Zapatero alaba "los esfuerzos de Rabat" por resolver el conflicto del Sáhara
El presidente agradece la colaboración de Marruecos frente a la inmigración ilegal
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fue ayer directamente al grano de los temas más conflictivos en potencia que se debaten en la VIII cumbre entre España y Marruecos. Llegó a Rabat a media tarde, se entrevistó con el primer ministro, Driss Jettu, durante una hora, y en la cena no dudó en levantar su copa para "apreciar" los "esfuerzos" del vecino del sur por solucionar el conflicto del Sáhara, que le enfrenta a Argelia. También agradeció la cooperación marroquí en la lucha contra la inmigración ilegal.
Zapatero despejó, así, de entrada, cualquier duda sobre la opinión que le merece a su Gobierno el plan de autonomía que prepara Rabat para la ex colonia española. Pese a que la reacción inicial de Madrid fue más circunspecta que las de París o Washington, las otras dos capitales que fueron primero informadas por los marroquíes de lo que se prepara, el brindis de anoche puso de manifiesto que el Ejecutivo ve con buenos ojos un proyecto pendiente de concreción al que la diplomacia española ha aportado algunas de las ideas.
El Frente Polisario y Argel, donde los Reyes de España viajarán el martes próximo, rechazan tajantemente esta iniciativa y exigen a Marruecos que, en cumplimiento del último plan de la ONU, acepte un referéndum de autodeterminación tras cinco años de autonomía. El plan marroquí no admite la posibilidad de esa consulta. Para Rabat, la única autodeterminación posible del pueblo saharaui es la que se ejerza a través de la negociación de la autonomía, sin opción a la independencia.
Desde que llegó al poder, Zapatero se distanció del plan de la ONU, aceptado por el Polisario, debido a que no suscita el consenso de las partes y, por ello, no se aplica. El Gobierno español sigue afirmando que apoya la autodeterminación saharaui, pero, dada la resistencia marroquí, que lo bloquea desde hace décadas, no parece considerar el referéndum como el medio idóneo para encauzar un conflicto que mantiene en jaque la estabilidad de toda la zona. La cuestión divide a los propios socialistas españoles, que la semana pasada fueron advertidos por el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, de que no deben airear sus diferencias en polémicas públicas.
De inmigración, terrorismo y tráfico de drogas, como de las relaciones económicas y culturales, se ocuparon ayer las distintas reuniones sectoriales presididas, respectivamente, por los nueve ministros que se desplazaron a Rabat con el presidente. Pese a este despliegue de carteras, que incluye también a las de Justicia, Interior, Fomento, Educación, Trabajo, Industria, Turismo y Agricultura, la cumbre concluirá hoy sin acuerdos relevantes.
Ni siquiera se anunciarán avances prácticos en temas tan importantes como la inmigración, donde ya existe una cooperación fundamental, pero que no ha llegado a plasmarse plenamente en acuerdos escritos. El Gobierno sabe que la colaboración de Marruecos se vio afectada en el pasado por diferencias políticas, principalmente en torno al Sáhara, y quiere consolidar un marco jurídico estable que regule situaciones complejas como la repatriación de los menores no acompañados. Los cuatro centros previstos por Marruecos para recibir a estos menores siguen en preparación y el grupo interministerial creado hace más de un año para resolver éstos y otros problemas relacionados con la inmigración no se reúne. Hay otras cuestiones relevantes pendientes, como la delimitación de aguas territoriales.
Pero el Ejecutivo español se muestra comprensivo con las dificultades que estos temas plantean a las autoridades marroquíes y no presiona, sino que ensalza la eficacia de la cooperación en marcha. Insiste, por ejemplo, en que en 2006 se redujo en un 40% el tráfico de pateras o en que ya apenas hay problemas en las verjas de Ceuta y Melilla. La cumbre con Marruecos es vista desde el Gobierno como una oportunidad de hacer visible la "excelencia" de unas relaciones que en la etapa de José María Aznar fueron catastróficas.
Las relaciones económicas son el campo destacado por Zapatero en su brindis para ilustrar la buena marcha de un proceso por el que España se ha convertido en el segundo proveedor e inversor en Marruecos, después de Francia, con cerca de 1.000 empresas interesadas. Esta cooperación está llamada a expandirse aún, tras la inauguración, ayer, de una segunda interconexión eléctrica que, con un cable submarino, duplicará, hasta 1.400 vatios, la capacidad actual de transporte energético entre Marruecos y España.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Declaraciones prensa
- Marruecos
- José Luis Rodríguez Zapatero
- RASD
- Viajes oficiales
- Política exterior
- Conflicto saharaui
- Sahara Occidental
- Presidencia Gobierno
- Contactos oficiales
- Inmigrantes
- Política social
- Magreb
- Inmigración
- Relaciones internacionales
- África
- Gente
- Conflictos
- Migración
- Relaciones exteriores
- Administración Estado
- España
- Administración pública
- Demografía
- Sociedad