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La inversión extranjera se desmorona en Galicia por falta de suelo industrial

En 2006 alcanzó el mínimo histórico, encadenando los cuatro peores años de captación

Galicia nunca fue un país atractivo para el capital extranjero. Pero en los últimos cuatro años, el problema se ha agudizado por la falta de suelo industrial y la excesiva lentitud burocrática para tramitar permisos a nuevas instalaciones. En 2006, la inversión extranjera en Galicia tocó suelo, con poco más de 8 millones de euros en los nueve primeros meses del año. Es la cifra más baja de los últimos 15 ejercicios. La situación es tan mala que se calcula que hay más de 2.000 empresas esperando sitio y autorización administrativa para invertir en la Comunidad.

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La situación de bloqueo dura ya cuatro años. Si entre 2001 y 2002 Galicia recibió casi 987 millones de euros en inversiones extranjeras, entre 2003 y 2006 el dato apenas supera los 140 millones de euros, a falta del cierre de los tres últimos meses del año pasado. La falta de suelo afecta tanto a la superficie industrial como al suelo comercial. La situación ha llegado a ser tan dramática que empresas como la sueca Ikea o la francesa Decathlon se han visto obligadas a cambiar sus planes de expansión al no encontrar emplazamientos en Vigo ni en A Coruña.

El estrangulamiento industrial en Vigo es el más grave. El último polígono industrial construido recibió el triple de peticiones de reservas de suelo que las que pudo acoger. Es decir, hay unas 300 empresas que se quedaron sin lugar donde poder materializar su inversión. Se trata del Parque Tecnolóxico de Vigo, con un millón de metros cuadrados. Su tramitación administrativa fue tan larga (6 años) que, de tecnológico, pasó a llamarse Logístico y, en realidad, se ha convertido en un polígono de industria pesada. El principal motivo era el dar acogida a los más de 700 millones de euros en nuevas empresas de componentes del automóvil (Benteler, Denso, Faurecia, Antolín) que necesitaban un encaje urgente.

El Gobierno de Pérez Touriño parece haberse tomado el tema en serio y asegura que el grueso de la inversión pública en suelo en los diez últimos años ha sido escasa y concentrada en zonas de Galicia en las que no había demanda inversora. "Haremos más suelo industrial en un año de lo que el Gobierno anterior hizo en diez años", aseguró el jueves el presidente de la Xunta. Sus últimas aprobaciones han sido la resolución urgente de emplazamiento para dos piscifactorías de la sociedad noruega Stolt Sea Farm, una planta de fabricación de paneles solares de Tsolar en Ourense y un gran parcela para una factoría de producción de biodiésel en Vigo.

Los más lentos de ventanilla

Pero el problema gallego no es sólo de falta de espacio, sino también de exceso de tiempo. El responsable de la Dirección General de Empresas de la Comisión Europea, Íñigo Ureste, estuvo esta semana en Galicia y mostró su perplejidad por la lentitud de los trámites para crear una nueva empresa. Según sus datos, la media real española de tardanza en tramitar papeleos oficiales es de 9 días y la media europea es de una semana. En Galicia nadie logra tener los permisos en regla antes de 15 días.

Ureste expuso en Galicia el proyecto europeo Briz Point, que busca la creación de una ventanilla única más eficaz para agilizar los trámites que deben realizar las empresas.

A la mezcla de ambos factores -falta de suelo industrial y pesada burocracia-, Galicia añade su escaso atractivo internacional, fruto de estar lejos de las grandes rutas de la inversión exterior.

Según los datos del Registro de Inversiones Exteriores, en los últimos trece años Galicia ha captado poco más del 1% del dinero que ha entrado en España. De los más de 150.000 millones de euros de inversión extranjera directa en empresas españolas (1993-2006), en Galicia sólo entraron 2.000 millones de euros.

El poco interés que Galicia despierta en el capital transnacional es una de las asignaturas que la Xunta ha puesto a la nueva Fundación Galega da Sociedade do Coñecemento. Pérez Touriño y su conselleiro de Economía, José Ramón Fernández Antonio, quieren que la citada fundación sirva de cazainversiones, especialmente para industrias de los sectores con mayor futuro. Una de las labores es tratar de convertir a las oficinas del Igape (Instituto Galego de Promoción Económica) en puntos de atracción para Galicia en los países donde operan.

Lo más curioso es que, en el capítulo de la inversión exterior, Galicia se comporta como un país rico. En el mismo período (1993-2006) las empresas gallegas han invertido más de 5.000 millones de euros en el extranjero, es decir, más del doble de lo que han conseguido captar del extranjero.

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