Respeto medioambiental
Si la arquitectura es la humanización del entorno y la habilitación del mismo para la actividad humana, la arquitectura sostenible es la que trata de minimizar el impacto medioambiental de todos los procesos implicados en una edificación, es decir: que la fabricación de los materiales que se van a emplear consuma la mínima energía y produzca los mínimos desechos, que las técnicas de construcción supongan el mínimo deterioro, que la ubicación no tenga un impacto negativo en el entorno, que se prevea el mínimo consumo de energía y, finalmente, que se optimice el reciclado de los materiales cuando la vivienda se derriba.
El concepto de la arquitectura sostenible gira en torno al verbo "adecuar". Se trata, en definitiva, de adecuar las edificaciones a las condiciones de cada entorno y a sus distintas condiciones climáticas estacionales, además de la adecuación del proceso de edificación en utilización de materias primas, gastos energéticos y contaminación. La arquitectura sostenible busca agotar todas las soluciones de adecuación climática pasiva y primar las instalaciones que consuman energías no contaminantes, como la solar o las derivadas de los recursos renovables.
Se trata de satisfacer las necesidades presentes sin comprometer las demandas de generaciones futuras
El planteamiento de la arquitectura sostenible se basa en el concepto "desarrollo sostenible" que no es más que la satisfacción de las necesidades presentes sin comprometer las demandas de las generaciones futuras y sin dañar el medioambiente.
Está claro que la sostenibilidad es un importante reto que todos tenemos planteado. Dos datos, de entre los muchos que hay, plantean la trascendencia del problema. Según la WBCSD (Organización Mundial para el Desarrollo Sostenible), si el consumo energético mundial de los edificios continúa aumentando al ritmo actual, la edificación podría llegar a consumir la misma cantidad de energía que la industria y el transporte juntos en 2050. Según el Ministerio de Medio Ambiente, los residuos generados por habitante y año entre 1990 y 2003 se incrementaron en un 55,4%.
Además de las expectativas sociales y la demanda de la ciudadanía que se debe traducir en una permanente actitud de exigencia sostenible, se necesitan políticas públicas que fomenten la arquitectura sostenible y que tengan en cuenta, de forma seria, la planificación urbanística, los instrumentos fiscales y los criterios de licitación, para terminar con la especulación y la corrupción.
La sostenibilidad es también un reto que hoy en día tenemos planteado todas las empresas vinculadas con el sector inmobiliario; no cabe ya una arquitectura o una construcción que no tenga en cuenta uno de sus conceptos básicos, la integración en el medio ambiente. Si edificamos para colmar las expectativas de habitabilidad de las personas aprovechando las posibilidades que la naturaleza brinda, debemos llevar a cabo una arquitectura integrada en ella, y producir un impacto medioambiental mínimo y un gasto reducido de los recursos.
Deben ser nuestros propios valores, y especialmente el respeto por las personas y la responsabilidad social corporativa, lo que nos lleve a la sostenibilidad en la construcción a todos los que directa o indirectamente participamos en el sector. El reto no debe ser otro que el de intentar mejorar el mundo que nos rodea.
En Bancaja Habitat vamos a apostar de lleno por la sostenibilidad en el marco de la responsabilidad social corporativa. Una de las acciones que hemos llevado a cabo es la creación de una Cátedra de Arquitectura Sostenible en la Universidad Politécnica de Valencia. Su objetivo es el fomento de la investigación y la difusión de las prácticas de sostenibilidad en el ámbito de la arquitectura y que sirva como foro de comunicación y documentación para estudiantes y profesores interesados en el tema.
Tomás Pérez es director comercial de Bancaja Habitat.
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