el 5 de septiembre de 2004 el matrimonio Yang descubrió la nota en la que se le daba un mes de plazo para desalojar su vivienda y dejar paso al proyecto inmobiliario que iba a cambiar la faz de su barrio, no pensaba que iba a convertirse en símbolo de la ley de la propiedad privada que dos años y medio después aprobaría el Parlamento, con el objeto, entre otros, de proteger mejor los derechos de los ciudadanos.