La 'yihad' vuelve a Casablanca
Un ex recluso marroquí se inmola en un cibercafé tras consultar páginas 'web' radicales islamistas - La explosión causó cuatro heridos, uno de ellos cómplice del terrorista
Cuatro años después han reaparecido, pero han sido mucho menos mortíferos. Un marroquí, Abdelfetta Raydi, de 23 años, se inmoló ayer en un cibercafé de Sidi Mumen, una barriada chabolista de Casablanca, causando su propia muerte e hiriendo a otras cuatro personas, incluido un cómplice, Yussef Khoudri. Éste, de 17 años, que también llevaba un cinturón explosivo, se desprendió de él e intentó darse a la fuga, pero fue alcanzado por la policía. Está ingresado con heridas en el cuello y en el rostro.
Los hombres dejaron un 'testamento' en ciberpáginas radicales o recibieron instrucciones
Hace casi cuatro años, 12 chavales originarios de Sidi Mumen salieron juntos de ese barrio con mochilas repletas de explosivos que activaron en diversos lugares de Casablanca. Hubo 45 muertos, entre ellos los 12 kamikazes, la mayoría de ellos en el restaurante de la Casa de España donde fallecieron cuatro españoles.
El cibercafé no era el objetivo de los jóvenes terroristas. "Debían de haber acudido allí para recibir instrucciones sobre sus blancos o dejar un mensaje en alguna página web justificando su acción", señala Abdelá Ramí, profesor de la Universidad Hassan II y autor de una tesis sobre el islamismo radical en Internet.
Un altercado les obligó a cambiar sus planes. La versión oficial de lo sucedido, narrada por la agencia de prensa MAP, indica que el hijo del dueño trató de impedirles que visitasen páginas web radicales. La policía pide a los gerentes de cibercafés que estén atentos a la actividad de sus clientes y les señalen a los sospechosos.
En el tira y afloja entre el hijo y los jóvenes, Raydi accionó el detonador. Murió en el acto, hirió al hijo, a otros dos clientes y a su compinche. La policía identificó rápidamente al kamikaze porque en 2003 fue condenado a cinco años por terrorismo, pero en 2005 obtuvo un indulto real.
Uno de los clientes heridos dio, ante las cámaras de la televisión marroquí, una versión diferente. El hijo del gerente reprochó a los jóvenes que tecleasen demasiado fuerte. Cambiaron de ordenador, pero siguieron machacando el teclado.
Todos alzaron entonces la voz. El hijo optó por llamar a la policía, cerrar el local y retener a los terroristas. De pronto hubo una explosión a causa del forcejeo o porque Raydi decidió adelantar su acción.
Lo sucedido en el cibercafé ha evitado, probablemente, males mayores en algún lugar más concurrido de la capital económica de Marruecos.
"Da la impresión de ser un acto individual de jóvenes de ideología salafista, pero no integrados en una organización", subraya Ramí. "Se suelen relacionar con sus correligionarios a través de Internet", precisa.
Están deseosos de ser mártires, pero suelen carecer de armas y explosivos para lograr su fin. La policía no reveló el tipo de explosivo utilizado ayer, pero probablemente sea artesanal como el empleado en los atentados de 2003.
Marruecos está en máxima alerta terrorista desde el mes pasado. Una de las medidas tomadas obliga a los drogueros a señalar las compras sospechosas. Además, la seguridad ante consulados y sedes de empresas extranjeras en Casablanca, ya de por sí aparatosa, fue reforzada ayer.
Aunque sin explosivos, en Marruecos se producen con cierta frecuencia incidentes que parecen tener tintes terroristas. En febrero fue asesinado, en circunstancias sospechosas, el director de la cárcel de Safi y, a principios de este mes, un barbudo vestido a lo talibán clavó una espada a un policía que custodiaba el Consulado de España en Tetuán.
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