El crimen de las siete bolas de plomo
El sumario del 'caso Fago' contempla la hipótesis de un compló para matar al alcalde, pero la investigación no ha obtenido pruebas
Siete bolas de plomo atravesaron el pecho de Miguel Grima y le destrozaron el corazón. El escopetazo que mató al alcalde de Fago (Huesca) ha originado ya un sumario judicial de casi 2.000 páginas. El único inculpado, hasta ahora, es el guarda forestal Santiago Mainar, quien confesó que dio muerte a Grima obedeciendo "un impulso raro", aunque después se retractó de su autoinculpación. El sumario confirma que al menos 13 vecinos de Fago componían un grupo que mantenía una enconada pugna con el regidor desde hace varios años. ¿Hubo un compló para eliminarle? La Guardia Civil no ha hallado pruebas de tal conjura, pese a que en diversos informes mantiene esta hipótesis.
Grima fue asesinado mediante un disparo de un cartucho, cargado con nueve postas, realizado a unos siete metros de distancia, según el Instituto de Ciencias Forenses de Madrid. Fue víctima de una emboscada cerca de Majones cuando sobre las diez de la noche del 12 de enero pasado regresaba a Fago tras asistir a una reunión en Jaca. Para obligarle a detener su Mercedes 190, el homicida colocó entre ocho y 10 piedras en mitad de la carretera. Una hora antes, un matrimonio había telefoneado al cuartel de Jaca para alertar de que había tenido que apartar unas piedras colocadas intencionadamente en la carretera, cerca de Majones. No consta en el sumario que fuera enviada una patrulla para comprobar quién había puesto esas rocas en la calzada. De haberlo hecho, quién sabe si se habría desbaratado el plan criminal.
La juez pinchó los teléfonos de 13 sospechosos, entre ellos Santiago Mainar
Celia grabó un mensaje en el buzón de voz de su marido: "Miguel, ¿dónde estás? Contesta"
En el sumario que instruye la juez Ana Isabel Gasca consta la declaración en la que Mainar, ante la abogada de oficio Isabel Castillo Pes y el secretario judicial Francisco Javier Martínez Zandundo, relata la secuencia del asesinato: el alcalde llegó sobre las diez de la noche, se detuvo al ver las piedras, las retiró... y cuando volvía a su coche, cayó abatido.
Mainar confesó que agarró por la muñeca el cadáver y lo arrastró hasta tirarlo por el terraplén existente a un lado de la carretera. La inspección practicada por la Guardia Civil tras el hallazgo del cadáver determinó que en el asfalto había un rastro de sangre, aunque no llegaba hasta el terraplén. ¿Pudo ser izado en volandas el cuerpo sin vida de Grima? Mainar asegura que no lo hizo, y la única explicación que hallan los investigadores es que colocara el cadáver en una posición en que no fluyera sangre de sus heridas.
Celia Estalrich Melero, de 49 años, esposa del alcalde, no habló con su esposo la noche en que lo mataron. Pero empezó a preocuparse cuando se despertó sobre las 3.30 de la madrugada y vio que no había regresado. Horas después, al ver que seguía sin dar señales de vida, le llamó 10 veces a su teléfono móvil y le dejó grabado en el buzón de voz un mensaje: "Miguel, ¿dónde estás? Contéstame". Pero Miguel yacía en un barranco con el corazón roto, y su teléfono móvil estaba en la consola de su Mercedes.
En diversos informes enviados a la juez, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil señala "la presumible intervención [en el crimen] de al menos dos individuos". Por eso, solicitó que las compañías telefónicas informaran del tráfico de llamadas de móviles que se habían producido en esta comarca de Huesca entre el 1 de enero y el 12 de enero (fecha del asesinato). ¿El objetivo? Saber si el día de autos, en los precedentes o en los posteriores había habido comunicaciones sospechosas entre los integrantes de la supuesta trama criminal. A la vez, la juez dispuso que fueran pinchados los teléfonos de 13 personas (Mainar entre ellas), que desde el primer momento de la investigación aparecieron como enemigos acérrimos del alcalde.
