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Columna
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Barrer ladrillos debajo de la alfombra

A Juan Urbano nunca le había gustado la idea clásica de que quien no tiene nada que ocultar no tiene nada que temer, porque en muchas ocasiones esa sentencia forma parte de una baraja con las cartas marcadas, que algunos ponen sobre la mesa con la insana intención de vulnerar los derechos de otras personas, al convertir, por ejemplo, la defensa de la intimidad en una reivindicación sospechosa: lo que vamos a hacer es entrar en su casa, a ponerle cámaras en las calles y en los trabajos y a investigar sus datos confidenciales, y si usted se opone, será porque tiene algo que esconder...

Pero en el mundo de la política, ese oficio en el que, como decía el viejo zorro de Adenauer, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno, no hay nada más preocupante que ver el modo en que ciertos representantes públicos se entregan a la estrategia del calamar: cada vez que se quiere poner algo en claro, lanzan su tinta para volverlo invisible o, directamente, hacerlo desaparecer.

En política, como decía el viejo zorro Adenauer, lo importante no es tener razón, sino que te la den

La última de esas acciones dudosas ha sido la de dos eurodiputados del Partido Popular que, al parecer, intentaron por todos los medios evitar la llegada de una delegación del Parlamento Europeo a Madrid, donde van a inspeccionar, a petición de diversas organizaciones ciudadanas, qué hay de cierto en las continuas denuncias de especulación inmobiliaria que afectan a localidades de nuestra Comunidad como Galapagar, Torrelodones, Las Rozas, Moralzarzal o Rascafría.

La verdad es que, en opinión de Juan Urbano, con que la comisión se pasase por Las Rozas ya tendría muy claro hasta qué punto se han degradado algunas poblaciones a base de recalificar terrenos, acosar a los propietarios de casas antiguas hasta hacerles vender sus propiedades, entregar los espacios naturales al cemento o el asfalto y, en resumen, destruirlo todo a base de transformarlo en muchísimo dinero negro para vaya usted a saber quién. La verdad es que mejor habrían hecho los eurodiputados del PP exigiendo que la comisión ampliara sus visitas a otros lugares gobernados por el PSOE, en los que también planea la sombra del delito urbanístico, que intentando cerrarle las fronteras con un par de trucos legales. Porque, si no, volverán a hacerles la vieja pregunta una y otra vez, como ya lo ha hecho el vicepresidente de la Comisión de Peticiones, Michael Cashman: "¿Qué tienen que esconder? ¿De qué tienen miedo?".

La comisión también tiene previsto visitar, esta semana, otras zonas de España, como Almería y, naturalmente, la Comunidad Valenciana, pero en el caso de Madrid el intento de evitar que venga a hacer su informe lo resumió Juan Urbano con otra sentencia célebre: llueve sobre mojado. Porque, como todo el mundo sabe pero no todo el mundo quiere recordar, vivimos en una Comunidad cuyo actual Gobierno se formó a partir de la deslealtad, sin duda bien recompensada, de dos tránsfugas que le quitaron a la izquierda el triunfo que había conseguido en las pasadas elecciones autonómicas y municipales, justo después de que el candidato socialista, Rafael Simancas, anunciase que iba a ser inflexible con la corrupción inmobiliaria. Mal enemigo se buscó, entre otras cosas porque lo tenía por todas partes, tanto fuera como dentro de su propio partido, enfrente, a la espalda y alrededor, así que imagínense, como para salir victorioso del intento.

Con esos precedentes, a Juan Urbano le pareció escandaloso que los tales eurodiputados quisieran otra vez barrer los ladrillos bajo la alfombra, y se dijo que si, como escribió en una de sus novelas Gabriel García Márquez, a menudo los celos saben más que la verdad, hay ocasiones en que las sospechas lo saben todo, lo dejan más claro que el agua.

"Es que hay quien no se entera bien de las cosas y las malinterpreta, por falta de comprensión o por interés personal", pensó, mientras caminaba hacia la casa de su chica capicúa. "Y por eso, cuando leen que un buen político, como decía Antonio Machado, es el que siempre pone su vela donde sopla el viento, lo que entienden no es que deban tener el valor de enfrentarse a la realidad, sino que de lo que se trata es de que la llama se apague y todo quede a oscuras. En esa oscuridad donde tan fácil es ocultarse o cometer un robo". Empezaba a sentirse un poco deprimido.

Por la tarde, para levantar el ánimo, iría a ver los árboles que algunas personas, convocadas por Ecologistas en Acción, habían plantado en Las Rozas para protestar delicadamente contra el urbanismo depredador.

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