Este lunes un tribunal decidirá algo grave
El próximo lunes día 29 los tribunales decidirán algo realmente importante, algo decisivo para millones de personas: ¿tiene derecho la farmacéutica Novartis a impedir que se fabrique como genérico uno de los medicamentos más usados en la lucha contra el cáncer, alegando que ha introducido algunas modificaciones y que la patente debe ser renovada 20 años más?
La vista no se celebra en la Audiencia Nacional sino en un tribunal administrativo de la India. Probablemente, en estos momentos no hay decisión judicial en el mundo más importante que ésta, que afecte a más personas, que tenga más efectos secundarios ni que implique un debate ético más valioso. Entre nosotros resulta muy difícil hablar de este asunto porque estamos absortos en otras sentencias y en otros problemas importantes, sin duda, quizás también decisivos. Pero alguna relevancia debería tener algo que afecta directamente a la vida y muerte de millones de personas. Algún interés debería despertar, alguna pena tendría que merecer.
La vista del día 29 es decisiva porque en ella se van a plantear, seriamente, los argumentos de una batalla monumental. Es la última oportunidad, un envite en el que se juegan cosas muy graves. No es tan simple como cuestionar el derecho de las farmacéuticas a recuperar el dinero invertido en sus investigaciones, ni su derecho a obtener abundantes beneficios. Hoy en día nadie se atreve en el mundo a discutir o a desafiar esos argumentos. Lo que se plantea en la India es si los beneficios deben tener algún límite, si el interés privado encuentra algún tope frente al interés público. En ningún espacio resulta más importante y más nítida esa polémica que en el de la enfermedad y la pobreza.
Los datos son los siguientes. India, el mayor productor de genéricos del mundo, es también el mayor proveedor de este tipo de medicinas baratas para el resto de los países pobres. Sometida a fuertes presiones, en 2005 cambió su legislación para cumplir las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en materia de protección de patentes de nuevos medicamentos. La ley, explica Oxfam, una de las ONG que más se ha implicado en esta batalla, junto con Médicos sin Fronteras, es bastante flexible porque permite que las autoridades concedan las patentes sólo a los nuevos medicamentos.
Un reciente estudio elaborado por la Alianza Farmacéutica India estima que de los 7.000 nuevos productos que se presentaron entre 1995 y 2005 sólo 250 eran realmente "nuevos". El resto, aseguran, son simplemente pequeñas modificaciones, cambios no sustanciales que han introducido las empresas farmacéuticas en medicamentos antiguos para poder reclamar una nueva patente e impedir la fabricación de genéricos durante otros 20 años más.
El juicio del lunes trata concretamente de un medicamento denominado Gilvec, que se fabrica como genérico en India desde hace años. El tratamiento del cáncer con Gilvec cuesta unos 27.000 dólares por paciente/año, mientras que el genérico permite abaratar el coste hasta unos 2.700. La farmacéutica considera que Gilvec ha sido modificado hasta convertirse en un nuevo medicamento que puede ser recetado para otras muchas enfermedades y que India debe conceder una nueva patente. Según Oxfam, si Novartis gana el recurso judicial, eliminará el derecho del Gobierno a decidir lo que son de verdad medicamentos innovadores y amenazará la posibilidad de producir versiones genéricas de otros miles de medicamentos importantes, incluyendo los antirretrovirales utilizados contra el sida y los medicamentos anti-malaria.
Esta primera batalla marcará, de una forma u otra, el camino de muchos años. Decidirá, por ejemplo, si la pobreza y la enfermedad se afrontan con el punto de vista de Novartis, dispuesta siempre a ceder lotes de medicamentos para países pobres, incluso de forma gratuita y caritativa, o si los avances se encuentran en otro tipo de soluciones. La decisión judicial del próximo lunes en un tribunal administrativo de la India quizás no afecte a nuestras vidas de inmediato. Pero lo hará a medio plazo. Y dejará finalmente un rastro mucho más profundo e imborrable que cualquier otra, tanto en nosotros como en nuestros hijos.
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