Sensibilidad y fuerza
Día a día crece el grado de madurez interpretativa de la pianista georgiana Elisabeth Leonskaja. No es una de esas artistas cuyo concepto musical seduzca con facilidad a la primera impresión. Sin embargo, su combinación de fuerza arrolladora y sensibilidad es de hondo calado. Anteayer se pudo comprobar en la apertura del duodécimo ciclo de grandes intérpretes, un ciclo cada vez más prestigiosamente consolidado, y este año con una duración más corta al cerrarse en el segundo semestre el auditorio por reformas.
En su lectura de la segunda sonata de Chaikovski, la sombra de Sviatoslav Richter se manifestaba en algo más que una manera de tocar elevándose a una forma de sentir. A un cocinero tan lúcido como Andoni Luis Aduriz le trajo su forma de interpretación el recuerdo de otro cocinero, Yamamoto, que por la tarde había asombrado en su exhibición de Madrid Fusión. Quien conozca mínimamente al japonés verá de inmediato la relación. Lo cierto es que Leonskaja desplegó en la gran sonata del autor ruso todo su poderío técnico sin que en ningún momento pasasen a un segundo plano la delicadeza y el sentimiento. Es el estilo de la pianista. Fue un Chaikovski lleno de empuje, de desgarro, de pasión. Y también de sutileza en los detalles más inesperados. Antes, su paseo musical por Liszt, vía Petrarca, evidenció la categoría de la pianista, en un tratamiento de los tiempos realmente cautivador.
XII Ciclo de grandes intérpretes
Obras de Liszt, Chaikovski y Chopin. XII Ciclo de grandes intérpretes. Inauguración del ciclo. Organizado por la Fundación Scherzo y patrocinado por EL PAÍS. Auditorio Nacional. Madrid, 17 de enero
La segunda parte del programa estuvo dedicada a Chopin. Sobró, a mi modo de ver, el nocturno entre los dos primeros scherzos y los dos siguientes. Fue una delicia interpretativa, en cualquier caso, pero rompió el carácter unitario del bloque y alargó aún más un programa quizás demasiado extenso. Los scherzos de Chopin dejaron ver el lado más torrencial de la pianista, su faceta más impetuosa. Todo ello desde un conocimiento profundo del compositor y desde una personalidad y seguridad evidentes en el acercamiento interpretativo. Recital generoso, sobrio si me apuran en su evidente energía, musicalísimo siempre. Elisabeth Leonskaja vuelve a convencer en Madrid con su pianismo intenso y sin concesiones, serio y apasionado a la vez.
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