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El primer ministro Haniya dimite para dar paso a un Gobierno de unidad palestino

El dirigente de Hamás recibe el encargo del presidente Abbas de formar un nuevo Gabinete

Bajo la amenaza de una nueva crisis y tras una jornada de intrigas y negociaciones, ayer se cumplió el primer paso para la formación de un Gobierno de unidad palestino. En Gaza, el primer ministro, el islamista Ismail Haniya, dimitió y recibió el encargo del presidente, Mahmud Abbas, de formar la nueva coalición que ya tiene el rechazo de EE UU. "Señor Ismail Haniya, le designamos para formar el Gobierno palestino", le dijo Abbas, que tuvo como respuesta otra frase corta y de rigurosos trámite: "A partir de ahora empezaré los contactos con los otros partidos".

Haniya tiene un plazo de cinco semanas para hacer realidad el pacto de La Meca y superar los obstáculos que aun le separan del movimiento Al Fatah. Ayer, al menos, los dos grupos rivales resolvieron algunas diferencias que estuvieron a punto de romper el acuerdo del Gobierno de unidad. Los palestinos esperan que ahora se desvanezca la amenaza de una guerra civil, tras meses de violentos enfrentamientos.

Siete días después de anunciar en La Meca la formación del nuevo Ejecutivo, Abbas y Haniya se volvieron a ver las caras en Gaza para aclarar los malentendidos y las interpretaciones del documento firmado ante el rey saudí Abdalá. La jornada de ayer estaba marcada en el calendario palestino como el día del festivo discurso televisado del presidente sobre el acuerdo de La Meca y se convirtió en una maratoniana serie de gestiones y conversaciones telefónicas hasta conseguir que Abbas dijera: "El pueblo palestino tiene ahora motivos para la alegría".

De Arabia Saudí salió un acuerdo muy ambiguo que, al llegar a la franja de Gaza, se topó con los detalles y su difícil puesta en práctica. Las supuestas nuevas condiciones impuestas por Hamás, el enfado de Abbas y la posibilidad de un estrepitoso fracaso provocaron ayer la intervención de Riad a través de su ministro de Exteriores, Saud al Faisal. Este conversó con Haniya, que le prometió que el nuevo Gobierno de unidad "será una realidad y fiel al espíritu y a la letra de los acuerdos de La Meca". Paralelamente, Abbas dialogó con el líder de Hamás en el extranjero, Jaled Meshal, para reconducir la situación.

Feliz tras un complicado parto que ha dado a luz un Gobierno que ofrece esperanza a los palestinos, Razi Hamad, en nombre de Hamás, apuntó los tres aspectos que amenazan con dinamitar el acuerdo: Uno, la exigencia de que Abbas acepte todas las medidas aprobadas en el último año por el Ejecutivo de Haniya, incluyendo la polémica creación de la nueva fuerza militar, compuesta por 6.000 hombres de Hamás. Dos, la identidad del nuevo ministro de Interior. Y tres, el nombramiento de los altos funcionarios del Gobierno.

La voluntad de Abbas de designar como viceprimer ministro al dirigente de Al Fatah, Mohamed Dahlan, supone un problema. El movimiento islamista odia a Dahlan, al que acusa de ser el instigador de los enfrentamientos internos y de actuar "como socio del complot americano e israelí para derribar el Gobierno Hamás".

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Sufian Abu Zaide, dirigente de Al Fatah, comentaba anoche que no dudaba del acuerdo: "Era impensable que tras firmar de puño y letra el acuerdo ante el rey Abdalá, Hamás se viniera atrás. Hay mucho en juego". Se refiere al anhelado grifo económico y los petrodólares saudíes para la reconstrucción de la economía palestina. El acuerdo también sirve de plataforma para levantar el bloqueo económico.

El primer ministro palestino, Ismail Haniya (izquierda), saluda al presidente, Mahmud Abbas, ayer en Gaza.
El primer ministro palestino, Ismail Haniya (izquierda), saluda al presidente, Mahmud Abbas, ayer en Gaza.REUTERS

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