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Columna
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Tópicos

Si hay algo en lo que los ciudadanos, en su inmensa mayoría, están de acuerdo es que la nación española es indisoluble. Si hay algo en lo que los ciudadanos, también en su inmensa mayoría, están de acuerdo es en la protección a las víctimas del terrorismo.

Como estas afirmaciones son ciertas, no se entiende que el Partido Popular de Andalucía (PP-A) incorpore a su campaña municipal, junto a su modelo de ciudad, la defensa de la unidad de España y la protección a las víctimas del terrorismo. No se entiende porque la unidad de la nación no sólo no está en peligro, sino que su realidad única está reforzada por la Constitución, el Estatuto de Autonomía y, sobre todo, porque es la decisión del pueblo español, que somos todos. Es verdad que nos encontramos a las puertas de procesos electorales que se inician el próximo mes de mayo con las municipales. También que, en tiempos electorales, los grupos políticos no son muy escrupulosos y tratan de arrimar el ascua a su sardina para conseguir un mejor resultado de los votantes. Sin embargo, aún aceptando esta falta de escrupulosidad en la discusión electoral, se hace muy cuesta arriba admitir que un grupo político incorpore valores a su campaña que no se discuten ni en el Estado ni en Andalucía. Su incorporación, tratando de hacer de unos cuantos lo que es de todos, sólo puedo verla como una irresponsabilidad, amén de un insulto a la inteligencia de los andaluces. Una irresponsabilidad, por cuanto quiere hacer ver un problema -amenaza de desintegración del Estado- donde no existe. Un insulto a la inteligencia también, por cuanto se piensa que los andaluces, con esta estrategia, pueden ver una España en peligro de ruptura e insolidaria en lugar de una España europea, solidaria y en continuo progreso, que es la que tenemos todos.

En suma, y sin engaños, lo que se pretende es llevar al ánimo de la sociedad que el PSOE como acción política y gobierno, sea estatal o autonómico, provoca la degradación del Estado. Éste es el mensaje con el que se quiere generar el cambio político. Unas veces -repiten- está en peligro la unidad de España; otras se desconsidera a las víctimas y otras es la Justicia, cuyo tratamiento puede ilustrar esta estrategia.

Y así, es normal, en un Estado de Derecho, que, como han declarado los presidentes de las Salas de Justicia del País Vasco con motivo de la imputación del lehendakari, que "ninguna autoridad goce en España de impunidad penal" como también que "todas tienen el deber de soportar el enjuiciamiento". Pues, bien, si las autoridades no están exentas de acudir al llamamiento judicial debe ser -para el PP-A- sólo si son autoridades vascas o del PSOE. En cambio, si son autoridades de Alhaurín El Grande, no. En este caso se insinúa que los fiscales de Andalucía despachan desde San Telmo (presidencia de la Junta de Andalucía) y Javier Arenas, en una mala copia del lehendakari, dice que "el PP no va a tolerar que el Gobierno use a los fiscales" y convierte a su grupo en la garantía de independencia de la Justicia.

Para el PP, la Justicia sólo es justa si se imputa a los nacionalistas y está deteriorada, la misma Justicia, si le toca un pelo a determinados alcaldes. No puede imputar a las autoridades del PP por corrupción urbanística, so pena de extender una mancha de parcialidad sobre fiscales o jueces a los que, en este caso, considera al servicio del partido en el poder.

En fin que con estos tópicos va a terminar siendo un chascarrillo de uso corriente el de que, además de los tópicos de Cáncer y Capricornio, están los del PP. En cualquier caso, ocurrencias aparte, no estaría de más que, ante tamaño despropósito, el fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía dijera esta boca es mía y nos recordara lo que ya sabemos que es Justicia: los fiscales de Andalucía están sujetos al principio de legalidad y no actúan maliciosamente contra el PP ni ningún otro grupo político democrático. No vayamos a que el señor Arenas, o cualquier otro, después de salvar a España, se haga supercardenal, digo fiscal.

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