Irresponsables
No es un caso aislado. No es un energúmeno que no representa a nadie. Hoy, y los próximos días también, nos vamos a cansar de ver a directivos, consejeros, federativos y demás sujetos encorbatados apresurándose a lavar sus manos y señalar con el dedo al descerebrado que lanzó la botella.
Nadie pedirá responsabilidades a presidentes y directivos que llevan calentando a los aficionados toda la vida (tiren de hemeroteca y verán). Nadie pedirá explicaciones a la prensa deportiva que, con tal de llenar páginas, imprime cualquier animalada. No veremos a la comisión antideportiva tomar medidas. Cuando jugadores hacen gestos a la grada como cortes de manga o mandan callar a la afición rival, todo es aplaudido al día siguiente por la prensa afín. Porque violencia en el fútbol no es sólo un botellazo a un entrenador. Los gestos antes mencionados los copian niños. Violencia son padres dándose tortazos en la grada, peleas en el bar de la esquina, en el trabajo, etcétera. Está en todas partes y algunos lo llaman la salsa del fútbol. Nunca he entendido por qué se permite el acceso a grupos de ultraderecha que continuamente producen destrozos, altercados... Tras todos los acontecimientos se esconden muchas preguntas. ¿Por qué se permite? ¿Quién se beneficia de este fanatismo exacerbado.
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