Una madre belga degüella a sus cinco hijos e intenta suicidarse
La mujer cuidaba de los niños sola y estaba deprimida
Una madre desesperada, deprimida, sola la mayor parte del tiempo y con cinco hijos con edades comprendidas entre los 3 y 14 años, llegó ayer al límite y quebró. De forma sorprendente y con premeditación, esta mujer belga decidió acabar con todo. Escribió una carta a una amiga y esperó en casa la vuelta del colegio de sus hijos para degollarlos. Luego intentó suicidarse con el mismo cuchillo.
La discreta ciudad de Nivelles, a unos 40 kilómetros al sur de Bruselas, se encontraba anoche en estado de choque, incapaz de entender nada. En la puerta del edificio de tres plantas y sólida factura de una de las principales arterias de una localidad de unos 25.000 habitantes, dos notas manuscritas en rojo daban cuenta de la tragedia desarrollada en el segundo piso. Una en un papel, pegado al cristal; la otra, escrita sobre la misma puerta pintada de blanco: "Avisen a la policía. Urgente".
La policía fue alertada poco después de ser escrito el público grito de socorro por una llamada de la propia parricida, Geneviève Lhermitte, en la que anunciaba lo que acababa de ocurrir y decía que no había conseguido suicidarse a cuchilladas como pretendía. Cuando los agentes entraron en la casa se encontraron los cuerpos sin vida de los críos en sus camas y herida de su propia mano a Lhermitte, de algo más de 40 años. Policía, fiscalía y forenses trataban anoche de desentrañar el misterio. La hija mayor, Yasmine, de 14 años faltó a clase por la mañana, pero sus cuatro hermanos, de los que sólo el pequeño, Mehdi, nacido en 2003, era varón, acudieron al colegio con normalidad.
Fue a la vuelta del colegio cuando la madre estalló. Algunos comentarios indicaban anoche que quizá Yasmine ofreció resistencia. Pero todo era incertidumbre. Sólo se especulaba con que si los niños fueron hallados en su cama, quizá la madre les dio un somnífero antes de degollarlos.
"No entiendo nada. Es incomprensible. Hace una par de semanas estuvieron todos en casa, con absoluta normalidad", decía un hombre. "Y vine a verles la semana pasada y tampoco hubo nada raro". Otra mujer hablaba de "un acto de desesperación" de una mujer que ya no podía más. Lhermitte no tenía ninguna ayuda para bregar con los críos. El padre, Bouchaib Mokadem, de origen marroquí y unos 43 años, paraba poco en casa, hasta el extremo de que alguien decía que desde diciembre no se le veía.
En cualquier caso, hasta el momento de la tragedia la familia había sido siempre impecable. Madre amable, chicas perfectamente educadas, actividad social discreta, de colegio y piscina, esmerada atención a los hijos, vida acomodada, proyectos de mejora en la vivienda... "Es incomprensible, es absolutamente incomprensible", señalaba una mujer, que jamás hubiera pensado que aquella familia llegada a Nivelles hace siete años fuera a sucumbir a esta tragedia. Según el alcalde, la mujer "estaba deprimida; era claro que tenía problemas psicológicos".
La primera respuesta al enigma puede que se encuentre en la carta, ya en poder de las autoridades, que Lhermitte depositó en el buzón de una amiga. Anoche, Lhermitte estaba ingresada en un hospital de la ciudad vecina de La Louviére, sometida a tratamiento psiquiátrico.
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