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Reportaje:

Un lazo contra ETA, un bucle contra el Gobierno

La película 'Azul' de Kieslowski, dedicada a la libertad, inspiró en 1993 el símbolo de denuncia del secuestro de Julio Iglesias Zamora

La pacifista Ana Rosa Gómez está decepcionada. Hubo un tiempo en Euskadi que llevar prendido en la solapa el lazo azul era una muestra casi de "heroísmo", recuerda. Fue con el secuestro a manos de ETA del empresario José María Aldaya, entre mayo de 1995 y abril de 1996. Para entonces los camisas pardas autóctonos habían aprendido la lección de dos años antes del lazo azul, todo un revulsivo contra el silencio que la sociedad vasca arrastraba ante el terrorismo etarra.

Durante el secuestro del ingeniero de Ikusi Julio Iglesias Zamora, la sociedad vasca se desentumeció, mostró musculatura cívica y arrebató la calle a los simpatizantes de HB. Nada ha sido igual desde entonces en Euskadi. El lazo azul, los dos brochazos alargados sobre fondo amarillo que el pintor Agustín Ibarrola trazó para la historia y que se hicieron multitud en la enorme marcha de 80.000 personas que recorrió San Sebastián para exigir el fin del secuestro de Iglesias, era en 1993 la contraseña individual y silenciosa contra el terror.

Los pacifistas de Gesto no están contentos, ni con la forma, ni con el fondo de la iniciativa del PP

Tras permanecer casi cuatro meses en manos de sus captores, el propio Julio Iglesias Zamora, disfrutando de sus primeras bocanadas de aire en libertad, reconocía: "La respuesta a ETA ha estado en la calle". El lazo azul fue la gota de solidaridad silenciosa de 10 centímetros de tela y 0,44 gramos que alimentó una marea contra ETA. Un auténtico tsunami que desde entonces ha ido arrinconando el apoyo al terrorismo hasta situarlo en el corazón de los irreductibles de la izquierda abertzale.

El símbolo creado por Gesto y popularizado, entre otros, por los 337 trabajadores de Ikusi durante el secuestro de Iglesias, surgió como nacen las cosas que perduran: una idea lleva a la otra y alguien le pone música. Así lo recuerda la miembro de Gesto Isabel Urkijo, que añora una época de "unidad entre los demócratas contra ETA", bajo el paraguas del entonces vigente Pacto de Ajuria Enea. Porque hubo un tiempo en Euskadi en el que populares y socialistas compartían la misma trinchera frente a ETA.

La idea tomó cuerpo en un lazo, fácil de llevar y poner. Con la forma de A de askatu (libertad). Y aseguran en Gesto que la música y el color los puso la pacifista Ana Rosa Gómez. Aunque el soplo creativo final llegó de Polonia. Porque 1993 fue también el año del realizador polaco Krzysztof Kieslowski y su película Azul , que estaba dedicada a la libertad, uno de los tres principios de la Revolución Francesa. Así nació el lazo azul. "Era un símbolo para animar a la participación, al compromiso personal contra ETA, contra el secuestro, por la libertad. Algo prepolítico", apunta Ana Rosa. "Luego, en las manifestaciones para exigir la liberación de Julio Iglesias popularizamos uno de los temas de la banda sonora de la película de Kieslowski, creo que era el segundo", recuerda a bote pronto. Nadie registró su copyright. No hacía falta.

Pero esas son historias desconocidas para el PP de ahora, nacidas al calor del paso del tiempo, en un encierro contra el secuestro en la antigua sede de Gesto en el Casco Viejo bilbaíno. El éxito de la iniciativa obligó a improvisar grandes pedidos de imperdibles (unos 70.000 a una empresa de Barcelona) y solicitar hasta 3.000 metros de tela azul. Sólo en los primeros 49 días de cautiverio, los trabajadores de Ikusi repartieron 110.000 lazos azules.

Nada fue igual tras la movilización social de 1993. Ese mismo año, los líderes de Gesto por la Paz recogieron el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Hasta George Bush (padre), en su acelerada visita de cuatro horas a Barcelona en agosto de aquel año, en pleno secuestro de Iglesias, se colocó el lazo azul que le ofreció el entonces cónsul de EE UU en la capital catalana, Carolee Heileman.

Aquellos 10 centímetros enlazados de tela azul que adornaban los jerseys y las chaquetas de entonces se han convertido esta semana en la fachada de Génova 13, sede central del PP en Madrid, en un enorme cartel de 16 metros de alto por cinco de ancho. A lo grande. Los populares han echado el resto para denunciar "la cesión", la "debilidad", el "indigno comportamiento" y el "precedente escandaloso de Zapatero" por el caso De Juana.

"Se nota hasta en la forma", dice con indisimulado cabreo Urkijo: "Han cambiado la forma del lazo de la A, de askatu, por un bucle como el del sida contra el Gobierno". Los pacifistas de Gesto no están contentos, ni con la forma, ni con el fondo de la iniciativa del PP. "Todo esto es decepcionante y profundamente desmovilizador, lo han vaciado de contenido", añade Ana Rosa Gómez.

Paz nació "en el 36, cuando los republicanos provocaron la Guerra Civil". El viernes llevaba orgullosa el lazo azul en la concentración del PP celebrada en la plaza Moyua de Bilbao. No entiende ni de instrumentalizaciones, ni de gestos. "Yo soy 100% contra el Gobierno. Respeto a Gesto, pero no la desvergüenza de Zapatero. Un Gobierno que permite casarse a los homosexuales, que son unos enfermos como si tienes un hijo diabético, que cede ante los asesinos, que reabre las tumbas de la guerra... Esto no se puede permitir. Algo hay que hacer ya", clama. De fondo, en Bilbao, no sonaba la banda sonora de Azul.

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