¿Un cártel gasista?
En un marco de crisis energética general y gasista en particular, ésta en buena medida provocada por las veleidades de Moscú, a Europa se le hacen los dedos huéspedes. Hace un par de semanas fue la visita a Argelia del ministro ruso de Energía para establecer una "firme alianza" entre socios que exportan conjuntamente a Europa 220.000 millones de metros cúbicos anuales de gas natural. Ahora han sido las declaraciones del ayatolá Alí Jamenei invitando a Rusia a formar conjuntamente una organización de países exportadores las que han contribuido a acrecentar el temor de Bruselas a que se esté incubando una OPEP del gas. Aunque la propuesta de Jamenei no puede ser desvinculada de la guerra propagandística entre Irán y Occidente, su efecto atemorizador está garantizado. No sólo porque cada vez más la UE incluye a Teherán en sus planes de diversificación para aprovisionarse de gas, sino porque Rusia e Irán poseen conjuntamente casi la mitad de los yacimientos mundiales.
Es probable una cooperación energética más estrecha entre Moscú y Teherán, en alas de su entendimiento general. Pero parece más difícil que su acercamiento alumbre un cartel gasista. El principal argumento político es que iniciativa semejante destruiría la reputación de Rusia como socio de Europa y EE UU. Más pegado al suelo está el hecho de que los contratos de suministro de gas se hacen a largo plazo, y que, como ha señalado el gigante ruso Gazprom, en ese contexto resulta inverosímil la propuesta. En cualquier caso, a la energéticamente desvalida UE le toca sufrir y vigilar atentamente el desarrollo de unos acontecimientos que podrían acabar influyendo decisivamente sobre sus mismas prioridades en política exterior.
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