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La comunidad rumana en Cataluña se multiplica por 40 en los últimos cinco años

Los rumanos son el tercer colectivo más numeroso, después de marroquíes y ecuatorianos

Los rumanos están a punto de convertirse en el segundo colectivo de inmigrantes en Cataluña. Este grupo, configurado actualmente por unas 50.000 personas, es la tercera comunidad extranjera, sólo superada por Marruecos, con un censo de 163.589 personas, y Ecuador, con 61.814. El crecimiento vertiginoso del número de rumanos es un hecho sin precedentes en la historia de los movimientos migratorios de Cataluña. En poco menos de cinco años el censo de ciudadanos procedentes de aquel país europeo se ha multiplicado prácticamente por 40.

"La inmigración rumana continuará fluyendo de manera imparable en Cataluña a pesar de la moratoria de dos años impuesta recientemente por la Unión Europea, con la que trata de frenar la llegada masiva de obreros provenientes Rumania y Bulgaria, los dos nuevos países miembros de la Unión", afirma el antropólogo Miguel Pajares (Palencia, 1950) en su tesis doctoral sobre la inmigración rumana.

El estudio acaba de obtener en la Universidad de Barcelona la calificación de sobresaliente cum laude y pronto será editado en forma de libro. Pajares, responsable del departamento de inmigración del Centro de Estudios e Investigación de Comisiones Obreras, ha dedicado dos años a estudiar la implantación de la comunidad rumana en Cataluña.

Los inmigrantes rumanos empezaron a llegar hace cinco años y desde entonces la comunidad no ha dejado de crecer. Lo ha hecho de manera vertiginosa, en un proceso que ha sorprendiendo a los analistas y que afecta también al resto de España, donde se está registrando también una llegada masiva de inmigrantes rumanos, especialmente en Madrid y Valencia.

Desplazamiento

"Las razones de este desplazamiento masivo son varias", explica Pajares. Por una parte, la crisis económica y política sufrida en Rumania entre 1980 y 1990, las dificultades crecientes para continuar instalándose en Alemania, su destino tradicional y la supresión del visado de turismo entre Rumania y España, recalca.

Nunca antes los rumanos se habían instalado en España ni en Cataluña. La única migración rumana conocida a lo largo del siglo XX se produjo al final de la Segunda Guerra Mundial. Estuvo configurada por unos pocos cientos de inmigrantes, en su mayoría militantes fascistas, que huyeron de su país escapando del comunismo y que aquí fueron acogidos y protegidos por la dictadura franquista. Medio siglo más tarde los rumanos han vuelto a descubrir España. Al principio prefirieron instalarse en la periferia de Madrid, luego se dirigieron a Valencia, para acabar llegando a Cataluña.

"Las empresas catalanas han empezado a acoger con los brazos abiertos a los trabajadores rumanos. Muchos de estos inmigrantes tienen títulos de bachillerato o formación profesional, lo que les hace aptos para puestos de responsabilidad. De todas maneras, los que poseen títulos universitarios, tienen los ojos puestos en el mercado laboral de Estados Unidos o Canadá", asegura Pajares.

El ascenso laboral y social de los rumanos en la sociedad y las empresas catalanas puede ir creciendo, a pesar de que muchos de ellos en la actualidad están subempleados, trabajando en la hostelería o en el servicio doméstico, añade el antropólogo.

La integración de los inmigrantes rumanos en la sociedad catalana se lleva a cabo de forma individualizada, entre otras razones porque este grupo no tiene conciencia ni tradición de colectividad. Los rumanos no tienen en Cataluña asociaciones importantes, tampoco cuentan con centros recreativos, ni puntos de reunión. En Barcelona, por ejemplo, sólo se agrupan en tres establecimientos; dos bares musicales, uno el Port Olímpic y otro en el Raval, y en un restaurante en el Eixample.

El lugar que más frecuentan es, sin lugar a dudas, su parroquia de la Gran Via, que comparten con los católicos locales. La comunidad de los ortodoxos rumanos está dirigida por su propio párroco, el padre Aurel Bunda, que llegó de Paris hace dos años por orden expresa del Patriarcado de Rumania.

"No creo que los rumanos estén muy interesados en participar con sus propios partidos en la vida política catalana. El partido político para inmigrantes rumanos, creado hace poco por un empresario de la construcción de Castellón, con la intención de concurrir a las elecciones municipales del próximo mes de mayo está abocado al fracaso", añade Miguel Pajares.

Los rumanos no están interesados en la vida política de Cataluña, entre otras razones por que muy pocos tienen pensado quedarse aquí para siempre. La mayoría de estos inmigrantes quieren volver a su país lo antes posible, en cuanto Rumania empiece a despegar económicamente, gracias a los generosos fondos que vuelque sobre este país la Unión Europea, opina el antropólogo.

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