Una lesión del cerebro elimina la dependencia de la nicotina
El daño en la región de la ínsula impide el sentimiento de placer y rompe la adicción
La adicción a la nicotina depende de la salud de una pequeña islita cerebral rodeada de materia gris. Los fumadores que han sufrido una lesión en la ínsula, una región del cerebro relacionada con la emoción y los sentimientos, dejan de fumar de inmediato y con facilidad. Ésta es la sorprendente conclusión de un estudio publicado el 26 de enero en la revista Science. El estudio aporta pruebas directas de que el tabaco se apodera del cerebro. También plantea la posibilidad de que otros comportamientos adictivos puedan establecer un control igualmente fuerte sobre los circuitos neuronales del placer.
El estudio ha sido realizado por Antoine Bechara y Hanna Damasio, del Instituto sobre Cerebro y Creatividad, de la Universidad del Sur de California, en colaboración con los estudiantes Nasir Naqvi y David Rudrauf, ambos de la Universidad de Iowa. "Es el primer estudio de este tipo que parte de las lesiones cerebrales para analizar la drogadicción en humanos", explica Naqvi.
El hallazgo abre la puerta a nuevos posibles desarrollos farmacológicos
En la década de 1990, Antonio Damasio propuso que la ínsula, una pequeña isla rodeada por la corteza cerebral, es una "plataforma de sentimientos y emoción". El estudio publicado ahora en Science demuestra que el placer de fumar tiene su base en esta plataforma. "Realmente, es intrigante pensar que los fallos en esta región rompan los sentimientos de placer asociados al tabaquismo", afirma Damasio, director del Instituto sobre Cerebro y Creatividad. "Es inmediato. No es que fumen menos. No fuman, punto".
El resultado plantea la pregunta de si esa misma lesión, además de eliminar la adicción al tabaco, afectaría también a otras adicciones. Y plantea otra cuestión: ¿puede una intervención controlada sobre la ínsula curar malos hábitos? La respuesta se desconoce aún, dice Bechara, pero el fenómeno podría tener relación con el consumo abusivo de alcohol, la ingesta excesiva de alimentos y otras adicciones. El descubrimiento de la influencia de la ínsula en la adicción abre nuevas vías terapéuticas, opina Bechara, incluida la posibilidad de crear fármacos dirigidos a una región "a la que nadie prestaba atención". "Hay muchos desarrollos farmacológicos posibles", añade Bechara. Cualquier tratamiento debería conservar las funciones beneficiosas de la ínsula. Pero Bechara señala que la región parece estar específicamente relacionada con las "conductas aprendidas" y no con los impulsos fundamentales necesarios para la supervivencia. Como resultado, tal vez fuera posible atacar a unos sin perjudicar a los otros.
Hanna Damasio, codirectora del instituto, también recalca la diferencia entre las conductas habituales y las instintivas. "Debido a que ahora se sabe que la ínsula es una estructura clave en los procesos de emoción y sentimiento, el hecho de que una lesión insular quiebre un hábito aprendido como el tabaquismo demuestra que existe un poderoso vínculo entre el hábito y la emoción o el sentimiento", dice.
El descubrimiento de que esta pequeña región cerebral podría ser el talón de Aquiles del tabaquismo es especialmente sorprendente, dados los efectos generalizados que la nicotina tiene sobre todo el sistema nervioso del cerebro.
El estudio incluyó a fumadores con lesiones que no afectaban a la ínsula, pero la probabilidad de interrumpir el tabaquismo es mucho mayor cuando la ínsula se ve afectada.
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