Un profesional de las imágenes

Pablo Juliá (Cádiz, 1949) ya está en Almería. Un gaditano comprometido con su tiempo que se reencuentra con el mar que le vio nacer en una ciudad hospitalaria desde la que dirigirá el Centro Andaluz de la Fotografía (CAF). Un encuentro fortuito en una esquina de la ciudad le ha proporcionado algo imprescindible para quien lleve una cámara colgada al cuello en estas latitudes: "Me he encontrado con Carlos Pérez Siquier [Premio Nacional de Fotografía de 2003] y me he reclinado en medio de la calle. Me ha dado su bendición", cuenta aliviado.

Atrás le quedan historias de periodista gráfico que huele la noticia, que sabe dónde y cuándo hay que estar para captar en el objetivo la instantánea. Juliá ha ejercido como jefe de fotografía en la delegación andaluza de EL PAÍS durante un cuarto de siglo. Se define como un fotógrafo "con mucho detenimiento político". Algo natural para quien militó en el PSOE en las postrimerías del franquismo y elaboró El Socialista, periódico clandestino de referencia. Juliá dejó ese partido en cuanto se instauró la democracia y se define, sin tibiezas, como socialista sin carné. En aquel entonces, cuando se dio de baja, la famosa foto de la tortilla -foto histórica de los jóvenes socialistas andaluces realizada por Manuel del Valle con la cámara de Juliá en lo que parece una reunión de amigos en el campo con unos jovencísimos Felipe González, Alfonso Guerra, Carmen Hermosín y Manuel Chaves, entre otros-ya estaba hecha. El reportero dejó la política y optó por contar historias con la cámara.

El reportero proyecta dedicar un apartado especial a la fotografía del paisaje

En la transición recorrió toda Andalucía y consiguió el retrato sociológico más interesante que existe de la región en este periodo histórico. Juliá compatibilizó su labor como fotógrafo en la Junta con unas primeras colaboraciones con EL PAÍS hasta que en 1982 decidiera dedicarse en exclusiva al diario. La primera oficina de EL PAÍS en Andalucía se instaló en el estudio que Juliá tenía ubicado en la plaza del Pan sevillana, un honor del que presume con satisfacción: los redactores llegados de Madrid recalaban en su estudio porque no existía otro lugar desde el que hacer el trabajo.

Desde 1996 compatibilizó este trabajo con el de profesor de Periodismo Gráfico en la Universidad de Sevilla, tarea a la que no renuncia con su nombramiento. No en vano Juliá reserva importantes proyectos a la Universidad de Sevilla en su nueva singladura al frente del CAF.

Juliá defiende Almería como elemento icónico y ciudad de la fotografía por méritos propios. Ahora, desde el CAF, su intención será compartir esa riqueza gráfica por toda la geografía andaluza y hacer partícipe al resto de provincias.

Entre los pequeños grandes cambios que reserva al CAF figuran la creación y consolidación de una página web o el especial mimo para con la fotografía del paisaje: establecerá una sede en Sevilla con el Centro Andaluz del Paisaje para conseguir un concepto mucho más amplio sobre el cambiante entorno. Los talleres del CAF también se celebrarán, por vez primera, fuera de la provincia almeriense.

Entre los compromisos adquiridos por Juliá destaca el de conocer la obra de los andaluces fuera de Andalucía que residen en países donde la cooperación española ha elaborado interesantes trabajos gráficos. La relación con el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo será otro de los empeños en esta nueva etapa en la que el CAF verá inaugurada su sede oficial en el antiguo Liceo almeriense tras 12 años de espera.