"Para subir al escenario hay que ser un atleta, porque es muy duro"
La organización del Festival Gay/Lesbo/Trans de Bilbao entregó ayer a Rosa María Sardá (Barcelona, 1941) su Premio Honorífico por su participación en Allegre ma non troppo, Caricias, Amigo/Amado, Todo sobre mi madre, A mi madre le gustan las mujeres y otras películas de trasfondo homosexual. El cuarto Zinegoak proyectará hasta el próximo sábado 68 cintas de 20 nacionalidades.
Pregunta. El premio honorífico de Zinegoak se otorga a quien ha "contribuido con su obra y talento a la normalización del hecho gay-lesbo-trans" ¿Cree que usted lo ha hecho?
Respuesta. Me gustaría muchísimo contribuir a la legalización y normalización de todo lo que espontáneamente significan nuestras libertades, en todos los sentidos, pero tengo que confesar que no ha sido deliberado. Para mí es absolutamente normal todo esto, no me daba cuenta de que contribuía a una causa.
"Intento adaptarme a todo, pero no puedo pretender saber hacer todo, y no lo sé hacer"
P. ¿Cree en la función social del cine?
R. Creo que todo lo que sea hablar de nosotros, contar nuestras cosas o las que ocurren en otros sitios a través de un medio artístico es necesario, ha dado mucho de sí a través de los años y ha hecho felices a muchas personas. Y ha documentado, informado e incluso educado a muchas personas.
P. ¿Fue difícil sacudirse el sambenito de actriz cómica?
R. No, yo no he tenido que sacudirme nada. Creo que un actor es como un intérprete de varias lenguas; aunque muchas veces le toque traducir el italiano, si le toca, también traducirá simultáneamente el alemán o el chino. Esto es lo mismo. Si esa partitura que te llega está en clave de humor, hay que hacerla en clave de humor; si está en clave de drama, hay que hacer drama.
P. ¿Es previsible la industria española del cine?
R. Yo desde que entré en el mundo del cine, que debo llevar unos 20 años, he oído decir que hay problemas, que cada vez es más difícil levantar una película, que algo no va, pero creo que no soy la persona más documentada para aclarar estos conceptos.
P. ¿Le preocupa que sus películas estén disponibles, gratuitamente, en Internet?
R. No, a mí no me preocupa. Yo he cobrado por mi trabajo y se nos acostumbró a que una vez que has cedido tu imagen, ya no te pertenece. No sé si es justo, pero es así.
P. Ha afirmado que empezó a actuar por una vocación que ya no tiene.
R. Bueno, quizá he perdido un poco el sentido de la exhibición, quizá me produzca ahora más placer el descubrimiento, el analizar un texto hasta el fondo de todo, ponerlo en marcha y luego quedarme pensando en otro proyecto. Desde cualquier ángulo. A lo mejor es producto de la edad. Para subir al escenario hay que ser un atleta, lo he repetido mil veces, hay que ser joven y con muchas ilusiones, porque es muy duro.
P. Dice que no sabe hacer la televisión que se hace ahora.
R. No, en absoluto. Creo que avanzo con el tiempo, intento comprender y adaptarme a todo, pero no puedo pretender saber hacer todo, y no lo sé hacer. En alguna serie seguramente hay un hueco para una actriz normal y corriente, como es mi caso, pero yo he hecho televisión siempre con programas propios y ahora no sabría por dónde hacerlos.
P. Nunca ha negado su simpatía por el partido socialista.
R. No es simpatía por el partido, es mi creencia de que el socialismo es una forma de las más racionales, y de las que más me interesan, para organizarnos en el mundo.
P. ¿Cree que el presidente Zapatero ha gestionado bien el llamado proceso de paz?
R. Me hace una pregunta que realmente es difícil de responder, porque es uno de los temas más delicados que nos preocupa, y lo que yo pueda pensar no creo que no lo haya pensado cualquiera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.