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Reportaje:Crisis industrial en Cádiz

Un modelo al que agarrarse

La movilización social en Santana en 1994 evitó un cierre similar al planteado por Delphi

Ginés Donaire

No se sabe si el resultado final será igual de satisfactorio, pero los trabajadores de Delphi tienen un modelo al que agarrarse y sobre el que depositar sus esperanzas para evitar el cierre de la industria. En 1994, Santana Motor, la única empresa automovilística de Andalucía, radicada en Linares (Jaén), pasó por una situación similar tras anunciar su marcha la multinacional Suzuki. Los cimientos industriales se tambalearon en una provincia sin más argumentos económicos que el monocultivo del olivar.

Trece años después, es cierto que el papel de Suzuki empieza a ser testimonial (su marcha definitiva se producirá en 2009), pero Santana Motor, ahora en manos de la Junta de Andalucía, ha salido de un largo túnel y ahora confía en cambiar los números rojos por resultados positivos a partir del próximo año gracias a un ambicioso plan de diversificación industrial diseñado y bendecido por los Gobiernos central y autonómico.

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"Claro que nos vemos reflejados e identificados con la lucha de los trabajadores de Delphi, nosotros pasamos por una situación similar", asegura Pedro Gálvez, presidente del comité de empresa de Santana Motor, que la última semana ha enviado una moción de apoyo -suscrita por todos los sindicatos representados en el comité- y de solidaridad con los trabajadores de Delphi, al tiempo que se ponen a su disposición para las acciones que estimen oportunas. "Hay un paralelismo entre las dos crisis y con el mismo argumento, una multinacional que quiere quitar la chincheta del mapa e irse a otro lugar con costes laborales más bajos a pesar de las millonarias ayudas públicas recibidas; es el precio de las deslocalización de las empresas", indica Antonio Fernández Siles, ex trabajador de Santana y que en 1994 era presidente del comité de empresa.

Las crisis de Santana y Delphi empiezan también a asemejarse en la lucha para evitar el cierre de las empresas. En el caso de la planta de Linares, nunca antes se había vivido en Jaén una movilización social de ese calado, protestas que implicaron no sólo a los santaneros, sino también a sus mujeres (19 de ellas fueron juzgadas y absueltas por su encierro en la Junta), a los grupos políticos de la comarca y, en definitiva, a toda la sociedad de la comarca linarense (18 municipios secundaron de forma mayoritaria una huelga general). Quizá el símbolo de esa lucha fue Norberto Prados, un santanero que perdió el ojo izquierdo en el transcurso de una carga policial durante una concentración en la Estación de Linares-Baeza.

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Pero, ¿cómo se evitó el cierre de Santana? La Junta de Andalucía se hizo cargo de la empresa ante la imposibilidad de encontrar un nuevo socio industrial. La Junta y el Gobierno tuvieron que adelantar incluso 81,7 millones de euros para levantar la suspensión de pagos de Santana y poder reanudar así la actividad industrial.

"Aunque su cometido no es ser empresario, la sensibilidad de la Junta está ahí y en situaciones así hay que forzar soluciones políticas", asegura Pedro Gálvez, presidente del comité de empresa de Santana. Fernández Siles, que fue el líder sindical durante la crisis de 1994, considera vital que no se produzca una ruptura en la unidad de acción de los trabajadores y de los sindicatos y grupos políticos. "La confluencia de intereses debe ser muy importante", apunta.

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