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Reportaje:

Las batallas de Don Carnal

Arrancan las celebraciones de carnaval entre desfiles, bailes, música electrónica y fiestas espontáneas

Francesco Manetto

El carnaval no es excepción y confirma la regla: Madrid despierta de noche. Así empezaron ayer las celebraciones de las máscaras, justo después del atardecer. Tras un sábado como otro cualquiera, marcado por los paseos y las compras entre Gran Vía, Hortaleza y Fuencarral, miles de personas acudieron a partir de las siete a la cabalgata organizada por el Ayuntamiento entre el parque del Retiro y la plaza de Colón.

El desfile -que provocó un colosal atasco en el centro- arrancó con cierta sobriedad. "Aquí los únicos disfrazados parecemos nosotros, los policías y el personal de la limpieza", comentaba Paco, de Móstoles, ataviado con un mono de trabajador y adornado con pegatinas sindicales. "Yo es que soy de Las Palmas y aquí todavía no he visto mucha fiesta", añadió un amigo que prefirió presentarse con el nombre de batalla de su disfraz: "Maripuri, tal cual". Los niños sí tenían visible ilusión de asistir al paso de las carrozas, como si se tratara de una cabalgata de Reyes. "¡Qué vienen, mamá!", gritaban con expectación.

"¡No nos dais miedo!", gritan unos niños al paso de unos dinosaurios gigantes de cartón

Después de las Tarascas de las estrellas de la noche, Don Carnal y la Tarasquilla, acompañadas de una corte de bufones, músicos, bailarines en traje de época y personajes fantásticos, desfilaron las comparsas de barrios y asociaciones de vecinos, una furgoneta dedicada a la movida madrileña, carrozas caribeñas y bolivianas y hasta una descomunal mantis religiosa. "No nos dais miedo", voceaban escondidos detrás de una señal de tráfico tres niños ante el paso de unos dinosaurios gigantes de cartón piedra. Cerca de la Puerta de Alcalá, una familia de venezolanos hacían palmas al ritmo de música caribeña. "En nuestro país suele haber mucha más fiesta, pero ésta también nos gusta, es gratis y es diversión sana", comentaba uno de ellos.

Alrededor de las ocho de la tarde, el espíritu del carnaval ya perecía más palpable. Aumentaban los asistentes y se multiplicaban las máscaras. Antonio y David, a simple vista, iban de preso y de sevillana. "En realidad, yo soy Julián Muñoz y aquí tienes a Isabel Pantoja", explicaba él divertido. Seis jóvenes madrileños, de entre 18 y 22 años, caminaban en grupo intentando encajar entre sí: "Somos piezas del Tetrix, aquí estamos con ganas de divertirnos". Dos parejas llegadas de Tarragona para el fin de semana llevaban dos de los artículos más vendidos del festejo: una simple peluca de pelo rizado y purpurina. Y es que, mientras que ayer por la tarde algunas tiendas de disfraces del centro estaban casi vacías, en el veterano establecimiento de la calle de Toledo, Tiendas Paco, aseguraban: "Esta semana hemos estado a tope todos los días. La tienda está llena y los trajes más solicitados son el de torero de época, prendas estilo años ochenta y complementos como pelucas y maquillaje".

Quienes no se conformaron con estos artículos fueron los asistentes al concurso de disfraces y tradicional baile que el Círculo de Bellas Artes celebra desde 1891. Patricia y Janette, por ejemplo, rindieron homenaje al cine -tema del baile este año- con sus trajes de novia cadáver de Tim Burton y de bruja. "No venimos con la intención de ganar el concurso sino con ganas de pasarlo bien. Yo vengo hace 17 años y he acabado trayendo a mis hijos", decía Janette.

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De fiesta iban también, por la mañana, los vecinos del barrio de Carabanchel Alto, aunque quisieron añadir a su chirigota un toque reivindicativo. Empezando por rendir homenaje a las historietas de Asterix. "Nos hemos convertido en una aldea gala que resiste ante el imperio, que para nosotros es el Ayuntamiento", explicaba Ana Martín, de la asociación de jóvenes del barrio. Si hace un año algunos vecinos arrancaron los parquímetros que el Consistorio instalaba en la zona, ayer se lo tomaron con más humor escenificando una protesta. En lugar del típico monolito, el forzudo Obelix llevaba a cuestas un parquímetro de cartón. A su lado, la máscara de Ruiz-Vampirón amenazaba con chupar la sangre al personal.

Los amantes de la música electrónica tuvieron su momento en la segunda edición del REC (Relaciones Electrónicas Carnavalescas), un maratón de ocho horas en sesiones de pinchadiscos y proyecciones audiovisuales en el matadero de Legazpi. Y entre los centenares de personas que paseaban por el centro de Madrid hubo también quien echaba en falta más fiestas espontáneas: "A lo mejor es que ahora se llevan más las fiestas de Halloween. Recuerdo que hace unos años había más fiestas de carnaval, pero nosotros no nos rendimos y tenemos ganas de divertirnos incluso en la calle o en una plaza", decía Arturo en plena calle de Alcalá junto a sus amigos.

¿Conseguirá Don Carnal ganar la batalla hasta la semana que viene? Anoche bastaba un paseo por el centro de la capital para entender que la Cuaresma todavía puede esperar.

Criaturas oníricas salen del Retiro.
Criaturas oníricas salen del Retiro.PAULA VILLAR

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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