_
_
_
_
Reportaje:

Sólo para enfermos que crean en Alá

Un empresario holandés propone abrir un hospital para musulmanes en Rotterdam

Isabel Ferrer

Paul Sturkenboom, un empresario holandés que fue gestor en el sector sanitario público, tiene una singular manera de fomentar la integración de los inmigrantes musulmanes. Ha propuesto la creación de un hospital para pacientes de dicho credo, atendidos sólo por médicos y enfermeras de su propio sexo.

El centro sería el primero de su clase en Europa y abriría sus puertas en Rotterdam, la segunda ciudad del país con un tercio de sus 600.000 habitantes de origen inmigrante. El hospital también brindaría salas de oración, un servicio permanente de imanes y una dieta acorde con las exigencias del islam.

Que algunas pacientes musulmanas acuden al médico acompañadas de sus maridos, o de un varón destacado de su familia que explican en su nombre sus síntomas al médico no es una novedad en Holanda. Ni en el resto de Europa. En algunas ocasiones ha habido también roces a la hora de revisar a la enferma si el facultativo era un hombre. Pero nadie había propuesto hasta ahora la creación de un hospital enteramente dedicado a servir a la comunidad musulmana.

El hospital brindaría salas de oración, servicio de imanes y dieta adaptada al islam

El plan de Paul Sturkenboom, que ha sido presentado al consistorio y está siendo analizado por las aseguradoras -sin cuya aprobación no será viable- parte de una premisa clara. "Si hay colegios cristianos o judíos y si el Gobierno subvenciona las escuelas islámicas, por qué no contar con un hospital específico para musulmanes".

El empresario querría tenerlo en marcha dentro de dos años y emplearía a 45 doctores y 275 personas más, afectas al personal paramédico. Aunque este equipo no tendría que profesar el islam, sí respetaría la separación de sexos en sus actuaciones y ofrecería una dieta halal (alimentos producidos según las leyes musulmanas) a los enfermos.

Con 1,7 millones de inmigrantes no occidentales en su mayoría musulmanes y 450 mezquitas, Holanda le parece al empresario el lugar adecuado para llevar a cabo su proyecto. Como sería además una primicia europea, podría atraer a pacientes de otros países en busca de un centro así fuera del mundo árabe.

En su opinión, la tranquilidad que supondría cubrir sus necesidades sanitarias, contribuiría a fomentar la integración. El ministerio del ramo, dirigido por Rita Verdonk, antigua titular de Inmigración, no lo ve igual. Al tratarse de un plan privado, sus portavoces recuerdan que debe cumplir la normativa vigente y demostrar que existe una demanda real para el nuevo hospital. Pero desde el respeto a ciertas peticiones del enfermo sobre el tipo de médico que le verá, la idea les parece poco integradora. Entre la comunidad musulmana hay grupos que lo tildan de innecesario, porque mantiene la identidad de las minorías sin favorecer que se asomen al exterior. Otros aplauden la iniciativa.

A un nutrido grupo de holandeses autóctonos, por el contrario, este tipo de iniciativas les afirma en su decisión de abandonar el país. No lo reconocen como propio, sobre todo desde el asesinato del líder populista Pim Fortuyn, gran crítico del islam, y buscan "espacios más amables".

Según la Oficina Central de Estadística, en 1999 emigraron 30.000 holandeses, en especial hacia Canadá, Australia y Nueva Zelanda (el país tiene 16 millones de habitantes). En 2004 dejaron su tierra 40.000 personas, en busca de "tranquilidad". A su partida también contribuyó en parte el desarrollo mismo de Holanda, uno de los países con mayor densidad de población del mundo. Y también con un gran poder de atracción. Sólo en Rotterdam hay vecinos de 160 países que hablan más de un centenar de lenguas distintas y una cincuentena larga de religiones diferentes.

Los expertos en estadística indican asimismo que esta nueva hornada de emigrantes (después de la II Guerra Mundial, miles de holandeses buscaron en ultramar un modo de vida que les sacara de la pobreza en que estaba sumida entonces Holanda) suelen ser de clase media y no granjeros con falta de tierra, como hace unos años.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_