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Bush planta cara a Venezuela

El presidente de EE UU anuncia proyectos sociales para contrarrestar el populismo de Chávez

Antonio Caño

De la mano del popular presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente norteamericano, George Bush, entró ayer en duelo con el mandatario venezolano Hugo Chávez con un ramillete de inusuales propuestas destinadas a combatir la pobreza y a garantizar un desarrollo sostenible en América Latina. La estrella de esas ideas se centra en el acuerdo para la promoción del etanol como energía alternativa al petróleo. Pero toda esta jornada en Brasil, la primera de su gira por la región, tuvo un marcado acento social.

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"Traigo la buena voluntad de Estados Unidos hacia América Latina, quiero demostrar que nos preocupa la pobreza y que cuando apreciamos la injusticia social queremos ayudar a remediarla", declaró Bush en una conferencia de prensa conjunta con Lula. "No necesitamos discutir sobre ayuda, necesitamos discutir sobre la elaboración de proyectos juntos. Ésa es la manera en que los países ricos deben ayudar a los países pobres", respondió el presidente brasileño. Bush admitió que "Estados Unidos no ha sido percibido hasta ahora como un país preocupado por las necesidades inmediatas de los ciudadanos", pero aseguró que el interés de Estados Unidos hacia sus vecinos es el de "contar con un entorno próspero y pacífico".

El objetivo último de Bush es, obviamente, contrarrestar la fuerte influencia alcanzada en los últimos años por Chávez mediante políticas populistas subvencionadas con los beneficios del petróleo. Si se atiende a las protestas callejeras, tanto en São Paulo como en Montevideo o Bogotá, por donde Bush pasará este fin de semana, da la impresión, no obstante, de que el esfuerzo del presidente norteamericano llega demasiado tarde y suena demasiado improvisado.

Curiosamente, Lula cree que es posible colaborar con Bush y avanzar juntos en beneficio de los ciudadanos. El presidente brasileño defendió ayer "una alianza estratégica que nos permitirá convencer al mundo de que es posible cambiar los hábitos energéticos". Y aseguró que "esta alianza que hoy empieza puede ser una nueva oportunidad para la industria del automóvil, para la energía en general y una nueva oportunidad para la humanidad".

El acuerdo firmado ayer entre Brasil y Estados Unidos, primero y segundo productores de etanol mundiales, respectivamente, pretende impulsar la producción de ese combustible a partir de caña de azúcar en otros países latinoamericanos y convertirlo en un producto de cotización internacional, como el propio petróleo o el oro. Bush y Lula se presentaron, en resumen, como abanderados de una especie de OPEP del etanol.

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Es una buena noticia para tantos países petróleo-dependientes, pero una mala noticia para los productores de crudo, entre ellos, por supuesto, Venezuela. El líder venezolano se situó ayer tan cerca como pudo de Bush y viajó hasta Buenos Aires para encabezar una manifestación contra Estados Unidos y su política de expansión del libre mercado en la región.

Bush no ha querido hasta ahora responder a Chávez abiertamente -ni siquiera lo menciona por su nombre-, pero todo el programa del presidente norteamericano en este viaje parece dirigido a demostrar a los latinoamericanos que él también se preocupa por la marginación y la exclusión social. En ese contexto hay que incluir la reunión que ayer sostuvo Bush con los líderes de la comunidad de Meninos do Morumbi.

Antes de esa charla, Bush había comido con Lula, a quien no escatima ni un solo elogio -"es un líder muy respetado, que habla claro y es escuchado en el mundo"- y con quien conversará de nuevo el próximo día 31 en Camp David. "Hay muchas cosas que podemos hacer juntos", dijo Bush ayer. Además del impulso al etanol, el presidente norteamericano se ha convertido aparentemente en aliado de Brasil en su apuesta por un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, en su posición en la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio y en casi cualquier otro propósito de la gran potencia suramericana, siempre que se garantice la excelente relación actual.

Con Chávez decidido a combatir sin tregua el liderazgo de Estados Unidos y Argentina volcada del lado venezolano, la amistad de Lula, un abanderado convincente de la lucha contra la pobreza, resulta esencial para hacer creíble este aparente regreso de América Latina a la agenda de Washington.

En esa misma estrategia, también puede resultar útil el respaldo de otro histórico dirigente de izquierdas latinoamericano, el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, con quien Bush se entrevistará hoy en Montevideo.

George W. Bush (izquierda) y Luiz Inácio Lula da Silva se abrazan durante su visita a una planta de Petrobras ayer en São Paulo.
George W. Bush (izquierda) y Luiz Inácio Lula da Silva se abrazan durante su visita a una planta de Petrobras ayer en São Paulo.REUTERS

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