Gracias a esos pinchazos, la Guardia Civil supo que Mainar había hablado poco después de las siete de la tarde del día del crimen con Madeleine Gravilug, una rumana de 30 años, residente en un piso que aquel posee en Sabiñánigo, con la que actualmente mantenía relaciones. Esta mujer manifestó que el guarda forestal le había llamado para decirle que no podían verse esa noche porque él estaba griposo. Lo cual debe ser cierto, puesto que el médico vasco Iñaki B. A. y su esposa, Elena C. R., declararon que el tipo con el que se encontraron en la carretera aquella noche, junto al coche de Grima, estaba afónico y "tenía la voz ronca". Este matrimonio detuvo su vehículo al ver el Mercedes del alcalde aparcado en dirección a Majones. Al hacer ademán de pararse a ayudar ante una posible avería, un individuo -supuestamente Mainar- les ordenó: "Sigan, sigan su camino".
El presunto asesino llevó el automóvil de Grima hasta un paraje de Berdún y escondió cerca de Villarreal de la Canal la escopeta usada en el homicidio y que, por ahora, no ha sido localizada. El 1 de febrero pasado, la sección de Criminalística Analítica de la Guardia Civil envió al juzgado un dictamen en el que le informa de que de los restos de sangre hallados en la zona del conductor en el coche del difunto Grima "se ha obtenido un perfil genético, de varón, coincidente con el de Santiago Mainar". La sangre podría proceder de las heridas en las manos y en el rostro que sufrió el supuesto homicida al arañarse con las zarzas existentes en el barranco donde fue arrojado el cadáver del alcalde.
Los expertos policiales añaden en su informe: "En otros restos orgánicos hallados en la zona del conductor, el volante, la palanca de cambios y el freno de mano del vehículo de la víctima aparece mezcla de perfiles genéticos, siendo compatible como contribuyente a dicha mezcla Santiago Mainar". O dicho más claro: en el automóvil fue localizado ADN de Mainar, lo que hasta hoy constituye el principal indicio inculpatorio contra éste.
Los investigadores realizaron la prueba de la parafina al guarda forestal, localizando en sus manos restos de antimonio, plomo y estaño, sustancias compatibles con un disparo de arma de fuego. El cerco se iba estrechando.
Los agentes de la UCO, al mando del coronel Félix Hernando, supieron también que el nombre de Grima aparecía en 10 diligencias previas y 11 juicios de faltas que tramitaban los juzgados de Instrucción número 1 y número 2 de Jaca. Son el reflejo de las constantes disputas existentes entre el alcalde y un grupo de indomables vecinos de Fago.
Francisco Asier Gárate Guisasola, asesor jurídico del Ayuntamiento fagotano, declaró el pasado 19 de enero que Grima le había telefoneado, angustiado, la víspera de los Reyes Magos para decirle: "Asier, estos me están organizando algo. Cualquier día aparezco en una cuenta". Por eso, la Guardia Civil escribió en un oficio judicial: "La situación de temor que transmitía Grima a Gárate se ha visto confirmada por los hechos".
El único sospechoso está preso en la cárcel de Zuera (Zaragoza) desde hace más de un mes, a la vez que la juez ha fijado una fianza de 200.000 euros para hacer frente a sus posibles responsabilidades económicas. El supuesto homicida posee 12 fincas rústicas en Ansó y Fago -pequeñas parcelas en las que suelen pastar sus 50 vacas- y un piso y un local en Sabiñánigo (Huesca).
En el sumario judicial, por ahora, únicamente hay un imputado. Pero la investigación no oculta la sospecha de que alguien más pueda estar implicado en el asesinato. ¿Hubo algún tipo de confabulación para matar al alcalde? ¿Fue este crimen sólo el resultado de "un impulso raro" de Mainar? ¿Se cerrará el asunto con un fallo judicial similar a aquella insólita sentencia que años atrás condenó a Rafael Escobedo por haber matado "solo o en compañía de otros" a los marqueses de Urquijo? Los encargados de las pesquisas intentan despejar las incógnitas.
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