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Columna
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Qué hiciste anoche

Mucha gente está en la luna de forma habitual: entes etéreos, ensimismados, algo bobos, angelotes de Murillo, pasotas metafísicos. Son tajada apetecible para las urnas municipales que están al caer, individuos amorfos que cuando no están en la luna retozan por Babia o Las Batuecas. Anoche se esfumaron durante las horas del eclipse total. Vaya usted a saber qué hicieron esos desventurados a los que les da lo mismo ocho que ochenta porque viven en otro mundo virtual, pero con fundamento: Lope de Vega se refiere a Las Batuecas (Salamanca) como "lugar de perpetua felicidad"; la región de Babia (León) fue declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco en 2004. Estar en la luna debiera ser obligatorio de vez en cuando para descansar de la esquiva realidad.

El majestuoso espectáculo del eclipse de anoche fue una puesta en escena de la campaña electoral que nos amenaza: las estrategias de los partidos están dirigidas a eclipsar al rival con la razón y la palabra, o eso debiera ser. ¿Qué argumentos esconde en la manga Miguel Sebastián para eclipsar a Gallardón (y viceversa)? ¿Qué estrategia trama Esperanza Aguirre para neutralizar el cuartel de Simancas (y viceversa)? La cosa, en Madrid, tiene más morbo: puede que algún candidato eclipse a otro de su mismo partido. A lo mejor, Alberto Ruiz-Gallardón arrasa y Esperanza Aguirre pincha, o viceversa. Tal como está el patio de alborotado, la batalla de Madrid será fundamental para vislumbrar los derroteros de la derecha española a corto y medio plazo.

Anoche, las terrazas de Madrid, y de casi todo el mundo, estaban plagadas de telescopios. En todo el planeta hay gente que mira al cielo porque ya están cansados de los astros de aquí abajo y de las estrellas fugaces. Hay crispación en la calle y en las entrañas. Se grita e insulta con fluidez e ignorancia. Pero también hay muchos ciudadanos que observan, analizan y sacan conclusiones. Se van a la luna o a Babia en silencio, con melancolía. Los políticos tienen que escuchar el silencio clamoroso de los estoicos razonables, que cada vez son más. El gran músico Miles Davis dio esta contundente opinión: "El silencio es el ruido más fuerte; quizá, el más fuerte de los ruidos". ¿Qué hiciste anoche, luna?

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