Nuestro compromiso con Europa y el Mediterráneo
La Unión Europea, ante las dificultades sufridas en algunos países por el Tratado Constitucional, se impuso hace ya casi dos años un período de reflexión que ahora llega a su fin, coincidiendo con el 50 aniversario de su fundación el próximo mes de marzo.
El tiempo transcurrido no ha sido inútil. Nos ha permitido constatar que necesitamos más Europa, que los europeos sólo daremos una respuesta eficaz a los desafíos de nuestro tiempo profundizando en la integración. Sólo unidos podemos actuar eficazmente contra la violencia, la injusticia, las desigualdades y los desequilibrios económicos; abordar los problemas derivados del cambio climático o las pandemias, o gestionar ordenadamente los flujos masivos de poblaciones.
El proyecto de Tratado Constitucional aspira, precisamente, a cubrir esta necesidad. Las preocupaciones a las que da respuesta el Tratado continúan vigentes. Europa necesita las políticas, los mecanismos y los recursos que se prevén en el Tratado. Por ello, con independencia del curso que siga el proceso constitucional, España e Italia no cejarán en su empeño de reforzar y hacer operativo el avance integrador que supone ese proyecto.
Estamos dispuestos a ayudar a la Presidencia alemana para que, entre todos, podamos encontrar la mejor manera de que la Unión Europea recupere su impulso. Lo haremos desde la posición especial que nos confiere el haber ratificado el Tratado Constitucional, una obligación que contrajeron todos los miembros de la Unión al firmarlo en Roma en 2004 y que ya han satisfecho, con nosotros, 18 Estados. Esperamos ayudar a quienes no lo han hecho para que puedan superar sus dificultades e incorporarse a los objetivos y aspiraciones del Tratado.
Para nuestros dos países, la Unión es el marco político primario de referencia que nos define. Es un espacio de libertades, de solidaridad, de paz y de prosperidad, y aspiramos a que se difundan todos esos valores en los que nos reconocemos.
Para España y para Italia, el primer ámbito de esa proyección hacia el exterior es el espacio mediterráneo. Su centralidad geoestratégica plantea desafíos de una magnitud que requieren un mayor compromiso por parte de la Unión.
Para ello contamos con el Proceso Euromediterráneo de Barcelona. El diálogo cultural es un canal prioritario para la consecución del objetivo de convertir el Mediterráneo en un espacio de paz, seguridad, estabilidad y prosperidad compartidas. En 2003, el informe elaborado por el Grupo de Sabios sobre el Diálogo de los Pueblos y de las Culturas en el Espacio Euromediterráneo identificó los cinco principios que deben inspirar nuestra acción como los de respeto del otro, igualdad, libertad de conciencia, solidaridad y conocimiento, con el objetivo de acabar con las "percepciones cruzadas negativas".
La Fundación Anna Lindh para el diálogo entre culturas es el resultado más tangible de la labor de los Sabios. La Fundación opera en Alejandría (Egipto) desde el año 2005, y hasta el momento es el único organismo auténticamente euromediterráneo en el que países de las riberas norte y sur participan en igualdad de condiciones. Queremos y debemos ensalzar su trabajo como herramienta de conocimiento recíproco. Objetivo convergente con el de la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas de poner fin a la creciente brecha de entendimiento entre Occidente y el mundo árabo-musulmán.
En este sentido, apoyamos plenamente los esfuerzos en curso para invertir más en educación y promover la movilidad de jóvenes y estudiantes euromediterráneos con un nuevo esquema de becas e intercambios.
Debemos también impulsar una mayor integración económica entre las dos riberas del Mediterráneo. Para ello estamos desarrollando esquemas financieros novedosos, complementarios a los ya existentes, con la vista puesta en el fomento de las pequeñas y medianas empresas, fuente fundamental de empleo y de estabilidad social.
El Proceso de Barcelona es también un excelente foro para abordar desafíos comunes de tanta importancia como la amenaza del terrorismo o la intensificación de los flujos migratorios. Estos nuevos retos nos plantean la necesidad de dotarnos de medios más eficaces de cooperación desde el respeto a los derechos humanos y la convicción de que la inmigración, bien gestionada, es una valiosa oportunidad tanto para los inmigrantes como para las sociedades a cuyo crecimiento económico contribuyen.
Es evidente que la proliferación de crisis en Oriente Medio demanda una mayor implicación de la Unión Europea para asumir una mayor cuota de responsabilidad directa en el mantenimiento de la seguridad en la región. Nuestra destacada participación en la fuerza de interposición de las Naciones Unidas en el sur del Líbano es un buen ejemplo de lo que podemos hacer y de los positivos resultados concretos que podemos cosechar.
Conscientes también de la centralidad del conflicto israelo-palestino, tenemos la determinación de seguir trabajando activamente para ayudar a ambas partes a volver a la mesa de negociaciones. Es el único camino viable para alcanzar una paz justa y duradera que incluya la creación de un Estado palestino independiente y democrático que viva en paz y seguridad con su vecino Israel. Es el único camino también para disipar el sentimiento de inseguridad y aislamiento que atenaza al pueblo de Israel.
En este contexto, creemos que será necesaria la convocatoria de una Conferencia Internacional, cuando las circunstancias lo aconsejen, para que Israel y todos sus vecinos puedan alcanzar la paz por medio del diálogo y las negociaciones. Damos la bienvenida al Acuerdo de La Meca y manifestamos nuestro aprecio por el constructivo papel desarrollado por Arabia Saudí en su consecución. Y esperamos que pronto se forme un Gobierno palestino de unidad nacional y pueda retomarse, de forma eficaz, el proceso de paz según los principios establecidos por la Hoja de Ruta y el Cuarteto.
Hoy, en Ibiza, abordaremos estas y otras cuestiones de interés común para nuestros ciudadanos. Y lo haremos con la convicción de que Italia y España tienen mucho que aportar, tanto en el seno de la Unión Europea como desde el Proceso de Barcelona, para que seamos verdaderamente capaces de pasar de una aproximación obsesionada por el pasado a una voluntad imantada por el futuro.
Romano Prodi es primer ministro italiano, y José Luis Rodríguez Zapatero es presidente del Gobierno español.
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