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Reportaje:Nuevo Estatuto

Perales, el hacedor del consenso

El dirigente socialista fallecido dirigió la negociación y siempre creyó en el acuerdo

Lourdes Lucio

El socialista Alfonso Perales, fallecido la víspera de la pasada Nochebuena, es el gran hacedor del consenso del Estatuto andaluz en el Congreso de los Diputados. Lo dicen sus compañeros Luis Pizarro, Manuel Gracia y Javier Torres Vela; y sus adversarios en el PP Federico Trillo y Antonio Sanz; y la portavoz de IU, Concha Caballero; y hasta la andalucista Pilar González, con la que no llegó a ningún pacto: "Nos dijo con franqueza que lo que les interesaba era el acuerdo con el PP".

Para los periodistas, Perales era un desastre porque nunca filtraba, pero siempre pintaba un cuadro de la situación que no llevaba a engaño. Las reglas de juego estaban muy claras.

Todas las personas que han hablado con este periódico admiten que desde el primer momento hasta el último toda su estrategia iba encaminada al consenso con el PP. "Señores, yo solamente digo que acuerdo va a haber, acuerdo hay ya, pero cómo no lo sé". Estas fueron sus palabras en la primera reunión con el PP (antes hubo almuerzos) en la sala adjunta a su despacho de la quinta planta, donde siempre había zumos, café, pastas y caramelos. "Salimos entre escépticos y sorprendidos, pero esas palabras fueron determinantes", recuerda Sanz.

Federico Trillo, portavoz del PP en la Comisión Constitucional del Congreso, tenía una relación cómplice con Perales. "Llevábamos varios escarceos estatutarios. El entendimiento con él era fácil y los desencuentros, leales", asegura. Según varias versiones, Trillo y Perales fueron claves en el proceso y los encargados de "reconducir" la situación cuando la negociación se bloqueaba y había que enfriar a los más duros (Soraya Sáenz de Santamaría, Ramón Jáuregui, Manuel Gracia).

Ambos se ponían de acuerdo para parar las reuniones cuando éstas se encasquillaba y aparcaban para otro día las discrepancias. Esta estrategia de dejar para el final las líneas rojas no era del todo compartida en el PSOE ni en el entorno de Manuel Chaves, al que Perales bautizó como los Pink Floyd, por tener su sede en la Casa Rosa (ponía unos motes memorables a todo el mundo). "No tanto porque no se apostara por el acuerdo, sino por el alto nivel de desconfianza hacia Javier Arenas", apostilla Gracia.

Perales reunía una cualidad que ninguno de los que se sentaba allí en nombre del PSOE tenía: hablaba por boca de la ejecutiva federal (Zapatero), del grupo parlamentario y de Manuel Chaves. Y ese empoderamiento es lo que le permitió trenzar pactos a múltiples bandas. Primero en el PSOE entre "federales" y "andaluces"; luego con el Gobierno; en tercer lugar con el PP; y a la par con IU. Fue el único capaz de levantar una reunión con los técnicos del Ministerio de Hacienda, cuando el secretario de Estado, directores y secretarios generales se oponían a las propuestas socialistas sobre financiación con una argumentación técnica inexpugnable. "Mira, Carlos [Ocaña, secretario de Estado], yo no me voy a poner a discutir el coste efectivo de no sé qué. Lo que estás diciendo nos sobrepasa a los dos. Así que esta reunión ha terminado. Nos volveremos a reunir cuando hayan hablado los que tienen que hablar", en alusión al presidente Chaves y al ministro Pedro Solbes, según ponen en su boca.

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"Alfonso ayudó mucho a suavizar algunas diferencias en el propio partido y en el Gobierno", afirma Pizarro, porque vivió con enfado la situación que se dio con el Estatuto catalán. "Él pensaba que el error de Maragall fue el creer que no necesitaba el consenso con el partido a nivel federal y lo tuvo muy presente en la negociación con el Estatuto andaluz", añade.

"Estaba escarmentado de esa experiencia y en la primera reunión, que fue tensa y de encontronazo, nos advirtió: esto no va a ser Cataluña dos", cuenta la portavoz de IU. Uno de los hechos claves de la negociación fue que IU estaba informada al minuto de la negociación con el PP y ya el 18 de septiembre conocía los 20 preacuerdos alcanzados entre socialistas y populares. "Trabajábamos con absoluta lealtad", afirman Gracia y Caballero.

Enemigo de los protagonismos, Perales aseguró que de lo más orgulloso se sentía era de haberse dado cuenta que sólo Federico Trillo y Diego López Garrido estaban en condiciones de pactar los últimos renglones del Estatuto referidos a la realidad nacional. Trillo y Pizarro confirman esta versión. "Hubo un momento en el que estábamos todos bloqueados. Y nuestras redacciones sobre realidad nacional nos las devolvían todas. Alfonso planteó lo contrario: discutir sobre las propuestas que enviaba el PP. Y aquella fue la vía", reconoce Pizarro, quien destaca el papel jugado por el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Francisco Caamaño.

"Alfonso Perales fue el hombre del consenso, sin ninguna duda", subraya Trillo y Torres Vela apostilla: "Fue el gran protagonista de la negociación y todos los demás hemos estado".

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