Alicante será el único distrito que no perderá alumnos en la próxima década

Se barajan tres escenarios, y ninguno es bueno. El número de universitarios valencianos descenderá de forma sostenida al menos hasta el año 2016. Para entonces, el distrito de Valencia habrá perdido en torno al 16% de su actual volumen de estudiantes; el de Castellón, un 9%, y sólo el de Alicante se mantendrá más o menos como ahora, con un descenso que no pasará probablemente del 4%. En el conjunto del Estado, sólo a Tarragona y Girona les espera un futuro tan estable.

Las previsiones son del Atlas de la España Universitaria, elaborado por la Universidad de Cantabria, el mismo que abrió el debate sobre la viabilidad de las carreras con pocos estudiantes. Y se basa en estimaciones, hasta el punto de que la población universitaria de partida (año 2006) se encuentra por debajo de la que realmente existía. Tiene, en todo caso, el valor de un aviso para navegantes. Sobre todo para el distrito de Valencia, donde se concentran los principales campus de cuatro de las siete universidades de la comunidad autónoma.

El estudio de la Universidad de Cantabria se basan en las proyecciones de población del Instituto Nacional de Estadística (INE), a las que se aplican las tasas netas de escolarización de enseñanza universitaria de cada autonomía. Luego se le suma (o resta) el saldo migratorio de estudiantes universitarios con el resto del España. Por último, se introduce el índice de recepción de inmigración extranjera.

Las tres hipótesis del Atlas presentan la previsión de cómo será la población universitaria en 2016 incluyendo, en el primer caso, el fenómeno de la inmigración -que daría como resultado los porcentajes citados anteriormente-; añadiéndole además, en el segundo caso, un "optimista y poco probable" crecimiento interanual de la población universitaria del 1,25% -que implicaría un aumento moderado de los alumnos en Alicante y Castellón, pero no en Valencia- y ofreciendo, finalmente, una previsión que no contempla la aportación de la inmigración. En este escenario, Valencia perdería a más de uno de cada cuatro estudiantes; Castellón un 17% del total, y Alicante, un 13%.

Al sociólogo y vicerrector de la Universitat de València, Antonio Ariño, no le sorprenden las proyecciones, porque la población valenciana más joven se encuentra en Alicante. Apunta, sin embargo, que en ellas sólo se contempla al alumno convencional. El situado entre los 18 y los veintitantos que cursa su primera carrera. Una de las esperanzas de las facultades consiste en que se vaya asentando el concepto de formación a lo largo de la vida. Lo que implicaría la vuelta a las aulas -físicas o virtuales- no sólo de quienes ya han entrado en el mercado laboral, sino también que se encuentran ejerciendo una profesión y quieran renovar sus conocimientos.

Tampoco contempla el estudio otros factores, como el de "capitalidad" que jugaría a favor de Valencia aunque de forma menor, dada la tendencia a estudiar en facultades próximas al hogar. O el del fracaso escolar; el Atlas toma las tasas netas de escolaridad de enseñanza universitaria de cada comunidad autónoma y las extrapola a sus provincias. El índice de abandono y fracaso escolar, sin embargo, es mayor en Alicante que en el resto de la comunidad autónoma, lo que jugaría en su contra. Aunque ello también podría cambiar antes de 2016.