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Israel suspende las obras en la Explanada de las Mezquitas

El alcalde de Jerusalén abre un periodo de consultas para apaciguar a los musulmanes

El alcalde de Jerusalén dio ayer un paso atrás después de que el Gobierno de Ehud Olmert hubiera avanzado dos. El regidor, el ultraortodoxo Uri Lupolianski, anunció anoche que el plan para alzar el puente que dará acceso a la Explanada de las Mezquitas queda suspendido para abrir un periodo de información pública y cumplir la legalidad. No obstante, las excavaciones continúan, pese a que han encrespado los ánimos de los palestinos y de todo el mundo musulmán, en una disputa que, según técnicos y expertos, habría sido muy fácil evitar.

Pocas horas después de que el Gabinete diera luz verde al proyecto, la alcaldía difundía en la noche del domingo un comunicado en el que anunciaba el freno a las obras, que desataron el fin semana disturbios en la ciudad santa y en varias otras de Cisjordania en los que se produjeron decenas de heridos. "La paralización", afirma el Ayuntamiento, "se debe a la sensibilidad del plan y a las discusiones con representantes de Jerusalén Este, que pidieron supervisar los planes y dar sus opiniones".

Es precisamente lo que muchos expertos habían denunciado: la violación de los permisos legales para iniciar las obras, como lamentaban que no se coordinaran las excavaciones con autoridades religiosas palestinas o jordanas. Ghaleb Majedele, el primer miembro árabe del Gabinete de la historia de Israel, aseguró que el alcalde Lupolianski había aprobado las obras a sabiendas de su ilegalidad. El primer edil y el rabino del Muro de las Lamentaciones y santos lugares, Samuel Rabinovitch, consultaron el aplazamiento con la fiscalía general.

Pocos dudan de que las excavaciones no supondrán daños para la Mezquita de Al Aqsa, tercer lugar sagrado del islam tras La Meca y Medina, pero en la lucha por cada centímetro en Jerusalén no caben concesiones. Sin la participación de dirigentes árabes o musulmanes, toda obra es susceptible de provocar graves altercados. Algo que el Gobierno de Olmert, que mantiene estrechos lazos con los sectores ultraortodoxos, no ignoraba. Es la crítica más sólida que pesa sobre el primer ministro: ¿por qué echar leña al fuego con lo sencillo que era evitarlo?

Demasiada crispación

La suspensión puede ayudar a templar los ánimos de los musulmanes, aunque la decisión municipal no supone la detención de las excavaciones, que continuarán, dejando correr los plazos para las alegaciones de los interesados sobre la construcción del puente. En Israel, sólo el influyente Consejo Yesha, que agrupa a los colonos que viven en la Cisjordania ocupada, se opuso a la paralización y exigió al Gobierno que "no ceda a las amenazas". "Esto es el resultado directo de la negación de los derechos de los judíos sobre el Monte del Templo", dicen sobre la Explanada de las Mezquitas, que hasta su ocupación en 1967 fue territorio jordano. No es previsible que el proyecto final vaya a diferir mucho del inicial.

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Por otro lado, Olmert se mostró cauto sobre la decisión que adoptará su Gabinete sobre el futuro Gobierno de unidad palestino, tras la cumbre de La Meca, y sugirió que la liberación del soldado judío Gilad Shalit, cautivo en manos de Hamás desde junio, tendría repercusión. En difícil situación se halla Olmert para encarar una negociación con la nueva Autoridad Palestina. Es un primer ministro muy débil, que en el ámbito interno lo tiene todo en contra: las encuestas, a varios de sus ministros, a dirigentes de su partido, Kadima.

Ayer se enzarzó, en una comisión del Parlamento, con Benjamín Netanyahu, líder del Likud, que aguarda paciente su momento. Tras asegurar Bibi que "el Gobierno fallido debería irse a casa", Olmert replicó que Netanyahu "dio vida a Hamás, al liberar al jeque Ahmed Yasín", asesinado en 2004 por la aviación israelí.

REUTERS / EL PAÍS

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