La batalla del patrimonio
Los candidatos a la presidencia de Francia publican sus fortunas y lo que pagan al fisco
La acusación lanzada contra la pareja socialista Ségolène Royal-François Hollande, de que intentaban evadir impuestos creando una sociedad civil que escondía su patrimonio inmobiliario, ha levantado el velo que cubría las fortunas de los políticos. Al menos de algunos. Todos se aprestan ahora a hacer público lo que pagan por el Impuesto de Solidaridad sobre la Fortuna (ISF), incluidos el ultraderechista Jean Marie Le Pen y el conservador Nicolas Sarkozy. Entre otras cosas porque si no lo hacen, se sabrá de todos modos.
Sarkozy pagó en 2006 1.988 euros por un patrimonio declarado de 1,1 millones
El ISF fue creado en 1989 por el Gobierno socialista de Laurent Fabius. Su intención era gravar los patrimonios de las grandes fortunas de Francia. No aportaba grandes cantidades al erario público, pero era un símbolo importante en un país igualitarista.
Pero con el paso del tiempo y la subida del precio de las viviendas, ha quedado completamente desvirtuado. Actualmente afecta a algo más de 450.000 familias cuyo patrimonio supera los 760.000 euros, pero hace cuatro años, en 2002, tan sólo lo pagaban 285.000 familias.
Se dan incluso situaciones límite en personas que cobran pensiones bajas o que tienen ingresos muy reducidos y caen dentro de esta curiosa condición de ricos por el simple hecho de disponer de una vivienda, o una propiedad cuyo valor en el mercado ha crecido desmesuradamente, especialmente en zonas rurales y explotaciones agrícolas cercanas a centros turísticos.
Además, la valoración de los bienes la hace el propio contribuyente y, como se ha puesto en evidencia estos días, dista mucho de ser la que tendrían si los pusieran en el mercado inmobiliario. Por ejemplo, Sarkozy desveló ayer que en 2006 había pagado 1.988 euros en concepto de ISF por un patrimonio de 1.137.000 euros. El candidato conservador vendió el pasado mes de noviembre su piso de lujo en Neuilly, la lujosa localidad de las afueras de París donde empezó su carrera política como alcalde. Y según publicaba Le Parisien, el precio de venta fue de 1.933.000 euros, más del doble de lo que pagó cuando lo compró.
Todo el mundo espera que el candidato ultraderechista Jean Marie Le Pen haga pública su declaración de impuesto. El líder del Frente Nacional, tiene muchas propiedades, buena parte de las cuales las heredó de un admirador que le legó parte de su fortuna. El propio Le Pen reconoce que paga el ISF. Su vivienda particular, una mansión situada en Saint Cloud, en las afueras de París, está valorada entre cuatro y seis millones de euros.
El presidente de la República, Jacques Chirac, declara un patrimonio de 1,7 millones de euros. Concretamente, posee un castillo en Bity, en Correze, que valora tan sólo en 365.000 euros, y un apartamento en el distrito VI de la capital, de 114 metros cuadrados, valorado en 460.000 euros. Es difícil creer que se pueda comprar un castillo por esa cantidad, y mucho menos 114 metros cuadrados en la parte noble de París por menos de medio millón.
Pero ésta parece ser la tónica. El soberanista Philippe de Villiers, todo un aristócrata, no paga el ISF, porque "sólo" tiene un castillo, con la gran propiedad adjunta, en Herbiers, y un pequeño estudio en París, lo que sitúa su patrimonio en menos de medio millón de euros, por debajo de los 760.000 que separan a ricos y pobres. Incluso la pareja socialista Royal-Hollande valora su piso en Boulogne-Billancourt en menos de medio millón, y su casa de la Provenza en 120.000 euros.
La ecologista Corinne Lepage sí que paga el ISF. Junto a su marido, posee un patrimonio que asciende a 2,5 millones de euros, por los que pagan 12.000 euros.
En cualquier caso, la fiscalidad se ha convertido en el tema estrella de este comienzo de campaña. Ya lo fue cuando hace unas semanas el cantante Johnny Hallyday, amigo personal de Sarkozy y que participaba activamente en sus mítines, anunció que se exiliaba a Suiza para huir del sistema fiscal francés. Le llovieron las críticas a él y a Sarkozy, que defendió su postura y anunció que si llegaba al Elíseo, fijaría un tope del 50% para el apetito recaudador del Estado.
Los candidatos de la extrema izquierda no tienen fortunas. La trotskista Arlette Laguiller gana 27.300 euros anuales; el también trotskista Olivier Besancenot, cartero de profesión, 37.000, y tiene un apartamento de 55 metros cuadrados compartido en París. La comunista Marie George Buffet tiene una casa de veraneo en Bretaña, entrega todos sus ingresos como parlamentaria al partido y recibe 1.800 euros al mes.
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