El trozo de una empresa
En cualquier manual de bolsa podremos leer: una acción es la parte alícuota del capital de una empresa, representada por un título o anotación en cuenta, transmisible o negociable, en el que se materializa el derecho del accionista. Pero ¿qué significa eso? En primer lugar, vamos a verlo desde el punto de vista de la empresa. Todo proyecto de inversión necesita capital para financiarse. Y las compañías tienen básicamente tres alternativas para obtener dichos fondos:
1.Dirigirse a un banco y solicitar un préstamo. En este caso la empresa se obliga a devolver a la entidad financiera en un plazo de tiempo determinado el capital solicitado y los intereses generados en ese periodo.
2.Dirigirse al mercado de renta fija. Las obligaciones son las mismas, pero la diferencia es que el capital no se lo presta el banco sino otras entidades y los inversores que adquieren esos títulos de renta fija (bonos).
3.Apelar a la Bolsa. La compañía emitirá acciones que cotizarán en un mercado secundario de renta variable y cualquier inversor podrá adquirirlas.
En definitiva, esta operación consiste en dividir el capital social de la compañía en pequeñas partes que se denominan acciones, solicitar su cotización en alguna bolsa de valores y obtener dinero de aquellos inversores que adquieren esos títulos. Esta última opción suele resultar más barata para las empresas, ya que no están obligadas a pagar unos intereses, sino que cuando obtienen beneficios deben repartir un porcentaje del mismo entre los accionistas.
Para el inversor, el adquirir una acción supone que se convierte en dueño de la empresa, en la proporción que supone las acciones que tiene en su poder respecto al total de acciones emitidas. Pero ¿qué ventajas tiene la inversión en Bolsa frente a otras alternativas? Vamos a enumerarlas:
1.En primer lugar, la rentabilidad esperada es mayor. Estamos asumiendo un mayor riesgo a cambio de obtener (a largo plazo) mayores beneficios. Ese riesgo es debido a que nuestros ingresos dependerán de la marcha de la compañía. Si no hay beneficios, no cobraremos dividendo. Pero, además, podemos perder parte de nuestro capital (garantizado en otras alternativas de inversión), ya que las acciones fluctuarán en el mercado por las expectativas de los inversores sobre la empresa, pudiendo cotizar por debajo de nuestro precio de compra.
2.Seguridad. Las empresas que cotizan en Bolsa además de tener sus auditorías habituales están controladas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Este organismo, además, supervisa el correcto funcionamiento del mercado, impidiendo el uso de información privilegiada. Su principal misión es defender al pequeño inversor.
3.Liquidez. La inversión en Bolsa es extremadamente líquida. Decíamos al principio que una acción es un título negociable en Bolsa, es decir, que se puede comprar o vender en el mercado fácilmente. Además está soportado en anotaciones en cuenta, lo que permite que no sea necesario intercambiar ningún título físico entre comprador y vendedor. Todo esto permite que el inversor pueda disponer de su dinero en cualquier momento. La tecnología además ha aumentado la liquidez: cualquier pequeño inversor puede entrar en Internet y ordenar la venta de sus acciones. Si no limita el precio de venta, su orden se ejecutará inmediatamente e incluso puede disponer en minutos del dinero en su cuenta corriente.
4.Transparencia. La CNMV tiene por misión garantizar que todos los inversores disponen de la misma información. Sus expectativas son las que forman los precios, que son públicos en todo momento. En definitiva, invertir en Bolsa presenta una serie de ventajas que están al alcance de cualquier inversor, en especial para aquel que dispone de un ordenador personal y una conexión a Internet.
José Alberto Morales es director del Departamento de Bolsa de Openbank.
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