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Los soldados heridos en Irak denuncian en el Congreso la mala atención sanitaria

El escándalo del hospital Walter Reed pone en cuestión el trato a los veteranos de guerra

Yolanda Monge

Tras servir más de 19 años en el Ejército estadounidense, Anette McLeod cree que el hospital Walter Reed ha sido peor que ninguna guerra para su marido. Lo contó entre lágrimas. "Mi vida se partió en dos el día que hirieron a mi esposo. La experiencia en este hospital ha hecho de él una peor persona". McLeod declaró ayer en una de las primeras audiencias abiertas por el Congreso para determinar qué sucedió en el hospital Walter Reed, supuesto buque insignia en el tratamiento médico a los militares del Ejército de EE UU y ahora denostado por negligencia y abandono.

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El soldado Wendell Dell McLeod fue enviado al Walter Reed después de ser herido gravemente en la frontera de Irak con Kuwait. Cientos de procedimientos administrativos y la mera estancia en el hospital han deteriorado seriamente su salud. "Ahora estoy casada con un hombre que ya no conozco. Dell se ha convertido en una persona extremadamente tímida, muy vulnerable. Hay muy pocas cosas que le hagan feliz. Casi todo el tiempo está aturdido, luchando para volver a la normalidad, pero sin saber cómo hacerlo".

McLeod describió tratamientos erróneos, pasividad del personal médico, incluso que supo por su propio marido que se encontraba en el hospital en Washington semanas después de que fuera herido en Irak, transferido a Alemania y finalmente aterrizara en EE UU en 2005.

No fue el único testimonio emotivo que ayer retumbó en las paredes del Congreso. Con un parche negro sobre la cuenca vacía de su ojo derecho y con incontables operaciones en su cráneo tras ser herido en Irak, el sargento Daniel Shannon recordó ayer cómo cuando le dieron el alta en el Walter Reed le entregaron un mapa y le dejaron que encontrara él solo las oficinas para los pacientes externos. "Me senté en mi habitación dos semanas enteras, preguntándome cuándo me llamaría alguien para seguir con mi tratamiento". Y añadió: "Éste es un claro ejemplo de un sistema roto tratando de sobrevivir, cuando lo que necesita es ser reparado. Yo perdí la capacidad de creer en el sistema, me he perdido dentro del sistema".

Pero todas las vivencias tienen dos puntos de vista. El teniente general Kevin C. Kiley, cirujano general del Ejército, tachó ayer las historias de anécdotas e insinuó que ha habido sensacionalismo en todo el proceso. "No ha habido falta de financiación por parte del Congreso, la Administración o el Departamento de Defensa. El Walter Reed es un excelente legado en el tratamiento de pacientes, investigación y educación médica".

Intervención de Bush

El pasado viernes, el presidente, George Bush, intervino. Su decisión fue "mejorar las condiciones y dar los pasos necesarios para encontrar en qué otros hospitales militares y de veteranos han sucedido problemas similares". "Le pido al Congreso más de 86.000 millones para servicios a los veteranos este año".

"No sólo es Walter Reed", declara Ray Oliva en el diario The Washington Post. "Se me saltan las lágrimas cuando veo las condiciones en las que mis hermanos y hermanas tienen que vivir", asegura. A sus 70 años, Oliva, soldado retirado, usa los servicios del hospital militar de Livermore, en Virginia. Cuando acude a las revisiones, Oliva habla de sillas de ruedas rotas y de batas para los pacientes hechas jirones.

Oliva es una de las voces que han empezado a oírse tras el escándalo del Walter Reed. En dos semanas, el secretario del Ejército, Francis Harvey, ha presentado su dimisión; un general de dos estrellas ha sido relevado y ayer comenzaron las audiencias en dos comisiones especiales del Congreso. El Walter Reed podría ser sólo la punta del iceberg.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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