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Un nonagenario relata en un libro el calvario que sufrió en la posguerra

El autor rescata de su memoria la lucha por las libertades y los derechos humanos

A pesar de los años, José recuerda cada nombre, cada detalle sin necesidad de hojear sus memorias. Tras la guerra civil, su bando fue el de los vencidos. Sufrió cárcel, represión y exilio. Ayer presentó su libro, Mis siete vidas (memorias rebeldes), en la Diputación de Sevilla. Su presidente, Fernando Rodríguez Villalobos, puso la historia como ejemplo para "tomar nota y destensar el aire enrarecido que a nivel nacional están promoviendo algunos".

"Nada más salir de la Prisión Provincial de Sevilla en 1937, el ejército nacional me alistó -sin mi permiso- en sus filas, pero a los pocos meses, cuando estaba en el frente de Córdoba en primera línea, deserté para unirme a las brigadas republicanas y luchar contra el fascismo e impedir que España siguiera siendo un cortijo de curas, militares y caciques". José Sánchez Badillo (Castilblanco de los Arroyos, 1917) narra así cómo luchó por la libertad y la democracia. Un acto que le costó más de 10 años de cárcel, dos consejos de guerra y otras tantas condenas a muerte.

Badillo, Badi, acaba de cumplir 90 años y no quería morir sin contar lo que ha "visto y oído, para que se sepa lo que pasó". Por eso, ha plasmado sus recuerdos en Mis siete vidas (memorias rebeldes), editado conjuntamente por el Ayuntamiento de Castilblanco y la Diputación de Sevilla. Allí recordó cómo desde joven forjó su espíritu rebelde.

En una ocasión, organizó una huelga para conseguir un aumento de dos pesetas en la panadería donde trabajaba. El aumento lo consiguió, pero él acabó en la calle. Más tarde, la guerra sembró la discordia de un zarpazo y comenzó la vida en las trincheras, los años de cárcel y más de veinte años de exilio en Alemania. "Así era la vida, ¡la camisa no se te pegaba al cuerpo!", exclama. Los que le conocen cuentan cómo ahora se le levanta el puño sólo.

Su historia es la de muchos. Vidas forjadas "a dentelladas", que reclaman la reparación de las injusticias cometidas. No sólo sufrió el desertor del frente. Badi recuerda que por su decisión, sus padres fueron a parar también a la cárcel y a una novia que tenía la buscaron por todas partes, "menos mal que no la encontraron", dice con gesto serio.

"No se puede vivir siempre odiando, pero si me encuentro cara a cara con alguno de los que me apuntaban con el rifle... es difícil". Badi rememora su lucha diaria y destaca la conversación entre un sargento y un comandante: "Hay que ver, llevamos más de 40.000 fusilados y no cambian de opinión".

Fueron muchos Badis los que consiguieron acabar con la "hiena del fascismo". Él asegura que no busca compasión, sino que se reconozca la labor de cuantos se jugaron la vida en "cambiar España para beneficio del pueblo". Tras tantos muertos y todo lo sufrido, de algo está orgulloso: "Ahora, todos los de mi pueblo saben leer".

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