Mujeres en oficios aún de hombres

En los últimos siete meses a Yolanda López Guerra le han dicho varias veces que se fuera a casa, que es donde deben estar las mujeres. También ha escuchado lo contrario y cosas como mujeres al poder. Yolanda trabaja en la calle, en las obras para preparar la llegada del tranvía a Sevilla, como peón de albañil. Igual que Paqui Reina y Ana María Cuevas. Sus compañeros las han acogido con más naturalidad que algunos viandantes. "Yo venía muy nerviosa, pero no nos hemos sentido discriminadas", confiesa Yolanda.

Ella y Ana María son vecinas de Lora del Río (Sevilla) y amigas. El marido de Ana, empleado en la empresa, les informó de que se buscaban peones. Peones mujeres. "Lo tuve claro desde el principio, era una oportunidad aunque la gente me decía que cómo me iba a meter aquí", afirma Ana, que nunca había trabajado en la construcción, uno de los sectores más masculinizados junto a la pesca y la Real Academia. De la arqueología pasaron a lo demás. "Entramos para dos meses y llevamos siete, nos han visto trabajar y ya nada más que quieren a mujeres", expone Ana. La razón: "Somos más perfeccionistas".

Tanto Yolanda como Ana habían trabajado en el campo. Probablemente vuelvan a él. Aunque el salario sea muy inferior, el horario les permite compatibilizar el trabajo fuera y dentro de casa. Ahora todas están aprovechando a sus madres para cubrir huecos. En el caso de Paqui Reina, sus padres incluso se han trasladado a su casa para atender a sus tres nietos. Paqui y su marido se levantan en Almódovar del Río (Córdoba) a las 5.00 para estar a la sombra de la catedral de Sevilla tres horas después. "Cuando llego, mi madre me tiene la cena preparada, me ducho y me voy a dormir y así de lunes a viernes", describe. Paqui ha trabajado en la hostelería, el campo y en la limpieza. Nunca se había planteado probar en la construcción hasta que su marido se lo sugirió. Ahora tiene claro que lo hará: "Se gana tres veces más que limpiando casas y tienes más derechos".

SOLO DE TROMPETA Nuria Leyva

Los Leyva siempre han tocado la trompeta. Ninguno, sin embargo, llegó tan lejos como Nuria (Churriana de la Vega, Granada, 1970), seleccionada para la Orquesta Sinfónica de Sevilla antes de su origen. Nuria tocaba en la banda municipal de Granada, tenía 21 años, nula experiencia en orquestas de aquella naturaleza y un dominio de la trompeta cultivado desde los ocho. Gustó tanto su estilo que la eligieron entre 57 aspirantes de distintas nacionalidades y más currículo.

Eso fue en 1991. Nuria sigue siendo la única trompetista de los cuatro contratados por la orquesta sevillana, una de las dos que hay en España. Sigue estando sola, igual que al hacer la carrera, lo cual no quiere decir que haya sido negativo. "Nunca he sentido rechazo", indica. Ser la única quiere decir, sin embargo, que transita por caminos nuevos. Como ser una trompetista embarazada, por ejemplo. "Toqué hasta los ocho meses cuando tuve a la primera niña, era un poco incómodo por la respiración, pero se podía hacer", recuerda. Durante la gestación de la segunda se fue de gira por Japón durante 21 días. Duro pero memorable. Ser solista, como cuando tocó Lulú o Sinfonía doméstica, es mejor que ser la única. Una pionera se hace muchas preguntas que las que le suceden tienen resueltas: "La trompeta es un instrumento delicado, no sé hasta cuándo podré tocar, no sé si con 50 o 55 estaré bien, no lo sé". Al igual que su padre hizo con ella, trata de transmitir a sus hijas, de 11 y 5 años, su afición por la música. La pequeña parece haber heredado la fascinación por la trompeta que sienten los Leyva. Cuando ella crezca probablemente las trompetistas dejarán de sentirse excepciones.

LA DIRECTORA ES NOTICIA Lalia González-Santiago

Las direcciones de los periódicos siguen en manos masculinas. De las 24 cabeceras andaluzas de información general, sólo el 4% tienen a una mujer tomando la última decisión. Lalia González-Santiago es ese 4%. Ella dirige La Voz de Cádiz desde septiembre de 2003, cuando nació el rotativo. Fue la primera. De momento también es la última. Lalia es en sí misma la noticia. "Lo único que haces es lo que tienes que hacer", afirma Lalia, 49 años, cuatro hijos y una carrera ascendente, a pesar de que, como a otras mujeres de su generación, le rondaba "un gran complejo de culpa, como una hiena, dispuesto a hincar las uñas en cualquier momento". La directora no se arruga a la hora de analizar la situación de las mujeres en el periodismo: "Estoy convencida de que nos toman menos en serio, cuando menos nos tratan con paternalismo, y desde luego tienes que demostrar más que los tíos". A sus órdenes trabajan más de 60 profesionales. Ella tiene la última palabra sobre un periódico que compran unos 11.500 lectores en Cádiz. Una excepción que merece un titular.