Víctimas de una insidiosa dolencia por contacto con las aves
El polvo de los pájaros provoca en algunas personas fibrosis pulmonar
Tener un periquito, una paloma o un loro en el comedor puede ser un riesgo para la salud de algunas personas. El contacto prolongado con éstos u otros animales puede provocar en algunas personas neumonitis por hipersensibilidad a las aves, una enfermedad respiratoria producida al inhalar repetidamente el polvillo orgánico que dejan las plumas y la limpieza de los excrementos.
Carme Ruiz, de 67 años, no sospechaba que el día que empezó a acoger palomas desvalidas metió al enemigo en su casa de Barcelona. Cuando le diagnosticaron la enfermedad, hace 15 años, llevaba tiempo empalmando constipados y alguna pulmonía. Pensó que era la edad la causa por la que ya no podía alcanzar el fondo del mar en sus buceos. Los primeros síntomas de la neumonitis aparecieron mientras trabajaba en una granja. Luego, en una tienda de muebles tuvieron que retirar los cojines de plumas. Ahora trata su fibrosis pulmonar con cortisona, evita visitar a amigos con pájaros y de las zambullidas en el mar ya sólo quedan los recuerdos fotográficos.
La neumonitis por hipersensibilidad a las aves es una enfermedad de tipo inmunológico. Ciertos pájaros eliminan proteínas del suero a través del conducto digestivo y de las plumas en forma de polvo muy fino, muy abundante algunas temporadas. Al limpiar la jaula o el palomar, el cuidador inhala estas proteínas, que entran en el circuito respiratorio y causan la reacción.
En general, el cuadro inicial es poco grave. La forma aguda de la enfermedad aparece en personas que están en contacto con muchas aves: provoca fiebre, tos, una cierta presión pretorácica y, en algunos casos, expectoración. Algunos pacientes pueden sufrir una crisis hiperaguda y requerir el ingreso en cuidados intensivos con un cuadro de insuficiencia respiratoria.
El enfermo suele mejorar y curar por sí solo si se aleja del ave. No hacerlo puede resultar muy peligroso. Un estudio realizado por el Servicio de Neumología del hospital de Vall d'Hebron de Barcelona con 86 enfermos de neumonitis por hipersensibilidad a las aves atendidos durante los últimos 30 años indica que el 38% de estos pacientes evoluciona hacia una forma crónica y desarrolla enfermedad pulmonar obstructiva crónica e incluso fibrosis pulmonar, ambas irreversibles, explica Ferran Morell, jefe del servicio.
Pero no hay que alarmarse: la prevalencia e incidencia de la neumonitis por hipersensibilidad es baja. Muy pocas personas tienen esta predisposición y se desconocen los genes causantes, aunque también es una enfermedad profesional que suele darse entre los yeseros de la construcción, los granjeros o los trabajadores del corcho, que también aspiran partículas orgánicas.
Ramazzini di Carpi ya describió en 1713 la primera relación entre la inhalación de pequeñas partículas orgánicas y la enfermedad en los tratantes de ganado. En 1932, Campbell describe este proceso en el pulmón del granjero, y en 1962, Charles E. Reed la describe en los cuidadores de palomas.
¿Cualquier ave es potencialmente dañina? Se han descrito casos por contacto con palomas, periquitos, canarios, loros, cotorras, incluso con patos y cigüeñas disecadas; muy pocas veces por contacto con gallinas y pollos y sólo en alguna ocasión se ha enfermado por dormir con cojines o edredones de plumas. La mayor frecuencia de casos diagnosticados se da entre los colombófilos, "pero a pesar de adquirir la enfermedad, les cuesta mucho abandonar esta afición", añade Ferran Morell. "Unos pocos enfermos siguen en contacto con las aves y, paradójicamente, no empeoran; también se ha comprobado que la enfermedad se produce menos en los fumadores, aunque se ignora el motivo".
Según el estudio del hospital Vall d'Hebron, los pacientes han pasado un promedio de 9,9 años de exposición a las aves antes de enfermar. Además, el periodo de latencia (desde el primer contacto hasta que comienzan los síntomas) es de 8,7 años de media y el retraso del diagnóstico desde el inicio de los síntomas es de 1,6 años. Esta enfermedad tiene un diagnóstico tardío, "porque los síntomas no son inmediatos, como en las alergias o el asma, sino que se inician entre 4 y 12 horas más tarde del contacto con el pájaro".
El diagnóstico se confirma mediante pruebas cutáneas con un extracto de suero del ave en cuestión y un estudio de la respuesta inmunológica frente al ave, radiografía y tomografía torácica, broncofibroscopia con estudio de la inflamación local, pruebas de función pulmonar y, finalmente, con una prueba en la que los pacientes inhalan suero del ave para comprobar si se reproducen los síntomas y disminuye la capacidad respiratoria.
"Lo que más sorprende al revisar los datos del estudio es que a lo largo de 10 o 15 años de enfermedad, un 30% de pacientes evolucionaron a la fase crónica, algunos de ellos llegaron a insuficiencia respiratoria y a tres se les tuvo que practicar un trasplante de pulmón".
La forma subaguda de la enfermedad es la más traidora y se produce en personas que en casa sólo tienen un loro o dos periquitos. En estos individuos, la enfermedad se manifiesta lentamente: empiezan a adelgazar, tosen un poco, tienen malestar general y se encuentran débiles. "Muchas veces, cuando los diagnosticamos en el hospital, la capacidad respiratoria ha disminuido ya un 60% y se encuentran en fase subaguda crónica. Entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico concreto puede haber pasado entre un mes y 10 años". Recientemente se ha observado que muchas fibrosis pulmonares que se consideraban de origen desconocido, están en realidad provocadas por contacto con aves, pero los síntomas no presentan diferencias clínicas que puedan alertar de este posible origen.
Palomares en tela de juicio
"¿Tiene pájaros en casa?". A Rosalina Adrián Palenque, una mujer de 75 años que vive en Barcelona, los neumólogos siempre le preguntaban lo mismo. Nunca había tenido mascotas. "Tosía sin estar resfriada: reía y tosía; hablaba demasiado y tosía", cuenta Rosalina. En 1995, aparecieron los primeros síntomas de la neumonitis por hipersensibilidad. ¿Por qué? Hace cinco años que hallaron la respuesta: "En el edificio de enfrente hay dos palomares", les dijo a los médicos. Calcula que ha estado en contacto con las aves desde antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Rosalina ya no puede ni subir escaleras y, mientras se resuelve la denuncia que ha presentado ante el Ayuntamiento, se escapa del foco fatal varios meses al año viajando a su Cantabria natal. Algo parecido le ha sucedido a Santa López García, una telefonista de Sabadell de 48 años. Esta mujer se ha visto obligada a alquilar un piso. Vivir en la casa familiar, que heredó su hija, la mataría. Su calvario comenzó hace cuatro años, cuando aparecieron los primeros síntomas de cansancio y ahogo. Lo achacó a la fibromialgia que padece. Su situación se agravó tanto que no tenía fuerzas ni para subir al dormitorio. En el Hospital de Vall d'Hebrón le diagnosticaron la neumonitis por hipersensibilidad, tras convivir durante 15 años puerta con puerta con el palomar del vecino. El control ambiental realizado en su casa le confirmó la relación de causalidad: los niveles de aeroalergeno de paloma superaban 10 veces los habituales en una ciudad. Los médicos fueron tajantes: "No esperes a mañana para salir de casa, porque si sigues en contacto con esas palomas no saldrás adelante".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.